Soy consciente de que para escribir sobre una película como Last Days, hay que dominar una cierta retórica (o al menos aparentarlo) en la que aparezcan asiduamente términos como post-cine, plano, encuadre, mixtura, reflejos especulares, metáfora visual, descomposición estética, herencia de “ponga aquí a quién crea conveniente” etc.
No es mi caso (y bien que lo lamento), pero aún así no me quiero privar del gustazo de comentar este film inspirado en los últimos días de Kurt Cobain, que sin llegar a entender cómo, me ha devuelto a esos tiempos en los que disfrutaba con las películas de Gus Van Sant. Entiéndase desde sus inicios hasta llegar a Todo por un sueño.
Para empezar, un aviso: Fans acérrimos de Nirvana, hay un porcentaje muy elevado de posibilidades de que esta película no os vaya a gustar. ¿Por qué? Porque Cobain simplemente es una excusa para hablar de incomunicación, de soledad, vacío y muerte, y aparte del aspecto del artista, poco más encontraréis que os lo recuerde.
Podría ser Kurt Cobain, podría ser River Phoenix, podría ser la propia vivencia del director apoyada en un hecho real para ser contada... La película invita a compartir las últimas horas de un hombre, inmerso en su propio mundo, angustiado y totalmente ausente, que seguramente tiene más en común con los árboles que le rodean, que con el resto de personas que entran y salen de su vida.
No hay historia, apenas hay palabras, la poca acción que encontramos se repite para mostrárnosla de dos modos alternativos, hay ruidos que no sabemos de donde salen, silencios interminables y los momentos musicales escasean, a parte de ser vistos con frialdad, incluso desde fuera de la casa, como si espiáramos lo que está sucediendo dentro.
Si alguien me cuenta esto antes de decidirme a ver Last Days habría pensado ¡Menuda tortura! (más o menos lo que pensaba, sin que me lo dijera nadie) pero el efecto es todo lo contrario. La película se va cociendo en nuestro interior, a medida que va transcurriendo, hasta llegar a sentir qué es lo que está pasando dentro del protagonista.
La acción se realiza en la mente del espectador, o cómo esto es tan relativo y subjetivo, dentro de mi mente, para ser más exactos.
A partir de cierto momento, quizá después de las primeras escenas del bosque, el film crece progresivamente y se convierte en un estímulo continuo. Esto se consigue seguramente a través de las formas utilizadas por Van Sant, pero como ya dije al principio, a mí esa parte se me escapa.
En cualquier caso una cosa me ha quedado clara, Last Days no es (sólo) una película. Last Days es toda una experiencia.
Puede que sea una experiencia que resulta extraña, confusa o inexplicable, pero de todos modos merece la pena.