Julian Schnabel es más conocido por su faceta de pintor que de director de cine. Gracias a él, Javier Bardem logró su primera nominación al Oscar allá por el 2001, cuando su nombre figuró entre los cinco elegidos, por 'Antes que Anochezca', película aburrida y pretenciosa hasta la saciedad. Seis años han pasado hasta que Schnabel ha podido dirigir su siguiente largometraje (el tercero de su filmografía), y sin duda alguna el que más premios y buenas críticas le ha reportado.
El Globo de Oro al mejor director en la última edición de los premios cogió a casi todo el mundo por sorpresa. Y ahora en los Oscars, 'La Escafandra y la Mariposa' está nominada a cuatro estatuillas, y lo cierto es que viendo la calidad imperante en la edición de este año, sorprende que la película de Schnabel no esté nominada en más categorías. Para empezar, el de mejor película de lengua extranjera hubiera sido más que lógico, pero a estas alturas ya conocemos las incoherencias de la Academia de nuestro querido Hollywood. Incluso, yo me esperaba que la cinta estuviera entre las cinco finalistas a mejor película.
'La Escafandra y la Mariposa' está basada en el libro de idéntico título, escrito por Jean-Dominique Bauby, director de la revista francesa Elle, que un día sufrió una embolia masiva. Al salir del coma descubrió que estaba encerrado dentro de su cuerpo y que no podía comer, respirar o hablar, sin asistencia. A partir de ese momento, empezará a crear su propio mundo interior de sueños y recuerdos, y aprenderá a comunicarse con el exterior únicamente con la ayuda del párpado de su ojo izquierdo.
'La Escafandra y la Mariposa' casi siempre mantiene el punto de vista del protagonista, y nos mete literalmente dentro de él, logrando transmitir cinematográficamente su angustia personal. Cuando el punto de vista cambia es o para mostrarnos al personaje de Bauby desde una perspectiva de testigo pasivo, o para mostrarnos detalles de la vida pasada del protagonista. Con una extraordinaria fotografía de Janusz Kamisnki (colaborador habitual de Spielberg desde 'La Lista de Schindler'), la labor de Schnabel se convierte de lejos en lo mejor de una película que hace gala de una extrema sensibilidad, no cayendo jamás en el discurso evidente, o en la sensiblería más típica. Y lo que más llama la atención, es que teniendo todos los números para ser una película pedante y pretenciosa en las formas, resulta de lo más atractiva y entretenida.
Por supuesto la labor interpretativa de su actor principal es encomiable. Mathieu Amalric está inmenso en todos los aspectos y en todo momento. Tanto después del accidente, como cuando es una persona normal a la que le cambia drásticamente la vida tras sufrir el ataque. Un trabajo actoral lleno de matices, y que en ningún momento cae en la exageración, cosa que hubiera sido muy fácil. Amalric carga con el peso de toda la película, y aunque el plantel de actores y actrices que le rodea cumple a la perfección, él los eclipsa a todos. Otro de esos grandes olvidos a los que la Academia nos tiene acostumbrados.
A pesar de su dureza, 'La Escafandra y la Mariposa' respira vida por los cuatro costados, y en cierto modo nos habla de la esperanza. El film se debate entre esa dureza, que siempre está presente, y un fino sentido del humor, casi siempre proveniente de la actitud del personaje central ante la vida. Baste resaltar los comentarios jocosos que se hace a sí mismo a raíz de las distintas y chocantes situaciones con las que se topa en su nueva situación física. Schnabel está en perfecta armonía con su actor y juntos dibujan una galería de imágenes sugerentes, un punto arrebatadoras y nada vacías, logrando lo que otros no hubieran sido capaces: transmitir. En este caso Schnabel ha cambiado su pincel, esa cámara por momentos inquieta pero nunca molesta, y siempre queriendo descubrir nuevos horizontes visuales a través de la mirada sin límites de un hombre que se atrevió a no rendirse aun teniendo la partida perdida.
'La Escafandra y la Mariposa' es una buena película, mucho mejor que algunas de las que pueblan actualmente la cartelera. Tal vez en su segunda mitad peque un poco de repetitiva, produciéndose además un pequeño bajón de ritmo, pero eso no impide disfrutar de un film arriesgado, nada complaciente y muy original. Si no la habéis visto, apurad antes de que la quiten de los cines. Merece la pena.
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