Reproduciendo en la Alemania de hoy en día el experimento llamado ‘The Third Wave’, que llevó a cabo Ron Jones en California en 1967, ‘La ola’ (‘Die Welle’), de Dennis Gansel, nos presenta a un profesor de gimnasia de instituto que se ve obligado a dar autocracia durante la semana de proyectos, en lugar de anarquía, que era lo que habría elegido voluntariamente, pues conoce bien el movimiento. El profesor quiere demostrar que es posible que cunda la llama de una dictadura en cualquier sociedad y momento y para ello inicia un experimento que consiste en unir a todos sus alumnos en contra de los que no pertenezcan a esa clase. Este sentimiento de unidad empieza a calar hondo en casi todos los chavales, que rápidamente se ven arrastrados por la ola.
‘La ola’ es una obvia película de tesis, muy clara y diáfana. Va evolucionando con pasos muy marcados según avanzan los días de la semana: lunes, martes, miércoles… Un cambio en la situación, que aparentemente podría ser mínimo e inofensivo, se demuestra en seguida que trae consecuencias peligrosas. Es difícil lograr esa apariencia de sencillez y al mismo tiempo ofrecer una incontestable conclusión.
Es igualmente admirable cómo se ha dotado a cada uno de los personajes de un punto de vista diferente sobre el fenómeno ocurrido y se producen unas cuantas conversaciones en las que ellos hacen observaciones muy acertadas. En concreto, el diálogo que desvela lo que hizo que el profesor de gimnasia se viese arrastrado por la ola es el más iluminador. El retrato psicológico de los personajes, aunque no sea excesivamente profundo, es acertado y es lo más interesante de la película.
La realización de Dennis Gansel es muy atractiva y moderna y la dirección de fotografía consigue efectos curiosos con las luces. ‘La ola’ tiene un gran ritmo y está muy bien construida. Los actores están muy bien elegidos e interpretan sus papeles de forma muy creíble. Destacaría principalmente Jennifer Ulrich, cuyo personaje al principio cae antipático, lo cual hace que sea más poderoso que más adelante sea quien vea la realidad.
No es de extrañar que unos adolescentes se dejen llevar rápidamente por algo que les hace pasárselo bien y sentirse integrados en un grupo. Eso demuestra que son fácilmente manipulables, pero hay un largo trecho de ahí al nazismo. El espíritu competitivo en el que les envuelve la ola y que expresan cuando disputan el partido de Waterpolo tampoco es tan diferente a la sensación de pertenencia a un equipo deportivo que tiene hoy en día casi cualquier persona. Por eso creo que se extrapolan demasiado las conclusiones.
SPOILER: Al saber ya de antemano que en el experimento real hubo un chico que se suicidó, yo tenía muy claro mientras veía la película cuál iba a ser el final de todos los hechos. Por otro lado, habría sido algo previsible incluso aunque no conociese esa información, pues el comportamiento del chaval apuntaba desde un primer momento hacia ahí. La reflexión de la película es interesante y creo que queda plasmado que hechos históricos terribles no están tan lejos de producirse y que está bien que se siga teniendo memoria histórica, por mucho que eso haga a los alemanes sentirse culpables de algo que no han hecho directamente. Pero también se puede apreciar que un personaje como el de ese estudiante habría terminado igual en muchas otras circunstancias, es decir, que necesitaba muy poco para sentir lo que siente en el film: era carne de cañón.
SPOILER: Tampoco me sorprendió que el discurso del profesor del último día, sábado, lo pronunciase para finalmente retractarse. Aunque quizá la película trata de mantener el misterio sobre si seguirá convencido o no, para mí era muy evidente que lo estaba haciendo con la única intención de demostrar aún más la eficacia de su experimento y que él ya no tenía esos sentimientos. FIN DEL SPOILER
Ya que todos estos giros de la trama son tan fáciles de adivinar, le película se ve con interés, pero sin sentir ninguna intriga. Y esto aumenta esa sensación que mencionaba de ir marcando pasos y cumpliendo las etapas que es necesario cumplir: lunes, martes, miércoles…
A pesar de que ‘La ola’ es una película muy interesante y entretenida, prevalece el poso de excesivo didacticismo y simplificación. Es una buena manera de iniciarse en el conocimiento de este experimento, pero quedan las ganas de ver otra de las adaptaciones que se hicieron del libro o de leer la obra en la que Todd Strasser (bajo el seudónimo Morton Rhue) reproduce el experimento real para acercarse mejor a consecuencias verdaderas y reacciones menos previsibles.
Más información en Blogdecine sobre ‘La ola’ (‘Die Welle’)