Lo más raro de ver ahora un documental de médicos como es el caso de 'Lenox Hill', es que la pandemia del COVID-19 no existe todavía en este mundo. Lo cual es tan refrescante como lógico teniendo en cuenta que la mayor parte se rodó durante 2018. Aún así, los responsables del documental volvieron este pasado marzo para hacer un episodio adicional que se pudo ver unas semanas después en Netflix.
Ruthie Shatz y Adi Barash cuelan sus cámaras durante meses en el hospital Lenox Hill de Nueva York. Un hospital "para nacer y para morir" hasta que hace unos años se empezó a poner un gran esfuerzo en el área de neurocirugía, capitaneada por el Dr. David Langer.
A lo largo de ocho episodios (nueve si contamos el especial 'Pandemic'), seguimos durante meses a cuatro profesionales de tres áreas distintas: los doctores David Langer y John Boockvar, de neurocirugía; Dra. Mirtha Macri, médico de Urgencias; y Amanda Little-Richardson, residente jefe de obstetricia-ginecología, en su último año y embarazada.
Un embarazo que seguiremos a lo largo de toda la serie. Así como algún que otro caso complejo, sobre todo de pacientes de neurocirugía y su proceso de sanación, que ocupan varios episodios. Esto contrasta con caso más breves como los que pululan en Urgencias o las madres que van a dar a luz al centro.
La narrativa y sus protagonistas en el centro
Todo con un buen ojo para presentar las historias, manejando muy bien la narración de las distintas tramas, los pacientes y médicos que están en el centro de cada escena. Esto se logra tambien gracias a un reparto que sabe que está haciendo televisión. Puedes ser el mejor profesional del mundo pero no lograr funcionar en cámara. Los cuatro médicos lo hacen. Se ven con sus virtudes y sus defectos y, en cierta medida, se muestran en todo momento honestos.
Hay un contraste, eso sí, entre los doctores y las doctoras. Ellos, caucásicos, tienen buenos puestos y ellas, una hispana y otra afroamericana, son más "de a pie". Está claro que los directores querían mostrar la brecha de género/raza pero tampoco intentan desarrollar una tesis alrededor de ello. Queda algo raro, aunque más por el momento vital en qué encontramos a unas y a otros.
Algo similar ocurre cuando hablan del sistema sanitario privatizado y las desigualdades que puede llegar a provocar. Es un tema que se deja caer pero pasan muy por encima pero sí que comentan. A Shatz y Barash no les interesa entrar en polémicas, sino el trabajo puramente médico.
Tranquila, reflexiva y contundente
Hay un momento bastante descriptivo sobre la docuserie con John Boockvar limpiándose rápidamente la sangre de los zapatos después de hacer una operación y justo antes de ver a la familia. Un gesto que parece una tontería pero que indica hasta qué punto los detalles y el nivel de control sobre aparentes minucias importan en la profesión.
Porque la presión del médico y personal sanitario, de la vida del hospital, es la verdadera protagonista de 'Lenox Hill'. Pero esto no significa que tengamos esas clásicas escenas de todas las series (de 'Urgencias' a 'Anatomía de Grey') con gente corriendo de un lado para otro saltando entre urgentes situaciones de vida o muerte.
La narración es tranquila, reflexiva pero contundente. La cámara transmite mucho de lo que no se suele ver como espectador, pero como paciente sí. Y, también, el otro lado. Esas esperas, preparaciones, los nervios, momentos de falsa calma, decisiones que tomar y, por supuesto, la acción como tal.
El resultado es una serie documental altamente interesante pero algo dura de ver a ratos. Afecta. Podría decir que es hasta imprescindible, con una dirección que nos lleva por la humanidad que se respira y se vive en un hospital.
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