Quería iniciar una serie de entradas dedicadas a esas películas que me lo han hecho pasar mal en una sala de cine. En el sentido de dejarte perplejo y enojado con la película proyectada. De esas que esperas mucho y no sólo defraudan sino que te dejan desolado, de las que no olvidas en mucho tiempo. Se trata de proyecciones que te revuelven en la butaca y te hacen mirar el reloj constantemente, amén de no recomendarla a diestro y siniestro.
En esto también influye, y mucho, las condiciones externas en las que te encuentras en la sala (aire acondicionado al máximo, volumen ensordecedor, espectadores próximos molestando y hasta el propio estado de ánimo). Pero dejando de lado estos aspectos, me quiero centrar más en las películas en sí. Habría muchas que referenciar, sobre todo, porque me reconozco muy impaciente y he salido antes del fin de la proyección en muchas ocasiones, pero prefiero destacar aquellas de las que tengo un recuerdo grabado por el pesimo rato que me hicieron pasar.
Y quería comenzar con 'Los Vengadores', una cinta estrenada en 1998 y que estaba dirigida por Jeremiah Chechik y protagonizada por un trío de altura: Ralph Fiennes, Uma Thurman y Sean Connery. A priori era una producción muy interesante porque recuperaba, en cierto modo, la exitosa serie sesentera con el mismo nombre. Tuve la oportunidad de ver algún episodio aislado de esta serie británica de culto y me sorprendió gratamente. Muy original y con una escenografía sofisticada y muy "british" realmente llamativa. Todo un clásico. Una pareja de agentes (John Steed y Emma Peel) que unían sus esfuerzos en busca de venganza. Una premisa simple pero que funcionó muy bien, por su cuidada dirección artística y con unos guiones sólidos, además de intérpretes que se ganaron rápidamente el favor del público.
Con esta premisa, Hollywood afrontaba una adaptación moderna, arriesgada y con un presupuesto considerable, además de fichar a estrellas de renombre para secundar el reclamo. Sean Connery como el villano de turno hacía sentir buenos presagios. Además, Fiennes, actor que estaba subiendo enteros como estrella y en la terna femenina a Uma Thurman embutida en ceñidos trajes de superheroína. Pero el fiasco fue grande. Y bien merecido.
El intento de afrontar la adaptación de la serie original de Brian Clemens desde un punto de vista futurista fue una enorme metedura de pata. Los elementos de ciencia ficción sutiles, que rozaban lo surrealista y psicodélico, de la serie original, pasan a convertirse en una declaración futurista al servicio de los efectos especiales. A tenor por el resultado, el intento de recrear la ambientación es fallido, a pesar del enorme empeño y buen trabajo de fotografía, decorados y vestuario. Unos efectos visuales penosos que acompañan a un montaje horrible, que hacen perder al espectador el hilo de la narración desde el mismo comienzo.
La película me hizo sentir desubicado en todo momento. No había manera de comprender lo que ocurría por mucho empeño que le ponía. Tras pasada una media hora y asombrado por el pésimo espectáculo (no recordaba ver a Connery tan patético como en este papel de Sir August de Wynter) llegué a plantearme si la proyección estaba siendo cronológica o se había producido algún salto. De hecho existen graves errores de continuidad narrativa. Intentando encontrar la clave del fiasco, con posterioridad averigué que los 150 minutos de la película se redujeron a los 89 fiinales en la sala de montaje. Lugar donde la demencia y la psicodelia tuvo que hacer estragos entre los montadores.
Uno de los puntos favorables de la serie televisiva fue la tangible química que desprendían sus protagonistas, una atracción que se intuía pero que nunca llegaba a plasmarse con evidencia. Algo de lo que Uma Thurman y Ralph Fiennes carecieron en el rodaje. Nada inspirados, se pasaron por el forro aquello de más vale insinuar, además de que deambulaban como zombies sin convicción en las espantosas escenas de acción que compartían.
Pero el máximo responsable tenía el nombre de Jeremiah S. Chechik, el director que perpetró anteriormente la pésima adaptación 'Las Diabólicas' y lo recordaré para siempre, como el autor de una de las peores películas que jamás he visto en una sala de cine. Si queréis fastidiar a alguien, regalarle esta película en DVD. Os odiarán para siempre.