Hace poco se estrenó entre nosotros, con más pena que gloria, 'Los Climas', película turca de Neri Bilge Ceylan, y que a mi compañera Teresa le encantó. En una de esas conversaciones telefónicas que mantenemos entre discusión y discusión me la recomendó fervientemente, asi que me puse a buscar la susodicha película. Mientras esperaba, mi buen compañero cocacolero Fer, fiel lector y comentarista de nuestra página, me dejó muy amablemente la anterior película del director, que ya data de hace 5 años, y que evidentemente se encuentra editada en dvd. Acepté gustoso a verla, incluso antes que 'Los Climas', ya que así vería dos pelis del mismo tipo cronológicamente, como debe ser.
Ahora, después de ver la película me encuentro en un dilema. No sé si devolverle el dvd a mi amigo, o darle con él en la cabeza hasta dejarle sin sentido. Pensándolo bien le devolveré la caja y dentro un dvd de una buena película, pero una de verdad. Creo sinceramente que le haría un favor enorme, porque sinceramente 'Lejano' me ha parecido un tostón de tres al cuarto, con un tema profundo, profundo de verdad, pero retratado de una forma tan, tan obvia, y tan, tan evidente, que casi resulta soporífera. Luego se quejan de que el cine americano sea tan evidente en sus propuestas, cosa con la que a veces estoy de acuerdo (en realidad, muchas veces). Pero lectores míos, 'Lejano' no tiene nada que envidiarle a muchas de esas películas, en cuanto a nula calidad se refiere.
Permitidme resumir su argumento de la siguiente forma: un tío con cara de gilipollas, que fue un prometedor fotógrafo vive aburguesado y con sus ideas prácticamente olvidadas. Pronto recibe la visita de un pariente del pueblo que busca trabajo en un barco de Estambul. Entre ambos se establecerá una curiosa relación, en la que el fotógrafo revivirá momentos pasados, pero seguirá con la misma cara de gilipollas que tenía al principio, porque en esta vida, algunas cosas no cambian. ¿Y es necesario que cambien? me pregunto yo.
El film es un aburrimiento soberano en el que una piedra sería capaz de bostezar. Su director no sólo falla en la propuesta en sí, sino en una puesta en escena que encima subraya toda la obviedad de la que hace gala la película. De acuerdo que el tema en sí puede ser más interesante que el de otra película más plana, por así decirlo. Pero hablamos de la forma en la que ese tema es tratado, y es que no estamos ante un film sencillo, lo cual hubiera sido genial, sino ante una película simplona, que es bien distinto. Desde el principio queda bien claro absolutamente todo. Lo que el director nos quiere contar ya está, y aún así no hace más que darle vueltas a lo mismo una y otra vez, sin que el film avance hacia ningún lado, quedándose únicamente en la propuesta.
Por otro lado, la fotografía de la película, tantas veces alabada, y que encima va en consonancia con el estado de ánimo de los protagonistas (por si somos tontos y no nos damos cuenta de ello), no me parece tan genial como se ha dicho. De hecho, más de la mitad de esa fotografía la hacen los paisajes, y eso me temo que no es obra del cineasta en cuestión. De acuerdo que hay que saber fotografiarlos, pero con unos paisajes así, llenos de nieve, con el mar vestido de blanco, al igual que los tejados de las casas, hay que ser un completo inútil para no hacer algo mínimamente decente.
Me gusta la idea, me gusta el tema, pero el señor Ceylan no profundiza en ello, a pesar de que parezca lo contrario. Y un poco más de sutileza no le hubiera venido nada mal. En cine es infinitamente mejor sugerir que mostrar, ya que la imaginación del espectador hace maravillas. Ceylan ha mostrado, y de una forma totamente aplastante. Tanto, que me importa bien poco lo que le suceda al protagonista, y sus dudas de personalidad y su falta de comunciación con los demás, en clara contraposición con su pariente, que sí sabe comunicarse pero no es capaz de encontrar trabajo. Algo un poco tramposo, por otro lado, ya que la imposibilidad de encontrar trabajo no es algo que vaya inherente en los rasgos de una persona.
Eso sí, salvo la interpretación de su protagonista central, Muzfferd Özdemir (premio en Cannes), que con su solo rostro es capaz de expresar más que el director en toda la película. Un hombre cansado por el paso de los años, que envejece antes de tiempo y que se acomoda enseguida. Todo eso es capaz de expresar Özdemir con su mirada, perdida en la inmensidad del océano nevado.
Una mala película, que dura poco más de hora y media y parece que dura cinco días. Menos mal que la siguiente que vi me proporcionó un buen rato de carcajadas, y en ésa creo que sí coincidiré con mi compi Teresiña. Y dentro de unos cuantos días, o probablemente en años venideros, os hablaré de 'Los Climas'.