En 1995, el finlandés Renny Harlin dirigió a Geena Davis y a Matthew Modine en 'La isla de las cabezas cortadas' ('Cutthroat Island'). Frank Langella interpreta a un malo de caricatura, mientras un jovencísimo Christopher Masterson ('Malcolm in the Middle'), Stan Shaw ('Expediente X') y un tatuadísimo Rex Linn ('C. S. I. Miami'), forman parte de la tripulación de la pirata Morgan Adams.
Adams hereda de su padre un barco pirata y una parte de un mapa que indica dónde se encuentra un enorme tesoro que perteneció a un navío español. El otro tercio lo tiene uno de sus tíos, que seguramente se unirá a ellos, pero también hay otro tío que es malo y tiene la última parte del mapa. Ya que el fragmento de mapa que tiene Adams está en latín, antes de recuperar los otros trozos, tendrá que comprar un esclavo al que, como no le sirve para traducir, le dará otro uso más adelante.
Ya había visto la película y tenía la idea de que era un guión fallido, así que anoche volví a verla en televisión para comprobar a qué se debía el fracaso. El film comienza con bastantes minutos que no presentan fisuras y durante ese tiempo me pregunto en qué falla y cuáles son los problemas, al mismo tiempo que digo que lo que se estrena hoy en día no es mejor. Pero, como ocurre con las películas de Uwe Boll, cuando estás pensando que ésa va a ser la buena, parpadeas y de repente han ocurrido unas cuantas cosas que no tienen sentido y te quedas a cuadros.
Spoilers:
Lo menos comprensible es que el personaje de Matthew Modine, William Shaw, aparece en unas arenas movedizas. Antes de eso le ha robado al malo su parte del mapa en una escena en la que no queda muy claro quién está actuando ni se sabe –si es que era él— cómo ha subido al barco. Después de eso, la pirata sabe que él se encuentra en la isla porque lo está llamando por el nombre y buscando. Parece como si faltase una escena.
Además de esto, hay bastantes cosas inexplicables –¿por qué es Linn quien dispara cuando van a colgar a Shaw?, ¿por qué vuelan el barco que tiene el tesoro y no el otro?, por ejemplo— e inverosímiles –caen al agua desde esa altura y salen ilesos—, así como otros problemas que te hacen también preguntarte por qué está ocurriendo eso. Es gracioso que las calaveras con sombrero de pirata muerto ya forman parte de la iconografía del género porque cuando ellos encuentran el tesoro eso está lleno de muertos que no consiguieron llevárselo de allí, sin embargo, para los personajes de nuestro film no supone ningún problema extraerlo de la cueva.
No se ve la conexión entre una escena y la siguiente. Todo ocurre de forma más o menos fortuita ya que nada de lo que sucede es necesario para lo siguiente. Hay muchos personajes cuya participación en la película queda en entredicho, pues no tienen utilidad ni son necesarios. Y hay un exceso de antagonistas: tres en concreto. Está bien que haya muchos conflictos en un film, pero tampoco es cuestión de exagerar sobre todo porque pierden la fuerza amenazante.
Lo que le ocurre a 'La isla de las cabezas cortadas' es que tiene un montón de pequeños fallos que serían muy fáciles de solucionar, ya que no son como las lagunas de guión que tienen algunas películas que resultan imposibles de arreglar porque habría que cambiarlo todo y porque los autores no encuentran la manera de resolverlas. Estos problemas, aunque pequeños, no había tiempo de solucionarlos porque, debido a una serie de desastres de producción –que narra el libro 'Good Scripts, Bad Scripts', de Tom Pope—, el guión se iba escribiendo la noche anterior al rodaje de cada escena. Y para estar hecho así, bastante bien ha quedado.
Dejando estas cosas a un lado, 'La isla de las cabezas cortadas' es una película entretenida y con escenas de acción que, aunque no sean espectaculares ni estén rodadas de maravilla, son solventes. El personaje de Geena Davis, aunque sea algo plano y no tenga evolución, al menos no es como esos personajes femeninos recientes de acción que hicieron que Warner Bros. no quisiera más películas protagonizadas por mujeres. En ello influye mucho la personalidad de la actriz y su presencia, pero también el hecho de que el guión no se haya escrito sólo para que se enfunde en un traje ajustado. Si no hubiese supuesto tanto derroche, seguro que 'La isla de las cabezas cortadas' habría recuperado su inversión.
Más información en Blogdecine sobre Renny Harlin.