Este pasado martes se anunciaron las nominaciones a los próximos Oscar y ‘Lion’ fue una de los nueve títulos elegidos para competir por la estatuilla dorada reservada a la mejor película de 2016. Sus posibilidades reales de victoria son prácticamente nulas, pero la simple candidatura seguro que le da un empujón y lleva a los cines a espectadores que de otra forma hubieran ignorado su paso por la cartelera.
Además, 'Lion' se estrena hoy en España, una fecha ideal para aprovechar ese enorme crecimiento en el interés hacia el primer largometraje dirigido por Garth Davis, hasta ahora conocido principalmente por su aportación a la televisiva ‘Top of the Lake’. De todas formas seguro que algunos tienen aún dudas sobre si esta adaptación de una increíble historia real merece la pena y me temo que la única respuesta que pueda dar es un sí con unos cuantos peros.
Dos mitades muy diferenciadas
Creo que no descubro nada al deciros que ‘Lion’ está dividida en dos mitades, la primera centrada en su protagonista siendo aún un niño y la segunda veinte años después, con él ya adulto intentando encontrar sus raíces. Hasta ahí lo obvio, pero es que Davis opta por remarcar al máximo las diferencias entre ambas partes, optando por un enfoque más visual y sensorial para la primera, mientras que la segunda se centra en los diálogos y tiene los pies mucho más en la tierra.
Lo primero que conviene destacar al respecto es que la transición de una a otra no es para nada fluida y hasta puede provocar un ligero desconcierto en el espectador por el cambio brusco de tono adoptado por Davis. Sin embargo, uno se acostumbra con relativa facilidad, ya que en sí mismos no hay nada chocante con ninguna de las opciones adoptada.
El problema es el notable cambio de estilo y el hecho de que no vemos realmente crecer al protagonista, por lo que se desvanece esa empatía que tanto se había esforzado Davis en crear durante el primer tramo, en el cual vemos cómo evoluciona la situación de Saroo -muy convincente el desconocido Sunny Pawar- desde que se pierde hasta que acaba siendo adoptado por una pareja australiana.
Lo que muestra ahí Davis no importa tanto como el cómo, logrando imágenes de gran belleza pero sin desvirtuar tampoco la importancia de lo que sucede. Es cierto que la historia en sí misma podría ser perfectamente la de un telefilm y hay algunos momentos que no terminan de funcionar, pero en líneas generales la única pega posible es que como casilla de salida quizá se extiende demasiado. No sé hasta qué punto es subsanable sin cambiar ese toque distintivo, pero eso es algo que se percibe y juega ligeramente en su contra.
Un cambio no del todo afortunado
Una vez se produce el flashforward, ‘Lion’ cambia de forma evidente, apostando por reiniciar todo el trabajo mostrando a un Saroo ya adulto llevando una vida más o menos normal. Eso incluso nos permite ver una faceta de Rooney Mara que ya creía que no iba a volver a ver, pero la verdadera estrella entonces es Dev Patel, cuya presencia refuerza además el parentesco de la película con ‘Slumdog Millonaire’, y eso que en realidad sólo aparece, y de forma más tibia a la comentada por muchos, justo en la mitad en la que él no hace acto de presencia.
Aquí todo adquiere un cariz emocional más directo por la forma en la que un convincente Patel hace frente a los hasta entonces olvidados recuerdos de su infancia. Se establece un trío de relaciones, por un lado él con sus padres, con especial atención a una Nicole Kidman que logra encontrar el equilibrio necesario para que los excesos de intensidad de su personaje no acaben fuera de control.
Por otro tenemos a Patel y Mara, donde son los actores los que consiguen que la relación mantenga el interés, y por último a él mismo contra el mundo, teniendo que mostrar su creciente desesperación. Ahí se perciben los esfuerzos del actor, pero, personalmente creo un tanto exagerada su nominación al Oscar, ya que Davis no logra sacar todo el jugo a la insólita historia real que adapta y eso daña a la actuación de Patel, la cual, eso sí, remonta de forma notable durante el tramo final de ‘Lion’.
‘Lion’ merece la pena pero no el Oscar
El bagaje al final acaba siendo positivo en ambas partes, notándose más el trabajo del director en la primera y de los actores en la segunda, pero lo realmente decisivo para ‘Lion’ es su capacidad para enganchar al espectador a la historia real que adapta. De ahí depende que uno esté más dispuesto a pasar ciertos detalles molestos -lo desdibujada que está su familia adoptiva más allá de su madre- y que sus momentos más delicados te lleguen a lo más profundo.
En mi caso simplemente no terminó nunca de rematar la faena, disfrutando más de escenas aisladas que de ‘Lion’ como un todo. Además, creo que le falta la debida profundidad en algunos aspectos de su segunda mitad, curiosamente la que también intenta lograrla con mayor ahínco. La sensación que acaba quedando al final es que la película funciona más por la fuerza de la historia que por su capacidad para llevarla a la gran pantalla, en especial durante la etapa como adulto del protagonista.
En definitiva, ‘Lion’ es una propuesta estimable, sobre todo durante su primera hora, y que cuenta con suficientes virtudes para que merezca la pena echarle un vistazo sin tener en cuenta sus candidaturas al Oscar. Eso sí, creo que la mayoría de ellas -por no decir todas- le vienen grandes, pero, como sucede siempre, seguro que no pocos opinan justo lo contrario y quizá hasta que debería haber logrado alguna más.
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