'La higuera de los bastardos': una nueva aproximación a la Guerra Civil tan imprescindible como actual

En muchas —y lamentables— ocasiones, mantener una conversación o asistir a un debate en el que se dialogue sobre cine español implica tener que escuchar una serie de exabruptos en forma de tópico, fruto de la ignorancia o de una animadversión hacia la industria nacional, entre los que se incluyen distintas cantinelas sobre los privilegios de las subvenciones o la ínfima calidad de las producciones realizadas entre nuestras fronteras que mantiene nuestras salas de proyección vacías.

No obstante, de entre todas las falacias vertidas, la que probablemente sea la más escuchada —y de las más aborrecibles— es la que insiste en que, en España, "no se hacen más que películas sobre la Guerra Civil". Si bien huelga remarcar lo absurdo e incierto de esta afirmación, puede encontrarse dentro de los filmes ambientados en esa cruenta época y los posteriores años de dictadura franquista una tendencia a emplear una excesiva solemnidad en su tono para terminar decepcionando al evidenciar una frustrante cobardía en su discurso, posicionamiento y maquillado carácter reivindicativo.

Con 'La higuera de los bastardos', la directora Ana Murugarren ha dado a luz una fantástica singularidad que, con muchísima menos gravedad e ínfulas que gran parte de sus congéneres, y haciendo gala de un particular y brillante sentido del humor, no sólo conforma una de las mejores películas nacionales de este 2017, sino que además transmite un poderoso y necesario mensaje sobre la memoria histórica y las huellas de un pasado que, pese a diluidas por el paso del los años, continúan aferradas a las raíces de nuestra tierra.

La propuesta genérica y tonal de Murugarren para su segundo largometraje de ficción como directora resulta tan arriesgada como cautivadora, hibridando en dos mitades bien diferenciadas entre sí un drama seco y oscuro con tintes de thriller y la que se eleva como verdadera alma de la película: una comedia negra que coquetea con el realismo mágico y que transpira la esencia de grandes genios de nuestro cine como Rafael Azcona y Luis García Berlanga.

Con estas herramientas, y de la mano de un reparto más que solvente en lo que respecta a sus secundarios y brillante si hablamos de Carlos Areces y, especialmente, de un Karra Elejalde soberbio en su papel de falangista reconvertido a ermitaño, la realizadora navarra articula un entretenido relato en el que hay cabida para la diversión más bruta y desenfadada y para alimentar —o revolver— conciencias con unas metáforas que, pese a sumamente efectivas, podrían antojarse un tanto literales.

'La higuera de los bastardos' no es sólo la película sobre la Guerra Civil Española que merecemos, sino también la que necesitamos. Una maravillosa radiografía tragicómica de una España corrompida por el fascismo y la perpetuación y ocultación de sus males a través del tiempo. Discurso, rabia, carcajadas a mandíbula batiente y cine en mayúsculas heredero de los maestros que combatieron y sortearon la censura hace, como quien dice, cuatro días.

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