El pasado trece de marzo se estrenó en España ‘Lejos de la tierra quemada’ (‘The Burning Plain‘), una película cuyo máximo interés reside en que es la primera película de Guillermo Arriaga. Hasta ahora, este hombre se había dado a conocer por firmar los guiones que dirigía el también mexicano, pero mucho más famoso, Alejandro González Iñárritu. Como es de sobra conocido, la sociedad que ambos formaban, y que tan buenos resultados estaba dando, se fracturó tras ‘Babel’, cuando el guionista se rebeló y se quejó de la posición que tenían los escritores en el cine, donde el director se lleva todos los honores.
Así que Guillermo Arriaga fue por libre, tomó uno de sus guiones y lo dirigió, convirtiéndose esta vez, de forma indiscutible, en el autor de una película. El máximo responsable del producto final; la persona que ha creado la historia y la ha trasladado a la pantalla, controlando todo el proceso. Y no me tiembla la mano al escribir que a Arriaga le ha salido el tiro por la culata. Ya no hay ninguna duda, porque está solo, y a falta de ver lo que ha hecho Iñárritu por su cuenta (‘Biutiful’, con Javier Bardem), parece evidente que fue la mano de éste la que aportó mayor valor a las películas en las que ambos participaron.
Personalmente, creo que ‘Babel’ es un ejemplo perfecto de película fallida. Una historia a gran escala, con temas universales que nos interesan a todos, muchos personajes (algunos de ellos interpretados por estrellas, que siempre ayuda), y gente de talento por todas partes, delante y detrás de las cámaras. Sin embargo, no deja de ser un drama artificioso, muy bonito pero también muy hueco. Y ‘Lejos de la tierra quemada’ es como ‘Babel 2’, pero en pequeño y sin ninguna chispa. Como si Iñárritu le hubiera dejado la batuta a Arriaga, que cree que eso de dirigir es muy fácil, y se limita a imitar las maneras del primero, intentando hacer algo parecido con una historia de corte similar (pero bastante más modesta). Y no le sale.
Ya sabemos que tanto la una como la otra, lo mismo que ‘Amores perros’, ’21 gramos’ o ‘Los tres entierros de Melquiades Estrada’, vienen del mismo sitio, de la misma cabeza pensante. Y habría que estar realmente tocado del ala para no darse cuenta, porque Guillermo Arriaga no deja de repetirse, logrando un inevitable cansancio en quien intenta descifrar qué rayos quiere contar este hombre con esas formas tan rebuscadas, cuando en realidad todo es de lo más simple. De hecho, gran parte de la culpa de que ‘Babel’ no fuera mejor, estaba en el guión, porque volvía a jugar sobre lo mismo, llevando las cosas un poco más al límite por eso de querer hacer una película mayor.
En ‘Lejos de la tierra quemada’ se da un paso atrás, no sólo por las pretensiones o el presupuesto del proyecto, sino también porque es el primer largometraje de su autor, y eso es algo que hay que manejar con cuidado. Pero estaba decidido a superar un reto, a volar solo, a reivindicarse. Desgraciadamente, no entrega algo nuevo, sólo repite lo que el público conoce, quizá para convencerle de que ésa es su marca de fábrica. Que eso que vieron se parece a esto sencillamente porque estaba él detrás. Una reivindicación en forma de película anodina, aburrida, que no aporta nada.
Así que, otra vez, nos encontramos con una película desordenada, en la que el espectador debe ir uniendo piezas para dar sentido a la narración, y comprender a los personajes y sus acciones. El problema es que en ‘Lejos de la tierra quemada’ no hay nada que nos haga querer hacer ese esfuerzo, la historia carece de interés, los personajes no parecen tener nada inteligente que decir, y todo sucede de una forma tan aleatoria, absurda, tan ilógica, que ver la película puede llegar a convertirse en una experiencia realmente tediosa. Supongo que cada uno tendrá su forma de verlo, y es comprensible que el señor Arriaga tenga sus teorías, pero a mí me parece que fracturar de esta forma la narración debería estar más justificado.
A menudo, mi padre, un verdadero cinéfilo, me comenta que le llega a molestar que se hagan tantas películas que no siguen un orden lineal de los acontecimientos, que no sean capaces de mostrar una narración de estilo clásico, quizá por temor a parecer corrientes y faltas de originalidad. No puedo dejar de darle la razón, y es que el montaje, me parece, no debería distraer de lo que sucede en la pantalla, sino todo lo contrario, facilitar la narración. Es imposible entrar en el drama de esta forma. Si se rompe la ilusión, la magia de una historia falsa recreada, el espectador no puede concentrarse en ella, y se pierde el vínculo, se evade; la película falla.
No obstante, la película puede verse como una curiosa secuencias de bonitas postales desordenadas, y si no has visto nada de lo anterior que ha escrito Arriaga, seguramente te inquietará la forma en que está estructurada (luego ordena la historia y descubrirás que un gato lavándose después de comer es un acontecimiento bastante más complejo). Sin duda, aparte de ser el debut de este guionista, la película cuenta con el gancho de un reparto encabezado por Charlize Theron, Kim Basinger, Joaquim de Almeida, John Corbett y Robin Tunney, entre otros.
La mala noticia es que ninguno de ellos está realmente aprovechado, salvo que consideres que sacar desnuda a la primera en varias ocasiones es ya suficiente aprovechamiento. Theron sigue creyendo que alejarse de su imagen de guapa modelo, llorar y mirar al horizonte la convierten automáticamente en una gran actriz, cosa que no es (por el momento); pero no hay que menospreciar su esfuerzo y reconocer que, por lo menos, intenta hacer cosas diferentes. Por lo demás, destacar la negativa labor de Jennifer Lawrence, que interpreta a la protagonista en su adolescencia y que no es capaz de hacer creíble ninguna escena, especialmente cuando se quema el brazo o va de perturbada sexual. Los mejores, Basinger y Almeida, que salen poco y cumplen con sus superficiales papeles.