Saber mirar es saber amar, lo decía una amiga mía.
Invito al lector a intentar adivinar de qué película —muy alejada de ‘La llegada’ (‘Arrival’, Denis Villeneuve, 2016)— es la frase de arriba. Me vino a la mente durante el visionado del film de Villeneuve que más debate está provocando. No sólo es una frase de guion, un diálogo pronunciado por uno de nuestros más grandes actores; también es una verdad. No basta con ver, hay que saber mirar, entendiendo por eso el comprender en su entera naturaleza aquello (o aquel) que miras.
Precisamente la mirada es el tema de prácticamente todas las películas de su director, quien para su noveno largometraje ha sido más claro que nunca. Y lo ha hecho en el contexto del género que probablemente mejor hable de la condición del ser humano: la Sci-Fi. Con un excelente libreto, obra de Eric Heisserer —su mejor trabajo con diferencia—, que adapta el relato de Ted Chiang —en lo que es su primera adaptación al cine—, Villeneuve logra trascender el género, que casi es una excusa, un mcguffin argumental.
(From here to the end, Spoilers) Amy Adams interpreta a una lingüista a la que se le encarga un trabajo único, intentar descifrar el idioma de una raza de extraterrestres que ha aparcado, nunca mejor dicho, en diferentes puntos de nuestro planeta. Una voz en pasado, la de Louis Blanks (Adams) nos habla de un fatídico hecho en su vida. La imagen (la de Villeneuve) nos muestra lo que creemos es un trauma pasado. Sonido e imagen caminan uno hacia el otro a través de un crescendo dramático en el que el espectador, convenientemente sugestionado por el director a través de unas más que poderosas imágenes, comprende un sencillo mensaje.
El punto de vista
Un poder de sugestión que el director que le ha robado a Christopher Nolan el protagonismo en las redes sociales, ha logrado sobre todo con los trabajos de Bradford Young en la fotografía —algunos quisiéramos haber visto a Roger Deakins, pero ése se lucirá en ‘Blade Runner 2049’ (2017)—, más el maravilloso matrimonio que forman sonido y banda sonora, de nuevo ésta última en manos del “atmosférico” Jóhann Jóhanssonn. Todo ello sirve de apoyo al punto de vista, el de Louise.
Interrumpida únicamente en cierto momento en el que escuchamos la voz en off de Jeremy Renner —una pista más de cuán importante será su rol en la historia personal de la lingüista—, ‘La llegada’ propone que acompañemos a Louis en su odisea. No vemos la nave hasta que la ve ella —justo antes de eso Villeneuve se permite un muy logrado homenaje a ‘Encuentros en la tercera fase’ (‘Close Encounters of the Third Kind’, Steven Spielberg, 1977)—, y al introducirse en la misma es como si nosotros entráramos con ella.
De esa forma, manteniendo el punto de vista, algo en lo que Villenueve es un genio, se nos hace cómplices, si así quiere decirse, de la mirada de Louise, y que, en cierta manera, no deja de ser la mirada del propio Villeneuve. A través de los ojos de Amy Adams —la clave de la impresionante interpretación de la actriz— se adentra de lleno en la Sci-Fi para transmitir un mensaje positivo, que no optimista, sobre uno de los grandes problemas de la humanidad: la falta de comunicación, algo que no pasa por saber hablar todos los idiomas posibles.
Quizá... sea tarde
Porque ‘La llegada’ no habla de la necesidad de un idioma universal, sino de abrir la mente —saber mirar— para comprender al otro. Un mensaje universal y más necesario que nunca. El film llega, para mí, en el momento justo, con todos enfrentados por prácticamente cualquier excusa y pecando de una enorme susceptibilidad. De ahí que el “final feliz” —el general, como contrapunto ya tenemos la desgracia personal de Louise, que para eso es la protagonista de la historia— se me antoje muy necesario. Una utopía muy necesaria.
Diego Salgado en su texto advierte, a pesar de los grandes momentos memorables del film —me quedo con todas las “conversaciones” con los aliens y ese cara a cara entre Amy Adams y Tzi Ma— tal vez haya algo en sus imágenes que tenga fecha de caducidad. Creo que Villeneuve es consciente de ello, sabe que ha de llegar al máximo de público posible en este presente. O tal vez sea una advertencia, algo que me hace pensar en un film como ‘La invitación’ (‘The Invitation’, Karyn Kusama, 2015), preocupado por lo mismo.
O simplemente, y ya que el arte concluye en el espectador, está en nuestra mano el que caduque o no. Ya que el cine es el mejor sueño de todos, pongámonos a soñar, y tal y como decían en cierta película de Nolan, hagámoslo a lo grande. Que en el futuro, podamos mirar atrás (el presente) y decir: Thank You, Mr. Villeneuve, you changed my mind.
En Blogdecine:
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