Los blockbusters son los grandes protagonistas de la cartelera cinematográfica durante todos los veranos desde hace ya mucho tiempo. Sin embargo, las llamativas campañas promocionales detrás de títulos como ‘Transformers: El ultimo caballero’ (‘Transformers: The Last Knight’) o ‘Spider-Man: Homecoming’ no deben hacernos olvidar que llegan otro tipo de propuestas que merece la pena tener en consideración.
Uno de esos títulos alejados de los presupuestos masivos que ha llegado a las salas hace bien poco es ‘La seducción’ (The Beguiled’), nueva versión del clásico de Don Siegel protagonizado por Clint Eastwood que en esta ocasión ha comandado Sofia Coppola. Con el aliciente de su histórico galardón en Cannes, estamos ante un estimulante remake que opta por trasladar el punto de vista dominante con el objetivo de contarnos la historia de una serpiente que ha quedado atrapada entre tinieblas sin ser consciente de ello.
Trasladando el eje del hombre a las mujeres
Uno de los cambios más destacables de ‘La seducción’ respecto a ‘El seductor’ es que Coppola no tiene tanto interés en ahondar en el personaje interpretado por Colin Farrell, de ahí que se prescinda por completo de esos pequeños flashbacks de la cinta de Siegel para dejar claro que era un astuto y sucio manipulador. Aquí eso es algo que el espectador se huele desde el principio y que luego va confirmándose con sus reacciones ante la actitud de las mujeres de ese aislado colegio para señoritas.
Lo que realmente le interesa de él es su capacidad para fascinar a todas ellas, todo un hito teniendo en cuenta que sus personalidades son francamente diferentes. Quizá por ello haya momentos en los que casi parece que cosifique a Farrell, algo en lo que Coppola incide en determinadas escenas a través de un preciso trabajo de dirección. A fin de cuentas, él cree que va adueñándose de la situación cuando en realidad sigue totalmente a su merced.
Al respecto me llamó poderosamente la atención que Coppola subraye ese ritmo lento, casi lánguido, con el que desarrolla la acción a través de la apagada fotografía de Philippe Le Sourd, llegando a crear un clima a caballo entre lo onírico y lo fantasmagórico que solamente se rompe parcialmente cuando personajes ajenos al colegio aparecen en determinada escena. Salvo por eso, la atmósfera es consistente en ese puntito siniestro que tiene y sitúa a ‘La seducción’ en un plano en el que la realidad no importa tanto como las emociones.
Ahí es donde Coppola dibuja una serie de personajes femeninos de una forma más elaborada que la cinta de Siegel, algo palpable incluso en la pequeña Amy interpretada por Oona Laurence -la hija en la ficción de Jake Gyllenhaal en la estimable ‘Redención’ (‘Southpaw’)-, pero sobre todo en los personajes de Nicole Kidman, Kirsten Dunst y, en menor medida, Elle Fanning. ¿El motivo? El conflicto entre lo emocional y lo sexual que surge a raíz del interés que va mostrando Farrell en todas ellas.
‘La seducción’, un remake estimulante y complementario
La clave es que eso se muestra de forma más sutil en lugar de recurrir a la confrontación directa entre ellas, dejándole a él en un segundo plano. Como he mencionado, él cree que las está manejando, pero en realidad es un lobo que ha querido jugar con sus presas cuando aún estaba en una clara situación de debilidad. Una pésima idea que no tarda en volverse en su contra.
Si nos fijamos en las líneas maestras del relato, lo cierto es que todo lo esencial de ‘El seductor’ sigue ahí, pero aquí entendemos mejor qué pasa por la cabeza de todas ellas y qué hace que vayan cayendo rendidas a sus encantos. Puede ser mera lujuria fruto de ser el único hombre disponible hasta que su educada y dispuesta actitud hace que vayan bajando la guardia. Lo único seguro es que la curiosidad es algo común a todos los personajes femeninos y él hace lo posible por explotarlo.
Eso permite tanto a Kidman como Dunst y Fanning sacar todo el partido a los personajes que tienen a su disposición, contando además con la total complicidad de Coppola para diferenciarlas tanto en personalidad como incluso en algún detalle de puesta en escena. Por su parte, Farrell prácticamente siempre está ahí, a la expectativa, siendo ese punto de conexión con una realidad que en ese colegio tenían casi olvidada -eso no sucedía en la versión original, pues ya estaba ahí el personaje de la criada para recordárnoslo en todo momento- ante las rígidas normas para que todas estén ocupadas la mayor parte del tiempo.
¿Podría haber sido más desatada incluso dentro del tono un tanto lánguido por el que apuesta Coppola? Sin duda, y también le habrían venido bien unos pocos minutos más no para deleitarse en la situación, sino para incidir más en la fascinación que despierta en las otras alumnas, pero el conflicto es el que es y era complicado extenderlo más sin caer en lo redundante.
En definitiva, una propuesta notable que sabe diferenciarse muy bien de la película original sin traicionarla en ningún momento. Allí el hombre era el eje, mientras que aquí el peso recae más en las mujeres. Del seductor a la seducción, y eso porque referirse a ellas como las seducidas quizá daría una imagen errónea de la cinta que nos ocupa como un todo. Todo ello aliñado con muy buenas interpretaciones y un tono reposado que sirve para juguetear con esa realidad aparte, desconectada de la del mundo real, que lo hace todo más estimulante.
Otra crítica en Espinof: ‘La seducción’, un siniestro y etéreo gótico sureño que complementa al original
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