Ricardo Darín lleva ya tantos años siendo la gran estrella del cine argentino que no cuesta concebir la idea de que su popularidad le pudiera permitir llegar a ser presidente en caso de presentarse. Con todo, la política es mucho más complicada que eso, pero sí que sirve para que el hecho de haber aceptado precisamente ese papel en una película suene como un paso lógico en su carrera.
Además, ‘La cordillera’ también juega con la imagen de persona normal de Darín como gran reclamo para haber salido elegido presidente contra todo pronóstico y también como principal queja ante su forma de ejercer como tal. Sin embargo, la película no tarda en ir mostrándonos lo que hay realmente detrás de esa imagen a caballo entre lo neutro y lo positivo en esta estimulante película que combina el drama político con el thriller psicológico.
La realidad detrás del político
‘La cordillera’ nos presenta una cumbre latinoamericana para sentar las bases de una alianza petrolífera en la que el presidente brasileño se presenta como el posible gran triunfador en caso de que todo salga según lo previsto. Esas son las raíces argumentales de la película y donde hay una evolución dentro de lo que el espectador podría esperar de una presentación, nudo y desenlace.
No faltan las maquinaciones detrás de las cámaras, pero siempre jugando con la incógnita de qué es lo que realmente quiere el personaje de Darín, el cual durante muchos minutos se presenta como el paradigma de la normalidad, el hombre del pueblo que ha llegado a presidente casi exclusivamente por ello. La cuestión es que detrás de esa fachada hay unas motivaciones propias y la auténtica clave del guion firmado por Santiago Mitre, también director, y Mariano Llinás está en ir mostrándonos quién es realmente él.
En el terreno político, lo que se nos muestra es cómo va evolucionando esa aparente docilidad sin llegar nunca a mancharse las manos de cara a los demás. Ahí ya vemos que hay más de lo que salta a la vista y Darín lo aprovecha para ir modulando su interpretación en función de la necesidad de cada escena. Ahí demuestra una madurez envidiable, pero es que hay otra serie de detalles esenciales para entender sus decisiones pero que pueden llegar a resultar un poco frustrantes para ciertos espectadores.
‘La cordillera’ es más que un gran trabajo de Darín
La vida familiar del personaje de Darín también juega un papel esencial en ‘La cordillera’ a través del personaje de su hija, interpretado de forma más que convincente por Dolores Fonzi. Es ahí donde Mitre opta por potenciar una atmósfera ligeramente retorcida sin despegarse nunca del acabado realista que domina la película en todo momento, algo muy estimable si tenemos en cuenta la introducción de la hipnosis y la duda sobre si lo que cuenta realmente sucedió o no.
Es ahí donde ‘La cordillera’ introduce la duda en el espectador, ¿hasta qué punto es el presidente argentino como dice ser? No es tanto que sea bueno o malo como el hecho de que esté vendiendo una cosa y sea en realidad otra. Eso es lo que acaba conectando con la trama política, donde ese toque de frialdad que imprime Mitre al relato funciona de maravilla, funcionando a modo de motor paralelo para que lo que acaba sucediendo encaje sin sacrificar nunca del todo esa incómoda ambigüedad sobre la que camina el personaje.
El único problema real ahí es que a Mitre no le queda otra que sacrificar la importancia real del personaje de Fonzi, dejando su historia un tanto inconclusa en el sentido de que le interesa más por lo que aporta a Darín que por cualquier otra cosa. Ahí es donde puede surgir ese sentimiento de frustración al que aludía antes, porque en otros casos sí que su carácter complementario tiene todo el sentido del mundo -pienso por ejemplo en el personaje de Erica Rivas, la novia despechada de ‘Relatos salvajes’-, pero aquí queda raro, porque es el principal asidero emocional para el espectador.
Además, ‘La cordillera’ juega también con la idea de hasta qué punto es real lo que se plantea en este punto, algo que refuerza la ambigüedad del personaje de Darín pero también de la película cuando en ese detalle concreto quizá no sea lo más acertado dejarlo abierto a lo que el espectador interprete. En principio esa es la única debilidad real de una película que en lo técnico también es muy solvente, sabiendo respaldar el tono de la película a la vez que luce muy bien visualmente.
En definitiva, ‘La cordillera’ es una película muy interesante en todo lo referente al personaje de Darín y que está además muy bien acabada técnicamente. Además, Mitre realiza un solvente trabajo puesta en escena y de construcción de atmósfera, pero deja por ahí un cabo suelto que desluce ligeramente el conjunto. Pese a todo, merece la pena echarle un vistazo, que además este tipo de cintas son cada vez menos habituales.
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