Reconozco que sólo necesito leer en el cartel de una película el nombre de Kate Winslet para que me interese, sea cual sea y aunque después me lleve algún batacazo. Esto me ocurrió con 'La modista' ('The Dressmaker', 2015), de la australiana Jocelyn Moorhouse a la que acudí sabiendo poca cosa y en la que terminé encontrándome con un extrañísimo western sobre una venganza y habitada por un variopinto grupo de personajes.
'La modista' es un claro intento por destacar con una historia poco original a la que había que otorgarle algo más. El resultado es bizarro, una mezcla géneros cinematográficos más que cuestionable y que pretende utilizar el aspecto visual del western, disfrazándolo de cine cool, para terminar tomándose demasiado en serio y ¿regalando? situaciones demasiado absurdas y poco creíbles.
Vendetta de seda
En 'La Modista' viajamos a la Australia de los años cincuenta, cuando Tilly Dunnage, una joven modista con estilo regresa a su casa en la localidad de Dungatar tras muchos años de trabajo en exclusivas casas de moda de París. Su intención es corregir los errores del pasado y superar los miedos y traumas que la hiceron marcharse de allí.
Allí, no sólo se reconciliará con Molly, su anciana y excéntrica madre, y se enamorará inesperadamente de Teddy, sino que armada únicamente con su máquina de coser y su excepcional estilo, conseguirá transformar a las mujeres del pueblo y logrará su dulce y ansiada venganza. Basada en el libro homónimo de Rosalie Ham, 'La Modista' es, como ya dije, rara y aunque a veces esto pueda ir a su favor, otras -la mayoría- es todo lo contrario.
A simple vista sólo parezca la típica historia del retorno, el viaje de conciliación con el pasado, la cinta de Moorhouse va más allá al convertirse en un extraño popurrí de géneros que van desde el western, pasando por el melodrama, la comedia negra y el romance. Un popurrí que no explota del todo bien todas las posibilidades de cada género en la historia -básicamente porque no le da tiempo-, a pesar de que muchas de ellas tiene su jugo.
Y con jugo nos referimos a que la película si que consigue crear una atmósfera interesante en ese pueblo perdido y parecido al Lejano Oeste habitado por un variopinto grupo de personajes que se mueven por la envidia, la ambición y el rencor y a los que la protagonista consigue dominar a base de elegantes vestidos de seda y moda de París.
De hecho es gracias a esa atmósfera bizarra lo que propicia la comedia negra, y que podría haber convertido en algo muy interesante a la película de Moorhouse en su hazaña por contar una historia de venganza, aunque de nuevo, que utilice otros géneros que poco, o nada tienen que ver con su idea inicial, consigue confundir demasiado al espectador.
Así, lo que podría haber sido una interesantísima historia de venganza -toda la información de la trama de los hechos que hicieron huír a la protagonista de su pueblo está muy bien dada y contada-, se ve completamente destrozada por un romance ñoño -y poco creíble- y con momentos y escenas demasiado esperpénticas.
Kate Winslet
Por suerte, Kate Winslet llega para salvar el tinglado y no necesita más que ser eso, Kate Winslet, para hacerlo. Guapísima, contundente y con ese destello evidente que debería tener toda estrella de Hollywood, la británica hace lo que puede por cumplir en su rol y lástima que su partenaire, Liam Hemsworth -moñas, aunque no tanto como su hermano Chris-, parezca un adolescente a su lado. Junto a ellos, una deslenguada Judy Davis -pronto la veremos en 'Café Society' de Woody Allen- en la piel de la madre de Winslet.
'La Modista' podría haber sido una rareza maravillosa si no hubiera pretendido ser tantas cosas. Podría haber llegado a ser una interesante fábula sobre el bullying y las segundas oportunidades, pero prefiere perderse entre la mezcla excesiva de géneros. Por suertee, Kate Winslet es lo suficientemente maravillosa como para conseguir que nos olvidemos de lo demás de vez en cuando.
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