‘Lo contrario al amor’ está protagonizada por Hugo Silva, Álex Barahona, Adriana Ugarte, Rubén Sanz, Luis Callejo, Kiti Manver y Guadalupe Lancho. Este reparto se demuestra elegido con acierto, ya que cada uno de los intérpretes encarna sus personajes como si hiciesen de sí mismos, sin aparentar esfuerzo por interpretar y transmitiendo gran naturalidad. Esta buena dirección de actores, unida a diálogos realistas, concisos y pertinentes, hacen que sea muy fácil entrar en las escenas y dejarse llevar por el fluir de las situaciones. Una realización entre correcta y pasable, con algunas bonitas localizaciones de Madrid, le confieren un aspecto digno que sitúa la película en una categoría de aparente calidad.
Con la frase del titular, “el sueño de cualquier mujer”, no me refiero a lo que ocurre en general en el desarrollo de la película a la protagonista, sino al punto de partida que da origen a todo: sexo con tres bomberos. Puede ser un tópico, como la atracción por los uniformes, pero encuentro que es uno de los morbos que más están perdurando y que más internacionalmente puede encontrar consenso.
Sin embargo, como sucede con muchos otros aspectos de la película, este tema tan interesante de partida, se aprovecha poco y se abandona en seguida para dar paso a situaciones más manidas y formularias. Vicente Villanueva, famoso por algunos de sus cortometrajes, como ‘Mariquita con perro’, ‘Heterosexuales y casados’, ‘La rubia de Pinos Puente’…, se muestra aquí ducho en las ideas brillantes de corto alcance, pero no parece tan experto en los desarrollos maratonianos que requiere un largometraje.
Las tramas secundarias superan a la principal
Las dos subtramas, tanto la de los bomberos aficionados a determinado tipo de porno, como la de la ex-cantante famosa que se arrastra por los programas de televisión basura, son más originales e interesantes que la trama principal y, a partir de cierto momento, son las únicas capaces de ofrecer humor. Sin embargo, se las relega considerablemente en montaje, hasta el punto de que la de los hombres queda casi sin resolver, no sé si por cobardía ante acercarse plenamente a ese tema o si por desidia.
La historia amorosa principal va pasando por todos los procesos por los que es necesario que pase la relación en una comedia romántica, incluyendo el momento en el que parece que todo está perdido, el de euforia, etc… Estos giros, sin embargo, no están provocados por algo interno, es decir, por los obstáculos que hay que anteponer a la culminación del enamoramiento en las películas de este género. Esos impedimentos no existen, ni siquiera en la psicología de los personajes y, por lo tanto, los puntos de inflexión se van forzando. De esta forma, lo que se refiere a ellos es lo único aburrido de la película que, de no ser así, se podría ver con considerable atención.
Si estamos ante lo que hoy en día está tan de moda, tanto en el cine de amores como en la vida real, que es que ninguno de los dos involucrados sabe realmente lo que quiere o que ambos rechazan el concepto de noviazgo y relación seria, nos encontramos con la dificultad de que no hay objetivo y, ante su inexistencia, es imposible colocar obstáculos, pues sin meta, las vallas que hay que saltar carecen de sentido. Con esto no quiero decir que esta nueva corriente de cintas románticas en las que se pregona la laxitud del amor o el absurdo de soñar en una estabilidad eterna tenga imposible crear tensión, pues si se plantease como objetivo esa libertad individual de cada uno de los amantes y el encuentro entre ellos fuese en contra de él, ya se lograrían los requisitos necesarios para que funcionase el tira y afloja. En ‘Lo contrario al amor’ se intenta hacer algo parecido a esto, pero con una serie de cambios de opinión y falta de claridad en los protagonistas que merman la eficiencia de esa búsqueda de un objetivo claro.
De planteamiento, el idilio está bien pensado como material fílmico, ya que parte de dos seres que, en teoría, deberían ser tan distintos que pareciese que no están destinados a terminar juntos. Sin embargo, esas diferencias culturales o de personalidad no se explotan en absoluto en la película. De ellas se podría haber obtenido todo el humor del que carece la cinta y sin mucha dificultad. Si se supone que él y ella pertenecen a mundos opuestos, en cada cita, en cada encuentro, uno de los dos debería estar chocando contra las costumbres inviables del otro y haciendo el ridículo ante situaciones con las que no sabe cómo lidiar. El inicio de la comedia sí que explota todas estas posibilidades, especialmente en la secuencia de los masajes, que tiene bastante miga. Pero, una vez el tonteo entre los protagonistas comienza, estos intentos se abandonan y es una pena.
Lo contrario al amor
El autor parece demasiado interesado en utilizar la película para ofrecer una observación sobre el amor. Lo que viene a decir el título es que controlar y mangonear a la pareja es “lo contrario al amor”. El personaje de Hugo Silva, que encarna esta noción, se pasará el tiempo diciendo que no quiere que las mujeres lo cambien y que quiere que lo acepten tal y como es. Me parece perfecta la aspiración ante las posibles ataduras de una relación.
Lo que da la sensación de que se le ha escapado al director y guionista o que quizá se le escapa al personaje es que este hombre, para conseguir que ella no lo cambie a él, está cambiándola a ella por completo. Y no me refiero únicamente a que la protagonista no tarda ni un día en aceptar beber y comer carne, aunque fuese en contra de sus principios, sino a que, si en su personalidad está ser posesiva o tener el control, abandonar estos rasgos no puede resultar tan fácil y, si bien es algo que él tiene derecho a pedirle, debería entender mejor lo que a ella le cuesta superarlo.
No es una cuestión de ponerse del lado de uno o del otro por parte de la que suscribe, ya que a pesar de lo dicho, el personaje de él me parece más entero y verdadero y al de ella lo veo a medio definir y, por lo tanto, no me cae nada bien. Lo que sí entiendo es que el creador de la película ha optado por uno de los bandos con claridad y en una comedia romántica se me antoja imprescindible estar del lado de los dos, ya que al final, los dos van a ser uno, y plantear en ambos personajes sus equivocaciones iniciales para luego hacer que ambos converjan con igual dosis de rectificación en un pensamiento más o menos similar.
Conclusión
En definitiva, diría que ‘Lo contrario al amor’ es una comedia que se puede ver sin demasiado problema porque conseguirá arrancar unas cuantas carcajadas –casi todas al inicio del metraje y el resto en el desarrollo de las dos tramas secundarias— y, para quien le guste, les permitirá ver a Hugo Silva en pantalla durante una considerable cantidad de tiempo –puestas a elegir, me quedo con Álex Barahona–. La cuestión romántica no es que resulte carente de química, que suele ser lo primero que se achaca cuando un producto del género falla, sino que ves que se podría haber dado por buena desde el principio y en cualquier momento en el que el autor lo desease. Solo se dilata porque lo pide la duración comercial de las bobinas. Con esa falta de conflicto o de objetivo al que anteponer un conflicto, la emoción y la intriga desaparecen. No obstante, en apariencia, todo puede dar la sensación de que está ahí y funciona, pues lo endémico sí se ha introducido, es decir, los giros sí se han colocado en los instantes necesarios. Así, quien se vaya dejando arrastrar por la historia, sí sentirá que la relación pasa por los estadios necesarios y se contagiará de una pequeña dosis de la emoción necesaria para pensar que una comedia romántica ha valido la pena.
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