'La chica danesa', aburrida corrección

Eddie Redmayne conquistó a millones de espectadores y a los votantes de la Academia de Hollywood hace sólo unos meses gracias a su interpretación como Stephen Hawking en ‘La teoría del todo’ (The Theory of Everything), por lo que, pese al traspiés que tuvo en ‘El destino de Júpiter’ (Jupiter Ascending), seguro que muchos esperaban con ganas su próximo trabajo, sobre todo tras la aparición de la primera imagen con él caracterizado como mujer.

El tiempo ha pasado y ‘La chica danesa’ (The Danish Girl) no ha tenido el impacto esperado, ya que está pasando un poco desapercibida por los cines de Estados Unidos y en las recientes nominaciones a los Oscar se ha quedado fuera de la categoría más importante. Por mi parte, no me extraña que así haya sido, ya que nunca llega a transmitir toda la complejidad de la metamorfosis emocional de su protagonista al apostar por una aburrida corrección en la que únicamente sobresale la ascendente Alicia Vikander.

’La chica danesa’, para esto mejor no hacer nada

Como suele ser habitual en estos casos, el principal origen de los males de ‘La chica danesa’ lo encontramos en el guión de Lucinda Coxon, ya que carece de la más mínima garra para ahondar en la odisea del personaje al que da vida Redmayne, optando siempre por soluciones superficiales, aunque haciendo todo lo posible para evitar parecerlo. Especialmente sonrojante es la escena en la que dos hombres abordan al protagonista inquiriéndole sobre si es un chico o una chica, ya que ahí confluye eso con su tendencia a echar mano de lugares comunes para ofrecer un retrato un tanto hueco y sin la intensidad emocional requerida para la ocasión. Sensiblería barata.

Tampoco es que Tom Hooper haga nada por corregirlo, aunque no es algo que me pille por sorpresa siendo un realizador que nunca ha destacado por sus aciertos en la puesta en escena –lo más parecido a ello es que su predilección por los planos cerrados en ‘Los Miserables’ (Les Misérables) ayudaba a que ciertas escenas tuvieran más fuerza, aunque en otros casos resultaba de lo más contraproducente-, optando normalmente por esa corrección que le sirvió para ganar un –inmerecido- Oscar, así que es lógico que vuelva a ella.

En esta ocasión muestra un mayor interés por realzar la recreación histórica a través de los elementos estéticos –pocas pegas, si es que hay alguna, podemos ponerle al esfuerzo de producción en este apartado-, una solución curiosa durante los primeros compases, pero que según avanzan los minutos sólo ayuda a realzar el vacío del libreto de Coxon –el cual hace que mis quejas del libreto de otro tramposo pero entretenido título que se estrena hoy me parezcan casi una nimiedad-, salvándose entonces únicamente la acertada –aunque no memorable- música de Alexandre Desplat.

Esto último resulta esencial para que el aburrimiento vaya apoderándose del espectador, ya que la suma de esos problemas con la incapacidad para trazar una verdadera conexión emocional con el protagonista –nunca llegué a sentir su dolor, y eso que Redmayne hace todo lo posible por lograrlo- llega a resultar un tanto desesperante, por lo que llegó un punto en el que casi desconecté de lo que sucedía en pantalla al importarme bien poco lo que fuera a pasar a continuación, lo cual resultó clave para que su desenlace carezca de la fuerza deseada.

Los esfuerzos de Redmayne y la calidez de Vikander

Las nominaciones al Oscar de Redmayne y Vikander seguro que acaban llevando mucha gente a los cines españoles a partir de hoy, pero, como comentaba más atrás, es ella la que realmente consigue trascender las lagunas del guión en lo referente al dibujo de su personaje y durante buena parte de la película –al final, por lo ya comentado previamente, me estaba dando todo ya un poco igual- consigue emocionarnos con la calidez que imprime a Gerda, un personaje que a priori podría haber caído en la irrelevancia tras los primeros minutos, pero que acaba siendo la única que llega a transmitir esa humanidad que necesitaba ‘La chica danesa’.

Por su parte, Redmayne hace todo lo posible por brillar primero como Einar y luego como Lili, aunque algo no termina de encajar. Sus esfuerzos para ir más allá de la transformación física se perciben, tanto cuando recita sus líneas como a través de la utilización del lenguaje no verbal, pero se contagia de esa frialdad superficial que tanto mal hace a la película en general y a su personaje en particular. El resto del reparto poco menos que me pareció que hacían bulto, con la relativa excepción de un Ben Whishaw que últimamente parece estar en todas partes.

En definitiva, ‘La chica danesa’ es un flojo biopic que nunca llega a captar la verdadera importancia de la historia que cuenta al no querer –o saber- ahondar en la misma. Demasiados lugares comunes, una molesta tendencia a la sensiblería barata, cero riesgos -¿qué sentido tiene entonces?- y un dúo protagonista en el que, pese a los esfuerzos de Redmayne, solamente Vikander logra hacernos sentir algo. Muy olvidable pese a sus aciertos estéticos e incluso inferior a la también decepcionante película de similares características que llegó a los cines españoles la semana pasada.

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