Hay algunos directores, muy pocos, que nunca me decepcionan y Gianni Amelio es uno de ellos. El viernes pasado se estrenó en nuestras salas (con el correspondiente retraso habitual), su último trabajo, La Estrella Ausente, protagonizado por Sergio Castellitto y Tai Ling, y no sólo cumplió con mis expectativas, las superó con creces.
La Estrella Ausente narra en principio como un ingeniero italiano de altos hornos está muy preocupado porque su fundición ha vendido una máquina defectuosa y peligrosa a una empresa China. Cuando descubre la forma de repararla, se desplaza hasta allí para intentar subsanar el problema. En su camino se cruza con una joven intérprete, con la que emprende una odisea para llegar a la fábrica y reparar la máquina.
Un argumento sencillo y atípico que, como era de esperar, Gianni Amelio utiliza como base para hablar a la vez de otros temas, mucho más profundos. Sería una pena ponerme ahora a desvelarlos, sobretodo porque resulta más satisfactorio descubrirlos durante la película, pero también porque la historia principal se puede disfrutar igual, sin sacar más conclusiones a parte, en el caso de que la veáis en un día de esos en los que no apetece pensar demasiado.
Este factor es lo que más me ha sorprendido del film. En esta ocasión el director ha hecho un producto de interés para todos los públicos, no limitándose a mostrar situaciones cotidianas o dramáticas que aunque pueden lograr transmitir más fácilmente un mensaje o unas intenciones, en ocasiones ya aburren por ser más de lo mismo.
El personaje que interpreta Castellitto intenta llenar el vacío de su vida ayudando a otros, su nombre Vincenzo Buonavolontà (Buena voluntad) es una clara indicación de ello, pero sus intenciones nos sumergen en un maravilloso viaje a China, donde podemos deleitarnos con ojos de turista de sus paisajes, su alimentación, sus costumbres y en algunos casos contemplar su rostro menos amable, que también tiene mucho que decir en la película.
La luminosa fotografía de Luca Bigazzi contribuye a hacer fascinante este exótico entorno que camina junto a los protagonistas como si de un compañero más de reparto se tratara.
La trama entretiene y se mantiene por sí sola, por eso es un auténtico lujo que dentro de esta historia original y bien formada Amelio haya sabido conmover y a la vez revelar emociones y pensamientos que al igual que en el resto de su filmografía invitan a la reflexión posterior, como mínimo.
Castellito está grande, tremendo, impresionante (y pensar que finalmente la Copa Volpi que le correspondía, se la dieron a Ben Affleck), pero Tai Ling consigue darle la réplica perfectamente, interpretando un personaje muy especial, repleto de matices.
Según me han contado, algunos ya le han dado a La Estrella Ausente el arriesgado calificativo de obra maestra, que yo respaldo sin ningún tipo de temor, teniendo en cuenta su perfecta conjunción entre forma y fondo, que la hace disfrutable en todos los sentidos.
Que gusto da encontrar ya en enero una de esas películas que con total seguridad estará incluida entre mis favoritas del año. Posiblemente entre las de toda mi vida, también.