Han pasado más de diez años desde que Jim Mickle llamase la atención de propios y extraños con su primer largometraje de terror, 'Mulberry Street'. Durante todo este tiempo, el director ha demostrado carácter y personalidad, ya sea en el campo del remake, como hizo con 'Somos lo que somos', o adaptando novelas con soltura, caso de 'Frío en julio'. Ahora, el realizador de la muy de culto 'Stake Land' aterriza en Netflix con su último trabajo, 'El lado siniestro de la luna'.
Misterio para todos
Rodeado del siempre eficiente Boyd Holbrook, el viejo conocido Michael C. Hall, la revelación Quincy Kirkwood y Bokeem Woodbine en el papel más sobreactuado del año, Mickle se encarga de un guión ajeno, firmado por Gregory Weidman, Geoffrey Tock, para ofrecer un thriller de ciencia ficción con aires de cine clásico de género que por momentos se ve lastrado por una arritmia que pretende jugar a favor de obra pero termina lastrando parte del conjunto.
En 1988, el agente de policía Thomas Lockart (Boyd Holbrook), para hacer méritos con vistas a un ascenso, investiga a un asesino en serie que reaparece cada nueve años. Cuando los crímenes empiezan a desafiar toda explicación científica, Thomas sigue tan obsesionado que la investigación podría destruir su carrera, su familia e incluso su cordura.
El punto de partida de la película es, en efecto, muy atractivo. Muertes simultáneas, aleatorias y con una metodología inaudita. Pero teniendo en cuenta que la primera secuencia de la película nos sitúa en un entorno futurista, buena parte del factor sorpresa que pudiera tener la trama se ve afectada por la misma. Una secuencia que, además, luce como si todo el dinero de las arcas de la plataforma destinado a efectos digitales hubiera ido a parar a la película de Martin Scorsese.
Maldito cumpleaños
Donde Mickle se encuentra más cómodo es, como siempre, en el aspecto tremendista y más violento, así como en las distancias cortas entre personajes. No faltan planos descarnados o sangrientos, pero es en los pequeños momentos íntimos donde se aprecia el trabajo de atmósfera del director. La relación desesperada entre padre e hija a lo largo de los años funciona bastante mejor que la caracterización del primero.
'El lado siniestro de la luna' se sitúa dentro de esa corriente tan habitual de la cocción a fuego lento, pero sin soltarse de la estela de fantástico maduro, algo pulp, casi de serie b, que títulos como 'Predestination' o 'Upstream Color' han sabido relanzar en los últimos años.
Jim Mickle entrega un competente título que de haber surgido en la época en la que arranca la acción habrían hecho de ella un auténtico "clásico de culto", en la línea de 'Hidden: Lo oculto' y otros tantos festines de buffet libre que tanto bien hicieron antes de desaparecer. Puede que le falte un poco de brío, un remate final, algo más de cariño y la confianza en sí misma que sí tenían las otras, pero aquellas películas destinadas a tener una vida comercial en las salas de cine pasaron a mejor vida. Ahora llegan en forma de directos a televisión y eso suele notarse casi siempre.
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