'La sombra del poder' es el título con el que se ha estrenado aquí 'State of Play', adaptación norteamericana de una miniserie británica de la BBC. El encargado de llevar a cabo la tarea ha sido el realizador Kevin Macdonald, ganador de un Oscar por el documental 'One Day in September' y del que ya habíamos podido ver una primera película de ficción, 'El último rey de Escocia' (curiosamente, con James McAvoy, uno de los protagonistas de la citada serie de la BBC). Macdonald tenía a su disposición un material verdaderamente interesante, explosivo incluso, y sobre todo, forrado de éxito. Sólo necesitaba no dejarse llevar por el entusiasmo, tampoco darle un aire moderno a la realización, sólo centrarse en las dos mejores armas de la obra: la trama y los dos personajes principales.
Dos personajes que son Steven Collins y Cal McCaffrey, viejos amigos, distanciados en el presente por un episodio pasado del que no quieren hablar, por lo que el espectador deberá averiguarlo (si quiere) a partir de pistas, nada sutiles dicho sea de paso, que van dejando tanto ellos como el tercer elemento de la ecuación. Pero el tiempo pasa y la amistad vuelve a salir a flote, como suele pasar, en tiempos difíciles para uno de ellos. Steven, prometedor y atrevido congresista, lo tenía todo en sus manos y estaba a un paso del cielo, pero su ayudante, con la que mantenía un romance, muere en extrañas circunstancias, y tanto su carrera como su vida personal se tambalean. Así acude a Cal, periodista, de los de antes, en busca de ayuda.
Sin embargo, antes de mostrarnos la relación entre ambos, antes incluso de que nos los hayan presentado debidamente, comienza tratando de captar la atención del público que ha ido al cine buscando un thriller de acción. De este modo, Kevin Macdonald nos presenta una nerviosa secuencia donde un tipo huye de otro, aparentemente porque lleva una maleta con información que vale su peso en oro. Como es de esperar, porque si no, el plano del tipo escondido no duraría tanto, el perseguidor encuentra a su víctima y lo ejecuta (cosa que aparece en el tráiler, además). Cuando el asesino piensa que lo ha solucionado todo, otra persona pasa por allí por casualidad, y antes de que pueda huir y ponerse a salvo, recibe también un par de impactos en la espalda. Más gente aparece y entonces el ejecutor debe huir.
Como suele ocurrir cuando algo se hace deprisa y de forma chapucera, quedan más cabos sueltos que atados. Por un lado, tenemos que el segundo tipo que aparece no está muerto, ha sido ingresado y pronto podrá hablar, dando una descripción del asesino, y por otro, la cámara nos revela que había otra persona escondida en el lugar de los hechos, alguien que aparecerá más tarde para dar importantes detalles del caso al protagonista, ayudándole a progresar en su investigación. Pero aquí no acaba la cosa. Por si el espectador no tuviera ya suficiente con todo este desaguisado, resulta que hay otra muerte más. Una chica parece estar esperando para subirse al metro, pero acaba debajo de él. ¿Suicidio, asesinato? En cualquier caso, otro cadáver más, otro asunto más a resolver. Antes de que podamos acomodarnos en el asiento, 'La sombra del poder' nos impacta en pleno rostro.
No he tenido la suerte de ver la serie original que se adapta aquí, pero creo que no me equivoco demasiado si la culpo de la complicada trama, de todos los giros y sorpresas, del ritmo endiablado de la historia, y también de la variedad de cuidados personajes que pueblan este apasionante mundo de ficción. Porque ya sabemos que esta pobre y caótica realidad en la que gastamos nuestro tiempo no tiene nada que ver con esta película, pero es inevitable que la magia del séptimo arte nos atrape y nos haga sentir dentro de un espectáculo orquestado con la única finalidad de entretenernos durante el rato que las luces de la sala permanecen apagadas; con el propósito de que, mientras la película pasa por nuestras retinas, creamos que lo que ahí sucede es tan real como lo que hay fuera del templo.
Y claro que hay hechos increíbles, claro que vemos a actores conocidos en lugar de a personas de carne y hueso (más aburridos, menos ingeniosos), pero es que a veces, muchas veces, la realidad es una completa plasta aburrida y sosa, donde no ocurre nada que atrape nuestra atención durante más de unos segundos, el tiempo de descubrir que no pasa nada, que sólo ha sido el ruido de un cajón o el vuelo de una paloma. Lo que quiero decir es que resulta, al menos para mí, fascinante el modo en el que 'La sombra del poder' nos presenta el mundo, especialmente la profesión de periodista; de haber visto esta película siendo un niño, posiblemente habría emular a Cal en su implacable búsqueda de la verdad. Y es que aunque la película no nos la presenta como una profesión fácil, carente de conflictos casi insalvables, esto no hace más que realzar la figura del periodista. Pero ojo, sólo del verdadero, valiente y honesto periodista. Es el héroe aquí, el centro de nuestras miradas, y gracias a un fantástico Russell Crowe, Cal se convierte en un personaje doblemente interesante (esto no va con segundas).
Si bien Crowe vuelve a bordar otro personaje (y ya van unos cuantos), aportando luz y calidad a la película, no ocurre lo mismo con el actor que encarna al congresista, un personaje que parece que podía dar mucho más juego de lo que se ve en 'La sombra del poder'. Es entonces cuando toca lamentarse de que Edward Norton abandonara la producción y dejara su puesto a Ben Affleck, un hombre que ha demostrado tener más talento detrás de las cámaras que delante; ahí tenemos 'Adiós pequeña, adiós', su estupendo debut. No obstante, soy de los que creen que el actor no es tan malo como lo pintan, pero sí que se mete a interpretar papeles con los que no sabe desenvolverse demasiado bien. Es el caso de este Steven Collins. Affleck lo intenta, pero no consigue hacer creíble a su personaje, todo lo contrario que Cal, al que Crowe encarna de forma pasmosa. Le da vida, y el espectador se convence de que el periodista no puede ser de otra forma, que es así y tiene el rostro de Crowe por pura casualidad.
Cabe destacar también la enriquecedora presencia de actores como Jason Bateman, Helen Mirren, Rachel McAdams, Robin Wright Penn, Viola Davis y Jeff Daniels en papeles secundarios, y aunque unos están más acertados que otros (por ejemplo, creo que Bateman está genial y Mirren muy desaprovechada), en general contribuyen a dar más energía al conjunto. Un conjunto al que le encuentro pocas pegas, al margen de lo ya dicho sobre Affleck, y de un final demasiado rocambolesco (en la serie quedaría bien, pero aquí sobra, alargando la película innecesariamente), puesto que creo que cumple con su principal objetivo de entretener durante todo su metraje, sin que uno se despegue de la pantalla, ni se le pase por la cabeza que han vuelto a darle gato por liebre. 'La sombra del poder' es un estupendo thriller de intriga con una historia muy bien trenzada que nos devuelve el mejor cine palomitero, ese que Hollywood, cuando quiere, hace como nadie.
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