El cine de animación español está aún lejos de mantener un nivel medio suficientemente solvente para que uno pueda defenderlo con propiedad. Abundan las producciones que pasan casi de tapadillo por las salas de nuestro país, y las cintas más ambiciosas estuvieron lejos de estar a la altura de las expectativas. Recuerdo sobre todo los casos de ‘El Lince Perdido‘ (Raúl García, Manuel Sicilia, 2008) y ‘Planet 51‘ (Jorge Blanco, Javier Abad y Marcos Martínez, 2009) como intentos fallidos de llegar a un público más amplio. La primera apenas la vio nadie pese a estar apadrinada por Antonio Banderas y la segunda, para la que incluso contaron con uno de los guionistas de ‘Shrek’ (Andrew Adamson y Vicky Jenson, 2001), sí que consiguió cierto éxito económico, pero aún estoy por conocer a alguien a quien realmente le gustase.
Ingenuo de mí, creía que las cosas iban a cambiar tras la llegada de la excepcional ‘Arrugas‘, mi película favorita de lo que llevamos de 2012, pero se ve que me equivocada. Y mira que ‘Las Aventuras de Tadeo Jones‘ resultaba prometedora, ya que los cortos que lanzaron a la fama al personaje eran bastante entretenidos, pero la transición al largometraje no le ha sentado demasiado bien a este intento español de homenajear al mítico Indiana Jones.
¿Qué falla en ‘Las Aventuras de Tadeo Jones?
Ya sé que en el caso de ‘Los Mercenarios 2‘ comentaba que no siempre era indispensable contar con un buen guión, pero sí hay casos que resulta básico para que una película realmente pueda dar lo mejor de sí mismo. Y ese es el mayor problema de ‘Las Aventuras de Tadeo Jones’, ya que cuenta con un libreto demasiado endeble a la hora de expandir las simpáticas anécdotas que eran los dos cortometrajes protagonizados por el personaje en un mundo propio que justificase la existencia de un largometraje. La cuestión no es sólo que todo sea extremadamente previsible, dependiente de una excesiva concatenación de casualidades y algo fallido en cuanto a la definición de personajes, sino que no consigue crear algo consistente que nos invite a dejarnos llevar y obviar sus limitaciones.
Sí que hay varios instantes cómicos a mitad de camino de lo simpático y lo divertido, pero existe una marcada tendencia a abusar demasiado de los elementos cómicos predominantes: Las gracietas excesivamente redundantes del personaje de Freddy y su necesidad de sacar dinero de donde sea para poder sacar adelante a su cambiante familia y el hecho de que Belzoni (el loro mudo) se expresa a través del uso de carteles, una especie de running gag muy similar al utilizado con el mono mayordomo de la superior ‘¡Piratas!‘ (The Pirates! Band of Misfits, Peter Lord y Jeff Newitt, 2012). El problema es que cuando no abusan de ellos, el guión abusa del tópico para desarrollar la relación entre Tadeo y Sara y, en líneas generales, la película jamás logra despegar más allá del ‘pues no está mal’ que seguramente sirva para que nadie salga echando pestes de ‘Las Aventuras de Tadeo Jones’, pero también para evitar que la película logre desplegar en algún momento todo su potencial como parodia cañí de Indiana Jones.
De hecho, queda la sensación de ser un mediometraje alargado que hubiese funcionado mucho mejor si tuviese una duración más inusual en nuestros días como los escasos 70 minutos que duraba ‘Un Gato en París’ (Une vie de chat, Jean-Loup Felicioli y Alain Gagnol, 2010). El hecho de que el guionista Neil Landau normalice los rasgos más caricaturizables de Tadeo tampoco ayuda a que esa sensación pierda fuerza, ya que intentar salvarlo con buenos secundarios (algo más habitual de lo deseable en el cine de animación) tampoco le funciona. Y es que ‘Las Aventuras de Tadeo Jones’ es una propuesta demasiado ingenua sin la capacidad que tienen ciertos cineastas para que ese punto llegue a ser una virtud. Sí que esquiva la absurdez de ‘Planet 51’ y la mediocridad de ‘El Lince Perdido’, pero lo que queda se caracteriza por una alarmante falta de chispa.
No todo son problemas
Sería muy injusto despachar la película sin pararnos un momento a hablar de sus virtudes, que también las tiene. La primera, y más evidente, es el salto cualitativo que supone ‘Las Aventuras de Tadeo Jones’ dentro de la calidad de la animación. No sólo los colores (incluyo aquí la iluminación) y las texturas resultan más creíbles, sino que los movimientos de los personajes resultan más naturales de lo que venía predominando en el cine español. Es cierto que no hay un marcado hiperrealismo como en algunas producciones americanas -y también que hay alguna escena abierta que da un poco el cante-, pero tampoco procedía un cambio tan brusco respecto a los dos cortometrajes previos, aunque sí que hay una notable evolución en este apartado.
El trabajo vocal de los actores también está muy logrado. Desde un Oscar Barberán que consigue hacerse fácilmente con el personaje de Tadeo Jones (las pegas sobre él provienen, como casi todo, del guión) hasta una Michelle Jenner que hoy quizá sea más conocida por su faceta de actriz en producciones como ‘Los Hombres de Paco’, pero que cuenta con un amplio bagaje en este campo (suya era la voz española de Hermione en la saga Harry Potter), algo que le ha permitido alcanzar la solvencia de la que aquí hace gala. Por su parte, José Mota puede caer bien o mal, pero es uno de los cómicos nacionales con más talento para el doblaje de cintas animadas (eso sí, siempre por debajo de Florentino Fernández) y gracias a él Freddy no acabe resultando cansino mucho antes de lo que hubiese sido normal.
En definitiva, ‘Las Aventuras de Tadeo Jones’ es un entretenimiento pasable que podría haber sido infinitamente mejor, en especial en cuanto a su guión, el principal responsable de la mayoría de los males de la película. Por lo demás, uno de los mejores acabados visuales existentes en una película de animación española y ciertos gags aquí y allá que funcionan con relativo acierto, pero resultan insuficientes para convertir a ‘Las Aventuras de Tadeo Jones’ en una buena película. Una pena, pero quizá en la más que probable secuela lo solucionen.