Al final me armé de valor y me fuia al cine a ver 'La Casa del Lago', remake de 'Il Mare', película coreana que sin ser ninguna maravilla tiene un punto de partida muy original y algunos valores añadidos de los que ya hablé en su momento. Como los norteamericanos tienen que rehacer todas las películas una y otra vez, y no sólo las suyas, sino las de los demás, pues raudos y veloces se dispusieron a realizar una nueva versión para que llegara a todo el mundo, ya que ellos solitos copan más del 50%del mercado internacional. Entre ambas películas sólo hay una diferencia de seis años. Nunca entenderé esa manía de rehacer películas asiáticas a la velocidad del rayo, podrían haber esperado más años. Una prueba más de que, salvo honrosas excepciones, la falta de ideas en el mercado USA es realmente preocupante.
La historia a estas alturas es bien conocida por todos gracias a lo machacantes que están siendo con el trailer EN TODAS PARTES. Un hombre y una mujer mantienen correspondencia con la peculiaridad que están separados en el tiempo por dos años. Ambos está solos en la vida y les une el haber vivido en la misma casa. El amor surgirá entre ambos y pensarán que jamás llegarán a verse. Como deben de creer que los espectadores somos idiotas, en ningún momento ni nos imaginamos qué es lo que va a pasar ni sabemos cómo va a terminar la película. Para eso no hace falta ni ver la anterior versión. La película es prácticamente idéntica a su predecesora, pero con un problema mayor. Todos los defectos de aquélla están elevados a la enémisa potencia en esta nueva versión, cosa realmente impedornable, porque ya hay que ser burro para cometer los mismos errores que otros han cometido con anterioridad, y encima hacerlo peor. Con esto me estoy refiriendo a lo repititiva que resulta la película en muchos de sus momentos, alargando hasta la extenuación la premisa sin desarrollarla completamente. Por no hablar de la total ausencia de un clímax final, que sin en la película coreana lo pedía a gritos, en ésta resulta de los más simplón, al carecer totalmente de fuerza.
Una de las cosas que más sorprende es que la película no está dirigida por uno de esos directores al uso de los que echan mano cuando quieren hacer una de estas comedias románticas destinadas únicamente a hacer taquilla. El film supone el primer trabajo de Alejandro Agresti, director argentino al que el ritmo de trababjo en Hollywood le ha debido quedar grande desde todos los puntos de vista. Su dirección es casi inexistente, llena de las mismas carencias de personalidad y alma que caracterizan a todos esos directores firmantes de bodrios de la misma calaña. Para una vez que un remake cae en manos "distintas" por así decirlo, y los resultados son mucho peores.
Respecto a los dos muebles que lo protagonizan pues cómo siempre, en su línea. Normalmente los actores suelen mejorar con el tiempo, a veces mucho, a veces poco a poco. El caso de Keanu Reeves y Sandra Bullock es para echarse las manos a a la cabeza. Estos dos no han mejorado ni un ápice en todos estos años. Las arrugas empiezan a aparecer en sus rostros, pero la madurez interpretativa brilla por su ausencia. Algún listo productor ha decidido que tal vez era buena idea reunirlos de nuevo después de todo el tiempo que ha pasado desde 'Speed', idea nada buena ya que la película se ha pegado un enorme batacazo en la taquilla americana. Aquí probablemente vaya a funcionar mejor, sobre todo entre el público adolescente.
El film es enormemente aburrido, lleno de secuencias y escenas eternas en las que no pasa nada. Además hay algunas en las que los dos protagonistas tienen que sostener el plano continuamente, pero dadas sus nulas cualidades dramáticas, tales escenas son literalmente insoportables. Ahí han querido repetir algunos de los momentos del film coreano, pero no han sabido hacerlo, entre otras cosas porque Agresti no domina a la perfección el tempo del que hacía gala 'Il Mare'. En otras secuencias han querido apartarse un poco, explotando algunas ramificaciones de la historia, como un encuentro de los dos protagonistas, mostrado de forma distinta a cómo se hacía en la película predecesora, pero cayendo en todos los defectos habidos y por haber.
Por otro lado es una verdadera pena comprobar que un actor de la talla de Christopher Plummer se rebaja a intervenir en esta película con un personaje, que aunque importante en la historia, está totalmente desaprovechado.
Un bodrio inaguantable y soporífero hasta extremos inimaginables. Creía que no serían capaces de estropear el interesante punto de partida. No sólo no ha sido así, sino que lo han echado todo a perder, y ya era difícil. Encima lo adornan todo con repelentes canciones pop mezcladas con temas de jazz del mismísimo Brad Mehldau. Todo un desconcierto.