Varias superproducciones de Hollywood han fracasado durante estos últimos meses. Se pueden buscar todo tipo de explicaciones, desde que simplemente el público ha perdido el interés en cierto tipo de franquicias, que eran películas que no merecían la pena o que simplemente había mucho donde elegir y no el suficiente tiempo o dinero para todas, por lo que unas cuantas fueron sacrificadas.
Sin embargo, el cine de animación sí ha dado una gran cantidad de alegrías económicas durante estos últimos meses, pero en su práctica totalidad se trataba de producciones enfocadas primero a los más pequeños de la casa. Una excepción indiscutible a ello ha sido ‘La fiesta de las salchichas’ (‘Sausage Party’), una cinta orientada al público adulto y que resulta tan chocante, tanto para bien como para mal, que verla es una experiencia que merece la pena vivir.
Con la mandíbula desencajada
Los propios adelantos de la película ya dejaban claro que ‘La fiesta de las salchichas’ iba a ser una película de animación muy diferente a las que nos suelen llegar de Hollywood. Su peculiar premisa y unos diseños bastante llamativos eran las bases sobre las que se asienta una comedia deslenguada y provocativa cuyo principal objetivo es provocar la carcajada en el espectador, algo que en mi caso logró en no pocas ocasiones.
Podría zanjar rápidamente la crítica señalando que, como suele pasar en la práctica totalidad de comedias, hay gags que funcionan muy bien y otros que simplemente no tienen ni la menor gracia. Sería una descripción bastante superficial, aunque no por ello menos acertada. Sin embargo, ‘La fiesta de las salchichas’ es un caso especial, porque cuando funciona te puede llegar a desencajar la mandíbula por las risas, pero cuando no lo hace también llega a serlo por la incredulidad hacia lo que sucede o acaba de decir alguno de los personajes.
Yendo a la raíz de la película, bien podría decirse que es una variante de esa supuesta fórmula que tiene Pixar de ir dando sentimientos a objetos cotidianos. La cuestión es que ahora es todo más complicado, porque para los juguetes es una pena que ya no juguemos con ella, pero la comida existe para que la devoremos. De ahí nace un mentira tan embellecida -hasta tiene una simpática canción para dar la bienvenida a un nuevo día- que da pie a que surjan las primeras dudas sobre qué es exactamente lo que estamos viendo.
Aunque son cintas que usan esa libertad para ir por camino muy diferentes, bien podríamos decir que sucede lo mismo que durante los primeros compases de la excelente ‘South Park: Más grande, más larga y sin cortes’ ('South Park: Bigger, Longer & Uncut'). De hecho, seguro que varios padres llevan a sus hijos a verla guiándose únicamente por los dibujos animados, quizá aguante unos pocos minutos y luego salgan huyendo. ¿La película lo merece? No lo creo.
Es cierto que esa ingenuidad persiste durante mucho tiempo en la actitud de la mayoría de los personajes -a fin de cuentas, ellos creen que poco menos que van al paraíso cuando un humano los escoge-, pero a partir de ahí se produce el salto. La escatología y los comentarios sexuales pasan a partir de entonces a un primer plano, dejando espacio para otros tipos de temas con la idea siempre en mente de que se puede recurrir a cualquier exceso necesario.
Inusual es quedarse corto
Por ahí ‘La fiesta de las salchichas’ lo tenía todo para poder convertirse en una catástrofe que sacase a la luz lo peor del humor propio de muchas producciones con Seth Rogen, James Franco -que aquí realiza una pequeña aparición vocal- y compañía. No es el caso, pero si simplemente tenéis alergia a sus comedias, será mejor que os busquéis otra película para ver cuando se estrene este próximo viernes 7 de octubre.
Entrando en aspectos más concretos, el guion de ‘La fiesta de las salchichas’, escrito por Kyle Hunter, Ariel Shaffir, Evan Goldberg y el propio Rogen, tiene un hilo conductor más que convincente e incluso logra sacarse de la manga un curioso villano que hace que las complicaciones que surgen por el camino, que perfectamente podrían haberse quedado reducidas a un par de chistes a costa de determinados alimentos, tengan una mayor enjundia.
Realmente, la película no daba para más en lo argumental y seguramente se podría haber contado todo en forma de mediometraje sin dejarse nada esencial por el camino. Todo el humor que surge a su alrededor es lo que sirve para ampliarlo y ahí es donde surge una extraña mezcla de anarquía, obscenidad y vitalidad en la que tan pronto se recurre a la solución más básica del gamberrismo como se hace un hilarante comentario sobre, por no entrar en más detalles, la nacionalidad de alguno de los alimentos.
Lo realmente singular es la extraña consistencia de la película en ese apartado, porque es cierto que es capaz de pasar de la carcajada al bochorno con apenas segundos de diferencia, pero lo hace apostando en todo momento por un tono muy definido en el que la mayor o la menor efectividad de las bromas parece asumirse como un mero peaje para disfrutar ellos mismos, y ahí los directores Greg Tiernan y Conrad Vernon simplemente tienen que darlo todo para que el ritmo no decaiga.
Ahí es verdad que todos los problemas que ha habido con los animadores deja claro que no todo fue precisamente fácil, pero al final ‘La fiesta de las salchichas’ no deja de ser de una desvergonzada reunión de amigos en la que tan pronto te enteras de alguna burrada que te deja todo roto por lo inesperada que era como te estás descojonando por alguna ocurrencia de otro de ellos o te indignas porque han dicho algo de ti que es mentira. Eso elevado a su máxima potencia es ‘La fiesta de las salchichas’.
‘La fiesta de las salchichas’, el gran despiporre
Todo ello deriva en que ‘La fiesta de las salchichas’ se apoye de forma brutal en el trabajo de los actores que prestan voz a los personajes en la versión original y que hacerlo con la copia doblada deba ser algo muy diferente y seguramente peor, porque en este caso ese humor y el toque que le da su reparto es algo que simplemente no veo extrapolable. De hecho, puede darse el caso que en lugar de pasar de la genialidad a la vergüenza ajena se quede en todo momento en lo segundo.
En definitiva, ‘La fiesta de las salchichas’ es un pasatiempo muy inusual que algunos amarán por el mismo motivos que otros odiarán, algo que se puede incluso extrapolar a muchas bromas y alterando la reacción en función de la escena. Por mi parte, es verdad que varios momentos me asombraron en lo negativo, pero en líneas generales me pareció bastante divertida, aunque tendría que conocer muy bien a la otra persona antes de animarme a recomendársela.
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