El found footage se ha convertido en uno de los principales recursos del cine de terror contemporáneo para rodar películas baratas con las que es bastante sencillo obtener beneficios. Por ello, no es de extrañar que se haya producido tal avalancha de cintas que ha llegado a un punto en el que ha desaparecido cualquier credibilidad que pudiera haber tenido en algún momento, dejando así al descubierto la mediocridad reinante en la mayoría de los casos.
Esto ha provocado que la idea de ver una película de estas características me produzca pereza, pero también que rebaje hasta tal punto mis expectativas que de vez en cuando hay alguna pequeña sorpresa. Sin embargo, no es lo habitual, ya que hay una serie de tópicos asociados al found footage que suelen desesperarme bastante. En 'La cueva' (Alfredo Montero, 2014) también aparecen, pero, sin llegar a ser buena, es más interesante que la mayoría de producciones de este estilo.
'La cueva', cinco tontos muy tontos
No tengo claro el motivo de que hayan optado por asumirlo como algo natural, pero la mayoría de películas found footage basan sus primeros 20-30 minutos en presentarnos a unos protagonistas con pocas luces haciendo el idiota. Soy consciente de que es un hacer el idiota asociado a la mentalidad del grupo de amigos o la pareja protagonista, pero lo que se suele conseguir es transmitir una molesta sensación de monotonía que impide tanto que les cojamos algún cariño como que realmente nos importe lo que pueda pasarles.
Por desgracia, eso es exactamente lo que sucede durante el primer acto de 'La cueva', donde el realismo distendido que busca Alfredo Montero no consigue el efecto buscado, aunque he de reconocer que al menos se preocupa un poco por establecer la diferente personalidad de cada uno de los cinco amigos, algo que irá notándose más a medida que avance el metraje y los protagonistas tengan que mostrar su verdadera cara ante la situación extrema en la que se encuentran. No compensa el aburrimiento durante esos minutos, pero al menos el sufrimiento del espectador sirve para algo.
De menos a más
Son muchas las películas -ahora mismo hay una en cartelera- que tienen un inicio potente y luego van bajando el nivel hasta tocar fondo con su decepcionante resolución, dejando así una sensación agridulce en el espectador, pero sobre lamentándose de la gran oportunidad perdida. Menos habitual es que una cinta tenga un arranque flojísimo y que luego vaya progresando hasta conseguir sus mejores momentos durante los últimos minutos, pero es exactamente lo que sucede en 'La cueva'.
He de confesar que cuando vemos a los cinco amigos adentrarse en una cueva, lo único que se me pasó por la cabeza es que ojalá a Alfredo Montero se le hubiesen ocurrido formas estimulantes para hacerles sufrir y que los actores supieran transmitir esa angustia de saberse conocedores de que van a morir si no salen de allí lo antes posible. Por ahí va ganando interés 'La cueva', y eso que también cae en el error de no terminar de justificar del todo bien que haya determinados momentos en los que la cámara está grabando y otros en los que no.
Una vez desaparece el comportamiento estúpido y Montero se centra en el contraste en la personalidad de los cinco protagonista, el interés va creciendo, ya que además lo simultanea con bastante acierto con los distintos intentos de dar con la esquiva salida sin que en ningún momento parezca que se está repitiendo, uno de los peligros habituales en casos así. Ahí ayuda mucho su ajustadísimo metraje, otro rasgo habitual del cine found footage, pero que aquí sí se sabe rellenar.
Está claro que la originalidad a nivel argumental brilla por su ausencia, pero la pericia de Montero para llevar el found footage a su terreno consigue crear algo parecido a una atmósfera de suspense que alcanza su punto álgido durante la persecución final. Quizá sea demasiado previsible en su planteamiento y resolución -bastante antes ya se intuye que van a ir por ahí-, pero su eficacia está fuera de toda duda.
Si os son sincero, mi primera impresión tras acabar de ver 'La cueva' fue que no era una película que mereciera tan siquiera un aprobado raspado, pero con el paso de los días voy valorando más sus virtudes y sus defectos ya no parecen tan insalvables en mi cabeza, por lo que ahora creo que sí llegaría darle al menos un cinco. Tampoco es mucho y seguro que es insuficiente para animar a nadie a ir al cine a verla, pero espero que al menos no descartéis completamente su visionado.
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