‘Veep’ acaparó durante varios años a Armando Iannucci, su creador y showrunner hasta que decidió abandonar la serie de HBO tras la finalización de su cuarta temporada. Eso le ha permitido regresar al cine, medio en el que no dirigía nada desde el estreno de ‘In The Loop’, spin-off de la televisiva ‘The Thick of It’, allá por 2009.
Es una lástima que haya pasado tanto tiempo para poder disfrutar de una nueva película suya, pero la espera ha servido para que Iannucci lleve un paso más allá su forma de abordar la comedia. Y es que en ‘La muerte de Stalin’ (‘The Death of Stalin’) se vale de hechos reales para construir una hilarante sátira política en la que abundan los momentos absurdos, las divertidas réplicas y un gran uso de su amplio reparto.
Una nueva muestra del talento de Armando Iannucci
Ya durante los minutos previos a la muerte de Stalin -lo dice el propio título y sucedió en la realidad, que nadie venga con que es spoiler- se dejan claras las bases de la película: personajes sometidos a una gran presión dispuestos a actuar de forma que roza lo disparatado para salirse con la suya o simplemente conservar la vida. El humor y el peligro encuentran rápidamente un punto de encuentro sobre el que nunca dejar de ir a más.
Un concierto no grabado que Stalin quiere volver a oír es entonces la excusa sobre la que se nos van presentando a los principales protagonistas, pero lo cierto es que cualquier pretexto es bueno para no dejar títere con cabeza. Lo más curioso de todo es que Iannucci tampoco se desvía demasiado de lo que sucedió realmente y en algunos casos, los detalles de la propia muerte de Stalin, hasta se aligera un poco en lugar de cargar las tintas sobre ello.
Porque es cierto que esto último es un elemento esencial para potenciar la carga cómica de ‘La muerte de Stalin’, pero se hace más a través de los diálogos -uno de los fuertes de Iannucci- y, por extensión, de la personalidad de sus protagonistas que por el hecho de excederse en el tratamiento de la historia. Simplemente hay que abordar lo que sucede con un tono abiertamente humorístico cuando se podría haber hecho lo mismo desde el drama.
La principal consecuencia de ello es que uno acaba riéndose en multitud de ocasiones en escenas que fácilmente podrían haber resultado de lo más incómodas. Y es que hasta las ejecuciones los desleales al régimen aparecen reflejadas, al igual que los tejemanejes de los dos personajes con más posibilidades de acabar sucediendo a Stalin. Por ahí encuentra ‘La muerte de Stalin’ un eje sobre el que ir tejiendo la historia con un ritmo frenético -aquí se sale ganando respecto a la televisión- pero sin ser nunca atropellada.
'La muerte de Stalin' es una muy buena comedia
Tampoco hace falta que se complique demasiado porque los hechos en sí mismos ya invitan a un enfoque absurdo, empezando por la alocada personalidad del hijo de Stalin -tronchante Rupert Friend- y siguiendo por la progresiva evolución de la rivalidad entre Beria -solvente Simon Russell Beale en el que probablemente sea el personaje más cerca de la sobriedad de los protagonistas sin que eso nunca llegue a ser su rasgo distintivo-
Es obvio que Iannucci realiza ciertas concesiones, principalmente en lo referente al reparto y el acento que deberían tener los personajes. Ya el hecho de estar hablada en inglés debería ser una posta suficiente, pero el acento de los protagonistas es tan variable que sí es un elemento que puede resultar chocante. Sin embargo, las estupendas interpretaciones de todos ellos hacen que eso quede rápidamente en un segundo plano que no va más allá de la anécdota.
De hecho, la inspiración de su reparto hace que el mordaz libreto del propio Iannucci brille aún más, sacando partido al absurdo de múltiples situaciones -Steve Buscemi intentando cambiar de sitio en pleno funeral- y clavando el tono buscado para que ciertas escenas que podrían venirse abajo fácilmente no corran esa suerte -la reaparición de la mujer del personaje interpretado por Michael Palin-, por no decir lo bien que saben exprimir aquellas situaciones puramente cómicas.
En definitiva, ‘La muerte de Stalin’ es una comedia muy divertida con un reparto muy inspirado que ayuda a que su componente político no se diluya pero tampoco acapare demasiado. Una propuesta muy equilibrada con la que Iannucci lleva un paso más allá sus habituales sátiras al aplicarla de forma muy ingeniosa a unos hechos que sucedieron realmente. Muy recomendable.
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