‘El turista accidental’ (‘The Accidental Tourist’, Lawrence Kasdan, 1988) suponía el reencuentro de su director con la pareja formada por William Hurt y Kathleen Turner, que tan buenos resultados había dado en ‘Fuego en el cuerpo’ (‘Body Heat’, 1981). Del más puro cine negro se pasa al drama más intimista sobre personajes perdidos por una gran pérdida, y que deben recuperar el camino en la vida. A pesar de que la película fue muy bien recibida por la crítica y además tuvo importantes nominaciones a los Oscars, el público no respondió como en los tres films anteriores de Kasdan. Se enfrentaba pues, a su primer rechazo por parte del juez más cruel que existe para un cineasta: la taquilla.
Con la novela homónima de Anne Tayler como base, el director vuelve a contar con la ayuda de alguien para escribir el libreto; se trata de Frank Galati, en su único tratamiento para el cine. El resultado es otro drama intimista al estilo de ‘Reencuentro’ (‘The Big Chill’, 1983), dejando a un lado el retrato coral. ‘El turista accidental’ se centra, sobre todo, en un triángulo formado por los citados Hurt, Turner y una muy refrescante y simpática Geena Davis, quien consiguió un Oscar a la mejor actriz secundaria por su interpretación. La actriz había leído la novela de Tyler dos años antes y había quedado impresionada.
Al igual que en la segunda película de Kasdan, ‘El turista accidental’ parte de una desgracia de idéntica índole, la muerte de un ser querido. En este caso se trata del hijo del matrimonio formado por Macon (Hurt) y Sarah (Turner), asesinado por un atracador hace tiempo. El paso del tiempo hace mella en la pareja que no sabe cómo enfrentarse a semejante pérdida, por lo que la separación es una muy buena decisión. Pero Macon se encerrará aún más en sí mismo, a pesar de su curioso trabajo, escribe guías de viaje para hombres de negocios, viajando por diversas partes del mundo. Conociendo mundo pero obligándose, en cierto modo, a sentirse completamente solo.
Viviendo con sus hermanos, niños atrapados en cuerpos de hombres de cuarenta años, al cuidado de la única mujer de la familia, Rose —una muy frágil Amy Wright—, maniática del control de las cosas. Macon se quedará con el perro, que hacía las delicias de su hijo, pero al igual que sus demás “problemas”, éste irá en aumento al comprobar que el animal —por cierto, una de las estrellas de la función— muerde incluso a su propio amo. Es entonces cuando entra en escena el personaje de Geena Davis, una muy peculiar amaestradora de perros, alegre, divertida y con una filosofía de la vida que descoloca por completo a Macon.
‘El turista accidental’ se centra sobre todo en el personaje de William Hurt, cuya interpretación va acorde con el tono del film. Con muy pocas palabras, con cierto minimalismo expresivo, el actor expresa muchísimo más que si hubiera optado por la tendencia al exceso que este tipo de personajes a veces reclaman. El resto de personajes quedan pululando alrededor, con mayor o menor fortuna. Y el hijo, siempre presente en sus actos, o en sus recuerdos, como muestra el muy inteligente flashback en el que visita el cuerpo de su hijo, y las cortinas del hospital se cierran alrededor de Malcom. Una muy buena forma de señalar el encierro anímico del personaje, de no dejar entrar a nadie en su vida.
El viaje de la vida
Además se establece un paralelismo, nada disimulado, entre la vida personal de Malcom, que extrapolada podría ser la vida de cualquiera en su misma condición, y los consejos que da en sus guías de viajes. Porque la vida, al fin y al cabo, es un viaje cuya estación de origen es el nacimiento, y el destino la muerte. El trayecto supone una continua lucha contra las más duras adversidades, un periplo sin remisión y por el cual hay que ir deshaciéndose de todo lo dejado atrás, aprendiendo a recordarlo de forma que se pueda vivir con ello. El personaje de Davis, imprevisible donde los haya, ayudará a Malcom a entenderlo. El amor llama por segunda vez en su puerta.
Kasdan no cae en subrayados innecesarios —ni siquiera con el uso de la voz en off—, y tampoco abusa de la excepcional banda sonora de John Williams —aquí alejado de las grande fanfarrias para películas muy conocidas, alguna escrita por el propio Kasdan—. De hecho, uno de los instantes más logrados, el de la confesión de Malcom a Muriel (Davis), adquiere mayor dramatismo al carecer de música, mucho más cercano, mucho más creíble, y con un efecto mayor, el de comprender, sin adornos, lo que ocurre en el interior de Malcom. Como si de una broma se tratase —la película destila un finísimo humor— Kasdan decir introducir la música de Williams justo después, durante una de las secuencias sexuales más extrañas del cine “moderno”.
Lo único reprochable de ‘El turista accidental’ es, como en el caso de ‘Silverado’ (id, 1985), algunas elipsis, no demasiado bien construidas. Da la sensación de que el montaje de Carol Littleton ha sufrido retoques. No se entiende, por precipitado, el cambio brusco de humor en Muriel, dando paso a una nueva crisis de relación para Malcom. El resto posee ese ritmo pausado, pero sin calma, muy del gusto de su director, esta vez acorde con el ritmo interior de Malcom, abocado a la perdición por la pérdida más triste, por antinatural, que un ser humano pueda tener.
Para su siguiente película Kasdan contaría con un reparto espectacular, otra vez, y cambiaría por completo a sus colaboradores en los apartados técnicos, juntándose con un montón de prestigiosos veteranos.
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