Nos encontramos ante una de esas películas que es muy probable que hayan suscitado en sus distribuidores horas de dudas y discusiones sobre si probar suerte lanzándolas a lo grande en pantallas de cine dentro de salas a las que hay que entrar pasando antes por taquilla o si resignarse a ofrecérnosla directamente en un formato redondo, que se compra o alquila y se ve desde el cómodo sofá de casa o incluso regalárnosla a través de televisiones que hayan costeado su emisión. 'La sombra de los otros' ('Shelter', 2010), de Måns Mårlind y Björn Stein, en mi opinión, habría estado mucho mejor para cualquiera de las dos últimas opciones. No obstante, el día 1 de junio vivió un estreno en cines, quizá alentado por la obtención del principal galardón en el Festival de Cine de Estepona o por la participación de Julianne Moore y Jonathan Rhys Meyers.
Ni thriller ni sobrenatural
'La sombra de los otros' se anuncia como thriller sobrenatural y es en esta mezcla donde quizá se halle su primer punto cuestionable. Comencé a verlo previendo que se acercaría más al thriller psicológico y que se experimentaría como un capítulo de serie de investigaciones de asesinatos, es decir, que no destacaría por encima de los varios casos que nos llegan a la semana sin mayor importancia, pero que resultaría tan entretenido o llevadero como cualquiera de ellos. Según va avanzando, se va perfilando cada vez más el tono de terror que, si bien en un primer momento sí se había dibujado con el estilo de realización –sobre el que profundizaré más adelante–, no había quedado establecido por completo a causa de los sucesos mostrados.
Este paso hacia lo sobrenatural supuso para mí una decepción, no porque en un principio rechace la opción fantástica, sino porque suponía la constatación de que los posibles alicientes del género anterior desaparecerían, a la sazón: la resolución del misterio gracias a la localización de pistas y al uso de la lógica. Al difuminarse la explicación científica, en su lugar, tendría que introducirse el elemento de la tensión, el suspense y el nervio que caracterizan al género de terror. Pero nada de eso me transmitió la puesta en escena de Mårlind y Stein (autores de 'Storm'), que solo toma del género los sustos de sonido y los efectos de montaje tan sobados como artificiosos. Los personajes siniestros y las muertes grotescas, sin llegar a causar la risa, están más cerca de despertar este sentimiento que el del escalofrío.
Por otra parte, que no haya una explicación que concuerde con las leyes de la física tampoco debería justificar que muchas de las incógnitas queden sin resolver o que varias de las actitudes resulten absurdas, pero así es como se las gasta esta cinta. El guion de Michael Cooney va dando los pasos marcados sin sorprender con ni uno solo de los giros y el ápice de originalidad que presenta no está explotado o explicado con suficiente convicción como para que resulte destacable.
Tono de terror, pero sin atmósfera
Decía que los suecos sí apuntaban al tono de terror con sus decisiones de dirección: fotografía oscura que no por ello disimula el empleo del digital, encuadres rebuscados de los que alguno queda aparente… Pero lo que no consiguen es la atmósfera, faceta fundamental para que funcione el factor fúnebre, valga la aliteración. Ese esfuerzo mayor de lo habitual por dar con el plano llamativo, lejos de amenizar el visionado, lo que logra en ocasiones es sacarte de la ficción, por ejemplo, con el movimiento de cámara del inicio, en el que todos los personajes permanecen paralizados, esperando a que la objetivo llegue a su lugar definitivo y, a partir de entonces, dan comienzo las interpretaciones.
Cuesta imaginar las motivaciones de una actriz como Julianne Moore para aceptar este papel. Su protagonismo es absoluto y el personaje, sobre el papel, podría haberle sonado atrayente, pero creo que no quedaría duda de la falta de interés del resultado solo con la lectura del guion. Se puede comprender en el caso de Jonathan Rhys Meyers, ya que su personaje le permite lucirse desplegando versatilidad y adaptabilidad. Claro que actuar debería ser algo más que ser capaz de superar una de las pruebas que se llevan a cabo durante las sesiones de cásting.
En definitiva, 'La sombra de los otros' merece poca atención, ya que parte de un guion poco original y mal resuelto en casi todos sus aspectos, incapaz de sorprender o de contagiar el miedo. La realización de los directores suecos no suple las carencias de partida y siquiera la interpretación de grandes actores compensa. Quien sea tan amante del género de terror que necesite dosis constantes, podrá encontrar satisfacción aquí ya que, por otra parte, las hay peores. Pero si no se está sufriendo síndrome de abstinencia, prescindir de ella o esperar a su llegada al formato doméstico puede suponer la mejor decisión.