Las sagas cinematográficas son una de las cosas que más polariza el interés de los espectadores. Puedes amar una con todas tus fuerzas y creer que es el mejor invento desde el pan de molde, pero habrá otras personas que te contradigan y defiendan con pasión su favorita. Me vienen ahora a la mente los casos de ‘Star Wars’ y ‘Star Trek’ y la multitud de chascarrillos que esa rivalidad ha generado. Sin embargo, no es tan habitual que de una misma saga haya gente que la ame con tal pasión que llegue a lanzar amenazas físicas hacia quien haga algo que sienta como una afrenta hacia “su” saga, y tampoco que haya una inmensidad de gente que lo desprecie como si le fuera la vida en ello. Eso es lo que pasa con ‘La saga Crepúsculo’, para la cual parece que sólo existan las opciones de amarla con pasión u odiarla profundamente, mientras que las posiciones intermedias parece que no le importen a nadie. Blanco o negro.
Estoy seguro de que todos sabéis el eje básico de la trama de estas películas: Bella Swan es una adolescente virginal que conoce a Edward, un extraño chico que resulta ser un vampiro, pero no uno de los malos, porque él no se alimenta de sangre humana. Parece que se enamoran mutuamente, pero entra entonces en escena Jacob, un hombre lobo que también puja por el amor de la protagonista (lo cierto es que expuesto así suena muy ridículo todo). En las películas, surgen problemas que luego se resuelven de forma acelerada (y de formas no muy vistosas dadas las restricciones presupuestarias), pero la clave es que Bella ya se ha decidido y se casa con Edward. El problema es: ¿Qué pasa si tienes sexo con un vampiro siendo aún humana? ¿Los vampiros aún tienen espermatozoides vivos? ¿Hasta qué punto puede colar lo de quedarse embarazada de un vampiro? ¿Por qué si eres virgen y te tiras a un vampiro no usas condón? ¿Abortar de un vampiro es realmente abortar? ¿Realmente me importa algo de lo que estoy viendo? Y más preguntas que vendrán a vuestra cabeza si os decidís a ver ‘La saga Crepúsculo: Amanecer, parte 1’.
Mi postura ante ‘La saga Crepúsculo’
Quiero dejar ya claro que yo no soy un fan de la saga, aunque, por mucho que me duela admitirlo, he visto las cuatro entregas hasta la fecha en una sala de cine. Y por la primera incluso llegué a pagar mi entrada. Tenía curiosidad. Eso sí, ‘Crepúsculo’ me pareció una nadería insustancial y las cosas no mejoraron con ‘Luna nueva’, una mamarrachada de mucho cuidado que al menos contenía algo más de acción. Sin embargo, sí que noté un cambio en ‘Eclipse’, donde se mantenía la naturaleza absurda de la propuesta y había unas cuantas escenas que coqueteaban con la vergüenza ajena, pero también un desarrrollo argumental más tolerable e incluso ciertas escenas transmitían algo de naturalidad. Eran pocas, pero ahí estaban. Es por ello que yo hasta tenía curiosidad por ver si fueron imaginaciones mías o realmente había alguna esperanza de que ‘La saga Crepúsculo: Amanecer, parte 1’ fuese, no una buena película, pero sí algo que puede verse y olvidarse sin más.
Una cosa que me llamó mucho la atención fue que Summit Entertainment, el pequeño estudio detrás de la saga, se empeñó en contratar a algún director reputado para el cierre de la historia. Finalmente, el elegido fue Bill Condon (ya sé que es muy fácil, pero abstenéos de hacer chistes con su apellido), el cual no dirigía ninguna película desde ‘Dreamgirls’ allá por el 2006. No obstante, no esperéis que Condon aborde los temas sexuales en la película con la misma habilidad que mostró en ‘Dioses y monstruos’ o ‘Kinsey’, ya que los límites que marca la historia y la necesidad de llegar al público joven lo limitan todo a torsos desnudos (Taylor Lautner no tarda ni cinco segundos en quitarse la camiseta en su primera aparición), escenas en traje de baño y/o bikini o falsos desnudos, vamos, esos momentos en los que los actores (o sus dobles) no llevan ropa, pero la cámara evita estrategicamente mostrar más de lo debido. Obviamente, me creo que haya escenas más comprometidas que se han quedado en la sala de montaje y no me sorprendería la aparición de una edición en dvd/bluray conocida como el Montaje para adultos. Habrá que ver hasta donde llega la codicia.
