'La línea: la sombra del narco': una vibrante miniserie documental de Netflix que enseña la verdad tras ficciones como 'Fariña'

Netflix ha estrenado el documental 'La línea: la sombra del narco'(2020) , dedicado a un poco conocido fenómeno real y actual, del narcotráfico en La línea de la concepción. La miniserie consta de cuatro capítulos que van dando pinceladas sobre la situación del pueblo costero gaditano, en pleno campo de Gibraltar y a poca distancia de África, y las consecuencias de haberle tocado ser el punto de encuentro entre fronteras de paso de droga.

En un formato documental que intercala entrevistas y material rodado por la policía, 'La línea: la sombra del narco' se compone de varias historias dentro del rentable negocio del tráfico de drogas, y cómo la fuerza de la intraeconocomía al margen de la ley es mayor que cualquier medio a disposición del estado de derecho, especialmente en una localidad de provincias con un tejido económico inexistente y tradicionalmente abandonada por el gobierno ante sus propios problemas.

La miniserie ha causado expectación, pero muchos ciudadanos de La Línea no están muy de acuerdo con su emisión, por lo que la consideran un relato sesgado sin relación a las experiencias diarias de la mayoría de sus vecinos. Sin embargo, fue la más popular de Netflix España solo un día después de su estreno, llegando al número uno de su lista de contenidos más vistos. En relación a la opinión de los implicados, lo cierto es está bien dimensionada, a partir de varios puntos de vista.

Las algo más de cuatro horas de duración de la serie se han editado a partir de 81 entrevistas y 336 horas de grabación, en las que podemos ver principalmente la opinión de las fuerzas de seguridad del estado y algunos políticos locales, pero que también dan voz a algunos de los traficantes que han decidido dar su opinión anónima de lo que significa vivir en la Línea y sus condiciones socioeconómicas, que pocas veces dan muchas salidas.

El documental muestra una realidad que nos puede resultar muy extraterrestre, pero parece bastante cotidiana para los que viven en la Línea. El funcionamiento de la industria del hachís, la cocaína y las descargas a plena luz del día (incluso delante de bañistas a cualquier hora) lleva a un ecosistema violento por defecto, criminal y en expansión. Las historias que aparecen en sus capítulos son solo retazos de un sistema muy complejo.

Más allá de policías y ladrones

Lo que impresiona de 'La línea: la sombra del narco' es la forma en la que percibimos que el día a día de un pueblo de Andalucía ha normalizado el crimen, el trapicheo como forma de vida y parche de la falta de oportunidades. Los relatos de los entrevistados son suficientes para ver el camino que ha ido llevando a que la Línea y el estrecho se hayan convertido en el centro de operaciones más activo del narcotráfico europeo, creando una cultura propia que hasta tiene a narcos protagonizando vídeos de regetón.

Según este reportaje de El País, al menos 3.000 personas trabajan para la industria de la droga en La Línea, de una población aproximada de 62.000 habitantes, mientras el paro juvenil en el Campo de Gibraltar ronda el 70%, siendo Cádiz la provincia española con más desempleo. Por ello, hasta los policías se muestran conscientes de que incluso su trabajo es ir poniendo parches en una cascada, y de que su trabajo es solo de contención.

El grueso de las imágenes más impactantes de 'La línea: la sombra del narco' la componen las rutinarias operaciones policiales desde dentro, que parecen salidas de cualquier película de ficción, no muy diferente a lo que podría firmar David Ayer, y la naturalidad con la que se acometen. Hay una conexión temática evidente con 'El niño' (2014), pese a que el ejemplo más reciente con el que relacionarla, que cubría también importantes aspectos del lado socieconómico, sea 'Fariña' (2018). El gran mérito de la miniserie de Netflix es hacer que ambas no parezcan tan exageradas.