‘El cazador de sueños’ (‘Dreamcatcher’, Lawrence Kasdan, 2003) supone la vuelta de su director al cine de alto presupuesto, al mainstream puro y duro, dado que su film anterior apenas tuvo eco. Y se atrevió con nada menos que una adaptación de una de las novelas del prolífico, y enormemente repetitivo, Stephen King, de quien muchas de las adaptaciones realizadas con anterioridad son éxitos taquilleros, films recordados por el público, y en algún caso, excelentes películas. La novela homónima en la que se basa el film fue escrita por King mientras se recuperaba de un accidente. Para la adaptación Kasdan escribió el guion junto al prestigioso William Goldman.
Goldman —ganador de dos merecidos Oscars por los libretos de ‘Dos hombres y un destino’ (‘Butch Cassidy and Sundance The Kid’, George Roy Hill, 1969) y ‘Todos los hombres del presidente’ (‘All the President’s Men’, Alan J. Pakula, 1976)— ya había adaptado al escritor de Maine dos veces, concretamente en la excelente ‘Misery’ (íd., Rob Reiner, 1990) y la interesante ‘Corazones en Atlántida’ (‘Hearts in Atlantis’, Scott Hicks, 2002). ‘El cazador de sueños’ es la más floja de los tres, pero no merece, ni de lejos, el enorme desprecio que sufrió, y sigue sufriendo a día de hoy. La película contiene lo mejor y lo peor de un director que aquí se plegó en cierto modo a las exigencias de un mercado muy diferente al de los inicios del director.
La historia de King contiene muchos de los elementos característicos del escritor, perfectamente reconocibles, la infancia, la amistad en esos años, una experiencia de índole paranormal que tendrá su continuación en sus años adultos —‘It’ es la referencia más clara—, elementos que se adaptan a su vez al universo particular de Kasdan, por así decirlo. Un relato coral tan del gusto de su director, y que le sirve en bandeja su primera, y única, aproximación a la Sci-Fi disfrazada de relato de terror. Un reparto, lleno de caras conocidas, una primera parte encomiable, y ciertos apuntes visuales redimen al film del completo fracaso artístico. El taquillero fue sonoro.
Un bonito sueño, una pesadilla
La primera mitad de la película es, probablemente, la mejor. Cuatro amigos de la infancia —a los que interpretan unos muy conectados Thomas Jane, Jason Lee, Damian Lewis y Timothy Olyphant— con un don cada uno debido a una experiencia infantil con un quinto, se reúnen para pasar un fin de semana en el que se ven enfrentados a una invasión alienígena que guarda relación con lo que les ocurrió hace años. Durante ese tramo la amenaza es invisible y Kasdan saca un enorme provecho de ello. La posesión de Jonesy (Lewis) o la secuencia del baño, entre terrorífica y cómica, son buenos ejemplos de mantener el suspense sin mostrar completamente al “enemigo”.
Antes de que la aparición de un campamento militar a cargo del personaje al que da vida un despistado Morgan Freeman —atención a sus cejas— termine por completo con las más que interesantes expectativas creadas hasta ese momento, hay detalles visuales que muestran una gran imaginación. El ejemplo más claro es el almacén de memoria que posee Jonesy, y que precede en muchos años a lo que la serie ‘Sherlock’ (íd., 2010 - ) ha explotado hasta límites insospechados. Cuando el bicho de la función es mostrado en todo su esplendor, y con él un viejo secreto desconocido por los cuatro amigos, todo se va al garete. La exposición termina con la atmósfera que había creado Kasdan, y el momento ‘Independence Day’ —el ataque a la nave de los aliens— sólo destaca por la música de James Newton Howard, habitual colaborador del director, y que aquí pone el piloto automático la mayor parte de las veces.
Pero no sólo el exceso de efectos visuales lastra ese tramo del film, las incongruencias argumentales se suceden sin parar. El Sr. Grey intentando acceder a los secretos en la mente de Jonesy es una secuencia bien realizada, pero carece de verdadero sentido para los planes del extraterrestre; y no hablemos de la facilidad con la que Henry (Jane) convence a Owen (Tom Sizemore) de su historia y desobedezca a su superior, un personaje al que se le podría haber sacado un enorme provecho a pesar del rostro bonachón de Morgan Freeman. Una pena, cuando todo o previo apuntaba excelentes maneras. ‘El cazador de sueños’ podría haber quedado como un film-isla importante dentro de su género, aun reconociendo alguna de sus influencias, como por ejemplo ‘La cosa’ (‘The Thing’, John Carpenter, 1982).
Kasdan declaró poco después que la película fue el error más grande su carrera, la cual prácticamente hundió, impidiéndole hacerse cargo de varios proyectos como director. Tardó nada menos que nueve años en volver a escribir y dirigir una película, intentando algo más pequeño y cercano, algo más humano y familiar. El resultado fue aún más catastrófico.
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