Estremecerse por la belleza, dejarse llevar por los versos más poéticos y pasionales, vivir desde dentro uno de los tríos amorosos más apasionados y terrenales jamás contados en la literatura española -y universal-. Todo esto y mucho más es 'La Novia', el segundo largometraje de la zaragozana Paula Ortiz, que llega 4 años después de la excelente 'De tu ventana a la mía'. Tras su paso por el 63º Festival de San Sebastián, la cinta de Ortiz se ha visto en numerosos festivales internacionales y nacionales y recibiendo casi una respuesta unánime, a la que me uno: es la mejor película española del 2015.
Basada en 'Bodas de Sangre', una de las piezas más célebres de Federico García Lorca, 'La Novia' capta a la perfección el espíritu de la obra de teatro. Rodada en unas localizaciones excepcionales como son Los Monegros (Zaragoza) y la Capadocia (Turquía), la película arriesga y gana, hasta convertirse en una propuesta necesaria en una cinematografía que sólo se centra en lo seguro y la comodidad. Con 'La Novia', además de demostrarnos de lo que es capaz, Paula Ortiz coloca en el lugar que merece al poeta granadino: el de la grandeza.
El poder de la palabra
Leonardo, El Novio y La Novia son un triángulo inseparable desde niños, pero Leonardo y La Novia poseen un hilo invisible, feroz, imposible de romper. Pasan los años y ella, angustiada, se prepara para su boda con el Novio en medio del desierto blanco, de tierras yermas, donde vive con su padre. El día anterior a la ceremonia, a su puerta llama una Mendiga anciana que le ofrece un regalo y un consejo: "No te cases si no le amas", mientras le da dos puñales de cristal. Un escalofrío recorre el alma y el cuerpo de la Novia.
Puede decirse, sin miedo a sonar exagerado, que 'Bodas de Sangre' es a la cultura española lo que 'Romeo y Julieta' de William Shakespeare es la la anglosajona, con la triste diferencia de que en España no sabemos apreciarlo. 'La Novia' capta toda la esencia lorquiana, la de esa tragedia romántica y familiar, terrenal y pasional, fluyendo de forma tan natural y bella como la buena poesía. Y es que con una materia prima así es imposible que el resultado final sea malo, aunque sí es fácil caer en la teatralidad extrema y acercarse a cualquier aproximación a la obra de Lorca ya hecho hasta la fecha.
Pero la película de Paula Ortiz consigue diferenciarse, ya no sólo por la supremacía y fuerza de sus imágenes y la utilización de la música -de lo que os hablaré más tarde-, si no por su continuo riesgo de mantener el lenguaje original lorquiano y sobre todo, por reconstruir el enfrentamiento de familias y la amistad entre Leonardo, La Novia y El Novio de forma tan natural y efectiva. Así, algo que en la pieza de Lorca sólo se intuye, Ortiz es consciente de que necesita plasmarlo en imágenes y gana su apuesta.
Palabras llenas de significado, que se hacen cercanas al espectador y que 'La Novia' recoge con gran naturalidad, les arranca la teatralidad y los dota de una verdad tan desgarradora como preciosa y que recitan un grupo de actores de forma soberbia. Empezando por el trío protagonista, en el que destaca una Inma Cuesta poderosa, heroína y de mirada única -y de Goya- que la confirma como una de nuestros mejores talentos. Junto a ella, Álex García en quien confiábamos bien poco, pero cumple con nota o Asier Etxeandía, que parece que por fin comienza a encontrar su hueco en el cine.
Pero no están solos. Un variado elenco de secundarios les acompañan: Leticia Dolera, Manuela Vellés, Verónica Moral, María Alfonsa Rosso, Ana Fernández, pero sobre todo, Luisa Gavasa y el tristemente desaparecido Carlos Álvarez-Novoa: la madre del novio y el padre de la novia. Meláncolicos, protectores, vengativos, incapaces de superar sus rivalidades ni de proteger a sus hijos. Gavasa y Álvarez-Novoa mantienen la tradición del actor secundario de lujo e inconmesurable.
La fuerza de la imagen
Aunque para algunos su potente apuesta visual puede llegar a ser demasiado esteticista -algunos hablan de anuncio de perfume alargado-, lo cierto es que parece que no hay otra opción posible que la de trasladar las palabrar de Lorca al mundo visual, porque para el poeta en 'Bodas de Sangre' hay desiertos, un caballo, un ojo en el cielo, cristales...Elementos que aparecen en la cinta bajo la apabullante dirección de fotografía de Migue Amoedo, que retrata los colores ocres de la tierra, el azul de la luna, el blanco del vestido de novia y el rojo de la sangre como nadie.
Así,'La Novia' se aleja de la apuesta teatral, utiliza todas las herramientas que el cine nos proporciona para crear un apabullante y bello espectáculo cinematográfico. Auténtica poesía visual en la que las imágenes tienen tanto significado como las palabras y que son coreografiadas con la especialísima música compuesta por el japonés Shigeru Umebayashi, interrumpida por canciones tradicionales españolas como 'La Tarara' o una versión de 'Pequeño Vals Vienés' que compuso Leonard Cohen basándose en un poema de Lorca y que Paula Ortiz se arriesga a utilizar en una de las escenas más emocionantes de la cinta.
'La Novia' es rito, pasión, amor, familia, tierra, luna y fuego. Es poesía, talento y la grandeza de Lorca. Y sin duda, la película de Paula Ortiz es la mejor película española del año: arriesgada, valiente y necesaria en estos tiempos en los que parece que se relega al cine a ser mero entretenimiento pues, señores, estamos ante cine concebido como arte y difusor de cultura.
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