No me cabe duda de que el gran estreno cinematográfico de esta semana en España es la lamentable ‘La jungla: Un buen día para morir’ (‘A Good Day To Die Hard’, John Moore, 2013), pero no es el único título de relumbrón que llegó ayer a los cines españoles. Y es que un thriller de corte político protagonizado por Mark Wahlberg y Russell Crowe tiene garantizada la curiosidad de multitud de espectadores, pero ya os avanzo que estamos ante otra decepción bastante pronunciada.
Al igual que con la nueva aventura de John McClane – o al menos el personaje se llama así- , me dejé llevar por la ilusión cuando me enteré de que ‘La trama’ (‘Broken City’, Allen Hughes, 2013) iba a recibir la calificación por edades R en Estados Unidos, ya que es habitual que muchas cintas pierdan fuerza para así llegar a una cantidad de público mayor, pero lo que no podía esperarme es que Allen Hughes fuese tan incompetente como para desaprovechar por completo esa rara libertad que había conseguido. Lo peor de todo es que ‘La trama’ es un ejemplo perfecto de película sin garra alguna, que desperdicia sus posibilidades en subtramas irrelevantes o cansinas y que, en líneas generales, produce la misma satisfacción que tomarse un vaso de agua muy caliente cuando el sol te está dando de lleno y la temperatura supera los 40 grados: Es lo que querías, pero no así.
La premisa no es que sea nada del otro mundo: Un policía noble asesina a un criminal que ha conseguido burlar a la justicia y se ve básicamente obligado a abandonar el cuerpo y reconvertirse en detective. Años después, el mismo alcalde que le pidió que dejase la policía le encarga investigar a su esposa, ya que está convencido de que tiene una aventura, pero la realidad es algo mucho más complicado. Cambiando un par de matices suena a algo ya visto en infinidad de ocasiones, por lo que es necesario darle algún giro para que no sea una película rancia ya de entrada, y lo cierto es que lo intentan a través de un amplio desarrollo del personaje interpretado por Mark Wahlberg. El problema es que difícilmente podrían hacerlo peor.
La conexión emocional del espectador con los personajes es algo imprescindible para que nos importe lo que hagan o les pase, pero la cosa se viene abajo cuando nos da igual que mueran, triunfen o su trama quede inconclusa. Esto suele ser consecuencia de un guión que no presta la suficiente atención a sus personajes, en el caso de Mark Wahlberg y ‘La trama’ se dedica mucho metraje a dejarnos claro que no es un hombre perfecto – problemas con el alcohol incluidos- , pero que hará lo que sea para que el bien triunfe sobre el mal. En busca de una mayor profundidad se intenta explorar en las consecuencias personales de tomarse la ley por su mano y cómo ha acabado emparentado con la hermana de la víctima que vengó, incluyendo también una visita a sus padres que busca revolver la conciencia del espectador.
¿Qué consigue la película con prestar tanta atención a Wahlberg? Aburrirnos, ya que nos importa un pimiento que su novia quiera ser actriz y un desnudo suyo cause una fatídica discusión o que los evidentes flirteos de su asistente no vengan a cuento de nada. Es loable el querer dar más relieve al personaje, pero a la hora de la verdad resultan meras redundancias que nos apartan de lo realmente importante. Aquí otro problema quizá aún más grave: Estamos ante una conspiración de garrafón que opta tanto por la corrección que no podría más insatisfactoria, tanto por lo previsible que es – apenas hay un giro del guión de Brian Tucker que relativamente funcione bien- como por la escasa habilidad de Hughes para ofrecer algo mínimamente estimulante. Las cosas pasan y la conspiración se va aclarando sin conseguir suscitar más que indiferencia en el espectador.
Es una pena que ‘La trama’ no indague algo más en una posible reflexión sobre que los políticos – o al menos algunos de ellos- son los nuevos gánsteres, pero conocen tan bien las limitaciones legales del sistema que no sólo no tienen que recurrir a sobornos, sino que son ellos quienes los reciben. Es por ahí donde el personaje de Russell Crowe coge cierto interés, pero sus minutos en pantalla no son suficientes para que la sensación de amenaza invulnerable triunfe, algo que el propio guión echa por la borda con una simple frase en la que dice que su único peligro es la gente que conoce. Además, la fallida mayor dedicación a Wahlberg se traduce en que otros muchos personajes apenas van más allá de lo anecdótico, y es una pena porque, por poner un ejemplo concreto, Kyle Chandler – que va camino de convertirse junto a Bryan Cranston en el secundario que hay que tener en toda producción de cierto nivel- consigue destacar en las apenas 2-3 escenas.
No es que ‘La trama’ sea una tomadura de pelo y realmente tampoco merece la consideración de mala película, pero sí es una tontería totalmente prescindible que abraza abiertamente la mediocridad y se hunde aún más en ella en sus - escasos- intentos de tener cierta personalidad. Al final lo único que queda es la alegría de que ya se haya acabado y la certeza de que en poco tiempo jamás volveremos a acordarnos de ella. Con todo, si vuestra elección está entre la película que nos ocupa o la porquería de ‘La jungla: Un buen día para morir’, ésta no llega a hacerse tan aburrida y no destroza ningún personaje mítico. Triste consuelo, lo sé.
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