Sucede con algunas películas que uno se encuentra, después de verlas, en un bando totalmente inesperado, defendiendo una obra que, a priori, estaba "cantado" que ibas a poner por los suelos (o viceversa, atacar un producto que esperabas como agua de mayo). Lo curioso del asunto es cuando te encuentras de frente, con las espadas en alto, a los que se suponía que, por fin, coincidirían contigo. Es decir, todos del revés. Hace unas semanas que se estrenó en nuestro país La Matanza de Texas: El Origen y hace ya un tiempo que fui a verla. ¿El resultado? Mejor de lo esperado. Un film palomitero, destinado a sacar pasta industrialmente, como sólo Hollywood sabe hacer, tanto en lo bueno como en lo (muy) malo, pero que se permite el lujo de destornillar unos cuantos clichés, como debe ser, llegando a niveles realmente salvajes (de los que invitan al debate sobre la salud mental de la raza humana). Y resulta que a los defensores de bodrios como 'Saw' o 'Hostel' les parece muy mala. Incomprensible.
'La Matanza de Texas. El Origen' se sitúa en 1969, con el estallido de la guerra en Vietnam. Dos hermanos, uno que ya ha estado en el conflicto y otro que acaba de cumplir los 18, por lo que ya ha sido llamado a filas, deciden hacer un viaje a Texas con sus respectivas novias, antes de ir destinados a Vietnam. A la vuelta, en la carretera, son perseguidos por una atracadora que incluso les apunta con una escopeta. Un animal se les pone delante y el jeep de los cuatro jóvenes sufre un violento accidente en el que una de las chicas sale despedida del vehículo. Entonces llegará el Sheriff del lugar, un impostor que asesinó al verdadero agente de la ley, y tras disparar a la atracadora, se llevará a los tres jóvenes a su casa, donde les espera el que será Leatherface.
Bien es cierto que con Jonathan Liebesman tras la cámara, tienes que ser un completo principiante en este admirable gozo de ver películas para pensar que estás ante un cineasta con talento. Liebesman se enmarca en el cada vez más repleto saco de los realizadores intercambiables, planos y efectistas, baratos, nacidos en cadena, y con el aparente único deseo de vender su alma a Hollywood mientras aún le sonría la "suerte". Si a Liebesman le hubieran encargado la dirección de la tonta 'Saw 3' no habríamos notado la diferencia en el producto final. Sí, claro, habrá un grupillo de aficionados mosqueados que ya sacan las cartas más gastadas para sostener lo insostenible: que si la fotografía, que si la música, que si la saga es así... Eso está bien, pero, ¿qué pasa con lo más importante? La puesta en escena, el ritmo, la dirección de actores, etc, etc. Y seguro que los productores (entre los que se encuentra el lamentable Michael Bay) han limitado bastante lo poco que Liebesman quisiera o pudiera salirse de la línea marcada, pero ni aún así se puede justificar a un realizador tan soso. Por cierto, volviendo a los mosqueadillos, quizá en esta ocasión sean menos, pero resulta de lo más cómico escuchar/leer argumentaciones del tipo "es que la fotografía está muy bien". Como diría el sabio Stovall, ¿hay alguna película hoy en día con una fotografía mala? ¡Sería delito! No es que todo sea igual, evidentemente, pero hay que ser rematadamente bueno para salirse, de verdad, de la competente profesionalidad con la que, casi siempre, están envueltos los productos (puramente) comerciales. Y está claro que ese "alguien" no va a perder su valioso tiempo en hacer brillar la precuela de 'La Matanza de Texas'. Porque no hace falta. Porque no lo van a pagar. Y por eso mismo está Liebesman (como principal responsable) en la dirección. A nadie le va a pillar por sorpresa su trabajo.
