No fuimos pocos los que reaccionamos con una mezcla de sorpresa y entusiasmo cuando ‘Canino’ (Kynodontas), tercer largometraje de Yorgos Lanthimos, llegó a los cines. Su provocativa naturaleza –no desvelaré nada de su argumento por respeto a aquellos que aún no la hayan visto, aunque mi consejo es que pongan solución a eso lo antes posible- no dejó indiferente a nadie y creó una gran curiosidad por los posteriores trabajos del director griego.
Lo cierto es que ‘Alps’ (Alpeis), su siguiente película tras la gran acogida –nominación al Oscar incluida- conseguida con ‘Canino’, pasó algo desapercibida, y han tenido que pasar cuatro años para ver la siguiente. Además, con ‘Langosta’ (The Lobster) da el salto al cine hablado en inglés, pero lo hace sin traicionar sus constantes vitales y ofreciéndonos una apasionante rareza que es al mismo tiempo retorcida, reflexiva, absurda, enigmática y divertida. Un cóctel muy singular que da forma a una de las películas del año.
’Langosta’, un cóctel tan singular como fascinante
Todos los que os hayáis informado un poco sobre el argumento de ‘Langosta’ ya sabréis a estas alturas que se trata de una propuesta diferente que nos lleva a una sociedad distópica en la que los solteros tienen que ir a un hotel donde han de encontrar pareja en un número limitado de días. De lo contrario se convertirán en el animal que ellos mismos han de elegir al comienzo de su hospedaje. Una premisa muy fuerte y llamativa que además tiene muchas posibilidades, algo que no sucede en muchos de estos casos, donde pronto surgen los problemas tras un potente punto de inicio.
Lo cierto es que Lanthimos ya nos había acostumbrado a sus peculiares historias, pero también a su capacidad para exprimirlas a fondo y que no se quede todo en una mera singularidad sin profundidad. Como era de esperar, el primer acto se dedica a presentar a los personajes, con especial atención a un Colin Farrell que sabe sacar todo el partido posible a la desorientación vital de David –algo que se contagia al espectador y ayuda a fomentar la imprevisibilidad del relato-, y a realizar un fascinante repaso a las particulares reglas del hotel en cuestión.
En dicho hay espacio tanto para la crueldad como para el humor, pasando por una notable cantidad de estados de ánimo que están perfectamente balanceados en el guión que el propio Lanthimos firma junto a su colaborador habitual Efthymis Filippou, pero también por la muy adecuada fuerza visual que imprime la fotografía de Thimios Bakatakis, la cual ayuda a reforzar esa atmósfera a caballo entre lo absurdo y lo irreal que da otro sentido a unas interpretaciones que en esa etapa de la película se basan más en intentar reducir a la monotonía las emociones de sus protagonistas. Aquí las propias actuaciones juegan un papel esencial, recitando los a menudo hilarantes diálogos en esa línea y manteniendo la credibilidad en todo momento durante los numerosos silencios -incómodos-.
Además, es cierto que ‘Langosta’ no tiene un ritmo vibrante, pero dentro de su ritmo pausado –y perfectamente acompasado por la medida puesta en escena de Lanthimos- sabe cómo ir dando los pasos adecuados para evitar cualquier posible sensación de estancamiento y tiene las explicaciones adecuadas para algunos giros que a priori podría haber resultado un poco forzados, pero que a la hora de la verdad encajan como un guante dentro de lo que nos propone ‘Langosta’: Una reflexión sobre las relaciones románticas en la sociedad actual de una forma que no habíamos visto hasta ahora.
Otros detalles
Todo ello se mantiene cuando Lanthimos decide salir al exterior –yo quizá lo habría adelantado un poco, eso sí- para mostrarnos la otra realidad derivada de los límites sociales establecidos, pero lo hace sin compasión alguna y dejando de lado cualquier posible simpatía hacia cualquiera de las dos opciones. Es entonces cuando la faceta como insólita comedia romántica de ‘Langosta’ gana enteros, pero la película sigue siendo una bofetada emocional en la que, curiosamente, el –absurdo e incómodo- humor nunca es dejado de lado. Todo ello la convierte en una propuesta incómoda y no apta para todos los públicos, ya que o caes rendido ante cómo propone las cosas o seguramente deberías dejar de verla una vez hayan pasado quince minutos o incluso menos.
Lo que sí resulta curioso es que una película tan extrema y devastadora sea tan pausada y controlada –algo que también se traslada a todas las actuaciones-, ya que aquí los excesos surgen más de lo que los personajes dicen que han hecho o lo que ha sucedido en off, lo cual no quita el más mínimo impacto a todo lo que sucede. Aquí sí he de reconocer que la notable presencia de la voz en off llegó a resultarme un poco pesada en algún momento, pero es que Lanthimos acaba justificando a la perfección su utilización. Algo parecido me sucede con el uso de la música, pues es cierto que encaja muy bien con las imágenes y el tono, pero en un par de momentos me resultó más redundante que una forma de definir su estilo. Con todo, pegas –muy- menores.
Eso sí, ‘Langosta’ también demuestra tener su pequeño corazoncito, pero no esperéis nada remotamente similar a las típicas historias de amor cinematográficas, tanto en su planteamiento –aquí reaparecen las bases para iniciar una relación propias del absurdo mundo que plantea- como en su desarrollo y su desenlace. La cuestión es que las reglas tan cuadriculadas de este universo frío y distante -¡hasta los personajes “libres” lo son!- no se llevan bien con cualquier tipo de amor que se amolde a las personas en cuestión y no a las exigencias sociales, y eso es algo que Lanthimos no duda en abordar en todo su esplendor.
En definitiva, ‘Langosta’ es una rareza apasionante que algunos disfrutarán con gran pasión, pero que no me sorprendería que provoque el rechazo de un importante sector del público dadas sus notables peculiaridades en todos los frentes –y no exagerado cuando digo todos-. Por mi parte, creo que es una de las películas más estimulantes del año, pero también lo es otra excelente cinta que se estrenó el viernes pasado, por lo que si queréis apostar más sobre segura os recomiendo esa, pero si os gusta arriesgaros, no dejéis escapar el nuevo trabajo de Yorgos Lanthimos.
Otra crítica en Blogdecine: Cannes 2015 | La langosta de Lanthimos
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