Con paso firme, el madrileño Jonás Trueba se está convirtiendo en uno de los autores más personales, interesantes y valientes de la cinematografía española. Y decimos valientes porque es no es fácil hacer un cine tan sincero e íntimo, a sabiendas que no será un revienta taqullas. Pero Trueba se mantiene fiel a sí mismo, a sus temas recurrentes, sus referentes infinitos y al cine en el sentido más puro de la palabra.
Tras 'Todas las canciones hablan de mí' (2009), 'Los Ilusos' (2013) y 'Los exiliados románticos' (2015) con 'La Reconquista' -presentada en el pasado Festival de San Sebastián y ganadora del reciente Festival Cinespaña de Toulouse- Trueba nos habla sobre nostalgia, del futuro y claro está, del paso del tiempo y la transformación del amor, en un relato íntimo sobre un reencuentro.
Hace unas semanas que Jonás Trueba fue galardonado con el Premio 'El Ojo Crítico' de Cine que otorga cada año RNE por "reconquista de un espíritu de cine libre, independiente, de estilo muy personal, su compromiso con su realidad generacional y con el séptimo arte". Y eso es precisamente lo que se respira en su último trabajo sin ser del todo perfecto: libertad y un amor infinito por el séptimo arte.
Una vieja carta de amor
Una vieja carta de amor escrita a los 15 años y olvidada en un cajón es el motivo perfecto para un reencuentro de antiguos amantes. Manuela y Olmo se reencuentran en un futuro que se habían prometido quince años antes, cuando eran adolescentes y vivieron su primer amor. Pasan una noche juntos paseando por Madrid, de bar en bar y con la inquietud de no saber qué pasará al día siguiente. Un frío invierno que es seguido por un luminoso verano y un salto al pasado, para enseñarnos aquella historia de amor adolescente.
'La Reconquista' está dividida en dos partes: presente y pasado, invierno y verano. Y entre ambas, un interludio que promete futuro -o no-. Porque al final, más allá del profundo romanticismo de la historia de amor entre Manuela y Olmo en la adolescencia y ya adultos, el cuarto trabajo de Trueba habla del tiempo perdido, de lo que siempre quisimos recuperar u olvidar, los sentimientos que tuvimos y creímos desaparecidos y sobre cómo los momentos vividos y lo sentido nos ha hecho como somos y como seremos.
Una reflexión profunda sobre el amor y el paso del tiempo, sus consecuencias y lo que supone crecer y envejecer y que el director nos cuenta de forma sencilla a través de dos únicos personajes y su forma de interactuar y relacionarse, de descubrirse y redescubrise. Una premisa sencilla a la que Trueba llena de complejidad gracias a su puesta en escena, su construcción de personajes y al uso de la música y las letras de Rafael Berrio y su "somos siempre principiantes".
Este verso de Berrio -que en la película canta y da vida al padre de Manuela- define muy bien el espíritu de la película: estamos en constante aprendizaje y no importa lo que hayamos vivido porque siempre estamos cambiando y todo es nuevo, aunque las situaciones se repitan. Puede que los Manuela y Olmo treintañeros sientan lo mismo que en su adolescencia al reencontrarse, pero todo es muy distinto ahora.
Las castañas asadas
Existe un abismo entre los Manuela y Olmo. Que se conocieran muy bien en el pasado no quiere decir que se conozcan bien en el presente, tras haber vivido vidas tan diferentes. Pero Trueba no separa la cámara de sus protagonistas y crea un bello aislamiento al rodealos de gente en los bares, ruido a su alrededor y colores de tubos de neón. Un aislamiento que roza la magia gracias a la química entre sus dos protagonistas, los geniales Itsaso Arana y Francesco Carril.
'La Reconquista' plantea, en su primera parte, un reencuentro a veces incómodo, a veces sensual, mágico y romántico, lleno de silencios y miradas furtivas. Y es precisamente en estos momentos en silencio donde saltan chispas y donde se explica, curiosamente, todo. -la secuencia del baile clandestino o cuando escuchan un concierto mientras comparten castañas asadas-. Después del caos, llega la calma, en un interludio bellamente rodado con una serena Aura Garrido, aguantando la culpabilidad de su pareja, Olmo -Francesco Carril-.
Para terminar con una tercera parte más naïf que nos traslada, literalmente, al pasado y a los primeros amores y con la que encajamos las piezas del puzzle. Sin embargo, bien sea porque nos pilla lejos o por la inexperiencia de los actores adolescentes -aunque Candela Recio y Pablo Hoyos cumplen con nota-, parece que la magia se rompe y 'La Reconquista' pierde un poco el equilibrio.
De todas formas, el flojeo de su tercera parte no nos basta para arruinar la cinta. Y es que lo bueno del cine de Trueba, además de su extrema sensibilidad y su romanticismo sin tapujos es su capacidad para parecer algo nuevo y viejo a la vez, algo visto y algo completamente innovador. Y es que sus referencias son tan evidentes y a la vez tan variadas, que a la suma de su propia mirada, terminan siendo películas únicas.
En 'La Reconquista' vemos cosas de Richard Linklater, de Éric Rohmer, de Hong Sang-soo, de Arnaud Despleschin...Cosas que Trueba utiliza de forma libre, sin miedo a que sean vistas y que se complementan a la perfección con sus personajes y ese reencuentro maravilloso que transmite futuro y hace que quieras enamorarte del espectador de al lado al salir del cine.
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