El cine de Guillermo del Toro siempre me ha llamado mucho la atención, y además siempre ha conseguido mantener unos mínimos dentro de una trayectoria un poco desigual en la que sobresale con luz propia la sobresaliente ‘El laberinto del fauno’. Eso ha hecho que siempre tenga una gran curiosidad hacia todos sus proyectos que salen finalmente adelante, pero también que mantenga cierta cautela para evitar decepciones innecesarias.
He de reconocer que el caso de ‘La Cumbre Escarlata’ (Crimson Peak) tenía más dudas de lo habitual, ya que temía que el acabado técnico y visual, claramente inspirado por un tipo de cine de terror que ya no se hace –y, a decir verdad, esta película no pertenece a ese género-, destacase por encima de un guión algo más endeble. Por desgracia, ese ha sido el caso, ya que el noveno largometraje de Del Toro posee un extraordinario envoltorio, pero su contenido no va más allá de lo aceptable.
La lúgubre belleza de ’La Cumbre Escarlata’
Lo que nadie debería criticar de ‘La Cumbre Escarlata’ es su calidad técnica, ya que Guillermo del Toro ha exprimido al máximo los 55 millones de dólares de presupuesto en un trabajo de ambientación impecable, desde el exquisito vestuario hasta la espectacular decadencia de la mansión en la que viven los hermanos interpretados por Tom Hiddleston y Jessica Chastain, y que se convierte en el personaje más apasionante de la cinta por los muchos secretos que oculta.
Además, la película consigue que todo resalte aún más a través de una impecable utilización de los colores que nos retrotrae a esas obras de terror que mencionaba antes y que aprovecha de forma especialmente acertada el contraste entre el rojo y el blanco. Si es cierto que quizá hay una asociación demasiado marcada entre la personalidad de los protagonistas y los colores de su vestimenta, pero a mí no es algo que me llegase a molestar y además ayuda a crear una sensación de unidad que le sienta muy bien a la película.
El trabajo de dirección también merece ser destacado, ya que consigue evitar cualquier posible estatismo del guión a través de fluidos movimientos de cámara, tanto para seguir las acciones de los personajes como para mostrar el excelente diseño de producción con una clara inspiración gótica, y lo hace sin la necesidad de detenerse en ello más de lo debido. Otro de los logros de ello es que se consigue insuflar energía y un toque de distinción y elegancia a varios momentos que en sí mismos no la tienen y que sobre el papel coquetearían peligrosamente con el absurdo.
Estamos ante un festín visual que invita a dejarse llevar y en el que además hay espacio para la contundencia propia de una historia marcada por la muerte y el sufrimiento. Lo curioso es que Del Toro consigue una inesperada armonía entre esos momentos –y también con el halo de tristeza que sobrevuela en todo momento-, donde el gore hace acto de presencia, y otros más recatados, algo difícil de lograr, sobre todo teniendo en cuenta el muy efectivo estilo clásico –aunque más dinámico- por el que apuesta el realizador mexicano a la hora de abordar el un tanto discreto guión que él mismo firma junto a Matthew Robbins.
Su debilidad: El guión
Salvo por un par de detalles –el más importante sucede hacia el final y es un spoiler demasiado grande como para mencionarlo-, ‘La Cumbre Escarlata’ es una delicia en lo visual, pero el libreto está a un nivel muy inferior y eso se contagia en parte al trabajo de sus actores. Imagino que muchos se quejarán de que la película nunca da miedo, pero es que lo que le interesa a Del Toro es la creación de una atmósfera inquietante que sí funciona bien hasta cierto punto, ya que lo evidente que resulta el guión en todo impide que sus esfuerzos desde la puesta en escena obtengan mejores frutos.
La primera clave es que uno sabe perfectamente todo lo que va a pasar, incluyendo ese giro supuestamente sorpresivo, por lo que el suspense jamás consigue funcionar y sólo los golpes de efecto puntuales consiguen que la película se evada temporalmente de la sensación de ser rutinaria a nivel argumental. Esto es algo que puede entender por los referentes que maneja Del Toro –y que asimila dentro más del estilo de sus producciones españoles y su ópera prima que del de sus aventuras en Hollywood-, pero tiene una consecuencia negativa a poco que uno se salga del hechizo visual con el que intenta atraparte ‘La Cumbre Escarlata’.
Los personajes tampoco funcionan demasiado bien, en especial la transformación de la personalidad del de Mia Wasikowska cuando conoce al de Hiddleston –a mí me perdieron ahí por mucho que la actriz haga todo lo posible, y bastante bien, por evitarlo- y el de Charlie Hunnam en sí mismo, aunque cierto es que tiene que lidiar con el menos interesante de todos y también con el que menos presencia tiene, haciéndolo, eso sí, con bastante corrección. La cuestión es que ‘La Cumbre Escarlata’ requiere que te dejes llevar en lo emocional –para ello echa manos de ciertas metáforas que en sí mismas encajan bien, pero aplicadas a la “realidad” de los personajes ya no tanto- y no todos estarán dispuestos a hacerlo.
Por su parte, Chastain no tarda en sacar provecho a la problemática personalidad de Lucille y va creciendo a medida que avanza el metraje, algo que debería haber tenido más fácil Hiddleston, pues es quien cuenta con un personaje con más matices, pero se quedan en lo superficial y eso le resta mucho empaque emocional y resta interés a sus esfuerzos para lograr transmitirnos ese trágica oscuridad que le asola tanto a él como a Chastain.
Esto último a lo que hacía alusión se hace especialmente patente en la relación entre Wasikowska y Hiddleston, ya que no tiene la naturalidad adecuada –de nuevo, creo que por las influencias de la película- y aparte, al saber ya casi de entrada los tejemanejes de él, nunca llega a transmitir verdadera pasión, y eso es un grave problema al ser una película en la que lo romántico es el verdadero eje del relato. De hecho, es curioso que Jim Beaver transmita mucho más que ellos cuando su personaje no es más que la forma de solucionar una necesidad narrativa.
En definitiva, ‘La Cumbre Escarlata’ es excelente en lo visual, mostrando una gran atención al detalle y con una puesta en escena muy interesante para resaltar sus puntos fuertes, pero a cambio cuenta con un guión algo anémico que resta a lo primero y también limita el trabajo de sus actores, siendo Jessica Chastain la única que logra sobreponerse por completo a ella. Recomendable pese a sus fallos.
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