'Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario', lento inicio

Como dentro de menos de un mes se estrenará la segunda parte de 'Las crónicas de Narnia', que llevará por título 'Las crónicas de Narnia: el príncipe Caspian', retomo ahora la crítica de la primera entrega ya que, cuando se estrenó, aún no colaboraba con Blogdecine. Y antes de escribir mi reseña sobre 'Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario', puedo adelantar que la secuela, que llega el 2 de julio, es muchísimo más entretenida y que la recomiendo, obviamente para quienes disfrutaron de la primera, pero también para quienes no vieron la anterior e incluso para aquellas personas que vieron la inaugural y no la disfrutaron.

Ambos films están dirigidos por Andrew Adamson y basados en novelas de C.S. Lewis. Están protagonizadas por los cuatro niños o adolescentes: William Moseley, Anna Popplewell, Skandar Keynes y Georgie Henley. En esta primera entrega, además, aparecen Tilda Swinton en el personaje de la Bruja Blanca, James McAvoy en el papel del fauno Tumnus y Jim Broadbent, como siempre, haciendo de vejete entrañable.

'Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario' peca demasiado de ser una primera parte. Se ve que en ella se van presentando numerosos elementos que se disfrutarán en posteriores films, pero no entretiene tanto por sí sola ya que esa preparación se hace muy lenta y pesada. La duración de dos horas y veinte es excesiva y casi todo el metraje está lleno de conversaciones aleccionadoras, diálogos que dan información y de escenas que en teoría deberían deslumbrar por su mostrar situaciones de cuento. Se ha confiado demasiado en que el hecho de vivir una fantasía o una ensoñación de por sí tiene que ser tan atrayente y fascinante que con sólo eso sea suficiente. Pero no es así, ya que el cine siempre es una fantasía y una ensoñación y, una vez dentro de una película, se agradece que ocurran cosas.

Por este mismo motivo, también se puede decir como ventaja de esta primera entrega con respecto a la segunda, que los personajes están mejor definidos. Aquí cada uno de los cuatro niños tiene una personalidad diferenciada y una función, por decirlo así, dentro de la historia. Quizá Susan, la mayor de las niñas, sea la que menos necesaria se muestra como personaje, tanto en una película como en la otra. En la segunda parte, Edmund es superfluo con respecto a su hermano Peter. En la primera, Peter es el guapito rubio y Edmund es el segundón, moreno, con pinta de empollón repelente y con muchos celos de la atención que recibe Peter. Por tener estas características, sirve un propósito a la narración, que ya no tendrá en la secuela. En ambas películas, Lucy es la más pequeña, mimada por todos porque además es muy mona y, según la historia, es la más sabia ya que, al ser la menor, tiene mayor capacidad para la fantasía.

Georgie Henley (en la fotografía, a nuestra izquierda), que es quien le da vida a esta pequeña, lo hace muy bien. De los demás chavales también hay que elogiar sus interpretaciones. En cuanto a los adultos, James McAvoy (en la fotografía, a nuestra derecha), como siempre, consigue despertar un encanto enorme y, a pesar de que con otro actor su personaje nos habría parecido totalmente prescindible; cuando este fauno está en peligro, llegamos a sufrir por su vida debido a lo bien que hace su papel McAvoy. Dado que esto es lo que provoca que la película se ponga en marcha, era importante que estuviese logrado. Así que el actor es uno de los pilares fundamentales del film, aunque no lo parezca. Tilda Swinton no tiene problema para interpretar a una despiadada bruja, pero en su contra o quizá más en la del director y los encargados de vestuario, se podría decir que está demasiado exagerada en plan drag-queen.

Los efectos especiales están hechos en 3D y no es difícil distinguir los trucos de la mayoría de los planos que los llevan. No sólo los animales parlantes, que sería normal, sino también proyecciones situadas tras personajes rodados en chroma. El tema de la traición, de la profecía y del destino es muy peliagudo, así que prefiero no analizarlo. Por otro lado, las similitudes con 'El señor de los anillos' son muchas, no sé si es influencia de Tolkien en su amigo y coetáneo C. S. Lewis o coincidencia.

'Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario' se estrenó en una época en la que no estábamos tan saturados de fantasía, a diferencia de 'La brújula dorada', que considero mejor que ésta, pero que apareció cuando el mercado no podía ya asimilar otro producto del estilo. 'Las crónicas de Narnia', supongo que por ello, sorprendió y gustó. Tiene elementos positivos y pasadas las dos horas de desarrollo, hay una batalla interesante y bien resuelta. Pero la segunda entrega ya tendrá batallas y escenas de acción desde el principio y los parlamentos y discursos serán mucho menores.

Para 2010 nos llegará la tercera parte, llamada 'The Chronicles of Narnia: The Voyage of the Dawn Treader', de la mano de Michael Apted. El libro tuvo dos traducciones diferentes para el título: 'La travesía del Viajero del Alba' o 'La travesía del Explorador del Amanecer', aunque lo que literalmente significa es algo así como "el viaje del que pisotea el amanecer" (toma ya) y no sabemos cómo llamarán a la película. El Viajero del Alba, que es como más bonito me suena, es un barco que pertenece al rey Caspian X, protagonista de la segunda película.

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