Entrando ya en aspectos artísticos, Condon mantiene la línea creada por David Slade en ‘Eclipse’, es decir, dejar fluir la historia hasta donde ella misma puede llegar e intentar limitar al máximo las escenas que provocan las carcajadas entre el público no fan de la franquicia. Aquí es donde aparece uno de los males irresolubles de la historia, y es que ésta no da de sí para ofrecer algo que cumpla unos mínimos de interés durante todo el metraje. A mí me interesan muy poco los apuntes (muy pero que muy) superficiales sobre el aborto y quién es la persona que finalmente decide o el ridículo misterio sobre los motivos detrás de que Bella enferme, cuya resolución, aparte de previsible, no podía ser más aleatoria. También es verdad que Melissa Rosenberg, guionista de todas las adaptaciones de los libros de Stephenie Meyer, tampoco podía contar mucho más teniendo en cuenta los elementos con los que contaba. ¿Quizá una única película adaptando todo el libro hubiese salido hasta buena? Eso es algo que nunca sabremos. Por lo demás, no se nota demasiado el aumento de presupuesto en la parte visual, porque las apariciones de los licántropos tampoco son muy abundantes y no ofrecen nada especialmente vistoso.
Los actores de ‘La saga Crepúsculo: Amanecer, parte 1’
Una de las cosas que más se ha criticado de la franquicia es que el trío protagonista tiene la misma capacidad interpretativa que una piedra, y eso es algo que quiero relativizar un poco. Es cierto que el único talento de Taylor Lautner parece ser quitarse la camiseta y enseñar sus pectorales, pero también que aún es muy joven y puede acabar siendo un futuro héroe de acción inexpresivo relativamente cumplidor, porque en esa faceta sí demuestra un mínimo exigible en la película. Como amante atormentado ya es otro cantar. Más complicado lo tengo con Robert Pattinson, y es que en las dos primeras entregas daba vergüenza verle interpretar a su personaje, pero en ‘Eclipse’ y, sobre todo, en la que ahora nos ocupa sí se le ven ciertas maneras interpretativas debajo de un personaje poco sustancioso al que al menos consigue transmitir algo de emoción. Y por último tenemos a Kristen Stewart como Bella, el personaje que más antipatía me despierta de todos, y eso es algo que no cambia en esta ocasión. Sí que ya no resulta una mezcla horripilante entre emo y pavisosa de tres al cuarto, pero ella se limita a alternar sus facetas de felicidad (al menos en este punto sí transmite cierta expresividad) junto a Edward (deben ser la pareja en la vida real que menos química tiene en la gran pantalla) y de sufrimiento, esta vez ya no por estar entre dos amores, sino por su doloroso embarazo. Al menos, sí que deberíamos ver algo diferente de ella en ‘La saga Crepúsculo: Amanecer, parte 2’, porque esta vez no tiene ya excusas para hacer otra vez lo mismo. Veremos.
Los personajes secundarios siempre han sido un buen desahogo en la franquicia. Recuerdo casos como el de Billy Burke como el padre pringadete de la protagonista despertándome cierta simpatía en la primera entrega o la curiosa aparición de Michael Sheen como líder vampírico en ‘Luna nueva’. Ni siquiera eran buenas actuaciones, pero al menos daban para distraerte un ratito, como el hecho de ver a Sarah Clarke, la excelente Nina Myers de la serie ‘24’, como la madre de Bella. Eso sí, aviso para navegantes, Michael Sheen prácticamente no aparece en ‘La saga Crepúsculo: Amanecer, parte 1’ y la única secundaria que realmente anima algo el cotarro es Anna Kendrick, la gran revelación de ‘Up in the air’ que lleva apareciendo desde la primera entrega y que aquí nos regala un par de momentos divertidos durante la boda de Bella y Edward. De hecho, es en la boda donde encontramos las partes más llevaderas de la película antes de que la reaparición de Jacob nos devuelva a la llanura de la indiferencia.
En definitiva, ‘La saga Crepúsculo: Amanecer, parte 1’ no es la joya inmortal del cine que algunas fans querrán ver en ella, pero tampoco el bodrio lamentable que muchos estarán deseando decir que es. No, es una película vulgar que no llega a ofender una vez que sabes lo que una cinta de estas características puede ofrecerte. Las realmente malas fueron las dos primeras entregas, mientras que las dos últimas son simplemente películas olvidables que de no ser por el fenómeno fan recibirían una valoración más acorde a su mediocre nivel. Y es que ‘La saga Crepúsculo: Amanecer, parte 1’ es una tontería ideada para, sobre todo, adolescentes hiperhormonadas, y como tal no está tan de lejos de ser una película digna. De hecho, ni siquiera está entre los diez peores estrenos de lo que va de año, aunque tampoco va a servir a nadie para reconciliarse con la saga de los vampiros gusiluz. Arrasará en taquilla y en comentarios sarcásticos a su costa, eso seguro.