Y siguiendo por la misma senda, ahí tenemos el reparto. El típico grupo de jóvenes guapos que se encuentran con el psicópata asesino y van muriendo uno tras otro... para que quede la chica protagonista soltando gritos a diestro y siniestro. Como se trata de dar lo que se espera, ahí están los guionistas, David J. Schow y Sheldon Turner, para cumplir el trámite. Sin embargo, y ya digo que hay algo muy salvable en esta cinta, en esta ocasión nos vamos a encontrar con una mala hostia poco ordinaria y muy saludable. Es por eso que he puesto el taco como título de la crítica, en bastantes ocasiones me hizo soltarlo, aunque no lo oyera nadie en la sala. La película ofrece sangre y violencia en raciones más jugosas de las esperadas. Con la mayor parte de su presencia dedicada a mostrar ese moldeado trasero que le ha conseguido el protagonismo de esta película, Jordana Brewster se ocupa de ese papel que comentaba, el de la chica que grita, corre y aguanta más tiempo en pantalla que sus compañeros para que la duración se extienda hasta los 90 minutos. Decir que esta chica no es actriz es tan obvio que me ha dolido incluso escribirlo. Los tres "actores" que la acompañan son igual de limitados, pero tampoco se necesita más. Son rostros de portada de revista para quinceañeros y quinceañeras que están ahí porque aún, gracias, se necesitan actores de carne y hueso.
Cuando Cohen resucite a Bruce Lee igual todo se va al carajo. O igual no. Yo no creo que pueda sustituirse a un actor, por mucha tecnología maravillosa que se invente. De hecho, lo mejor de esta película de terror comercial es precisamente un actor. Un señor llamado R. Lee Ermey, al que todos recordaréis (o deberíais recordar) por interpretar al en 'La Chaqueta Metálica', una de las obras maestras del Dios Kubrick. Ermey realiza una interpretación que bebe mucho de ese personaje mítico, para gozo del espectador, llegando a protagonizar momentos realmente disfrutables y delirantes. La escena en la que pide a uno de los jóvenes que haga unas flexiones mientras no deja de darle palos es un buen ejemplo de dónde ha buscado la inspiración y la peculiar forma que tiene de operar las piernas mediante una sierra eléctrica es un botón de lo lejos (¡gracias!) que llega a veces la película. Y es que estos productos, por mucha teoría barata que vaya por medio, se pueden reducir básicamente a "mira que imbéciles son estos guaperas, vamos a hacerlos sufrir". Si ya sabemos que va de esto, ¿por qué no sentarse cómodamente a ver pasar el tren de maldades?
Y es ahí donde radica toda la posible defensa de esta película (tan justificable como un remake, y no vengamos otra vez con eso de que los remakes siempre son malos), un argumento que puede ser tan lógico para unos como imposible para otros. La película es lo que es y te lo está diciendo desde el mismo poster. Si uno va con la intención de ver otra cosa, es problema suyo. Técnicamente, es intachable, a excepción de una dirección tan corriente y plana como bien vista si en lugar de ser la precuela de 'La Matanza de Texas: El Origen' se llamara 'V de Vendetta'. Si a eso le añadimos algunas escenas donde, al menos a un servidor, se arranca un inevitable "joooder" por la brutalidad con la que se despacha a los jóvenes protagonistas e incluso a la familia caníbal, pues no veo dónde está el problema. ¿Podía ser mejor? Evidentemente. ¿Lo ha pretendido? Ni de coña. ¿Las ha peores? ¡¡Sí!! ¡¡Cada semana se estrenan muchas peores que ésta!! Auténticos bodrios, algunos que por ser españoles o europeos se ven con otros ojos por el gran público "enterado", ojos permisivos que deberían avergonzarse, por cierto. Pero quizá todo se resuma a motivos muy básicos. A lo mejor es que unos vemos poca televisión y otros ven mucha, comiendo matanzas a diario y perdiendo el sentido de la salvajada que es ver un cuerpo destrozado. O quizá no.
En definitiva, una película de terror pasable, correcta, con algunos golpes de sucia violencia y abundantes chorros de sangre, insólitos en un producto que parecía de lo más blandito. Un film comercial de bajo vuelo pero totalmente honesto, algo que se agradece mucho. Como dije al principio, me parece incomprensible la actitud tan negativa con la que se ha recibido esta precuela de 'La Matanza de Texas'. La película no podía dar mucho más, pero sí mucho menos.
Ver 1 comentarios