El cine español es un tema que me preocupa enormemente. Buscar buenos títulos de nuestro país hasta debajo de las piedras para llevarse de vez en cuando alguna sorpresa positiva es uno de mis hábitos a la hora de ver cine. Por eso, cuando un buen amigo me recomendó 'La Caja 507', mi primera reacción fue el escepticismo. "Es un thriller, como los que hacen los americanos", me dijo. No sabía qué pensar ante aquello. Últimamente "los americanos" sacan thrillers como churros, con el típico giro sorpresivo final y el pulso psicológico entre los dos actores principales.
'La Caja 507' está dirigida por Enrique Urbizu (que recibió buenísimas críticas con otra película que tengo pendiente, 'La Vida Mancha') y protagonizada por Antonio Resines y José Coronado, a los que conocía más por esa infumable serie llamada 'Los Serrano' o por anunciar yogures, respectivamente, que por aparecer en buenos títulos del panorama cinematográfico. Con todo, me dispuse a ver la película, y en los primeros quince minutos ya sabía que el visionado estaba mereciendo la pena.
En un pueblo de la Costa del Sol, la hija del director de sucursal de banco Modesto Pardo (Resines) muere al acampar junto a su novio en una finca privada que se incendia por accidente. Una elipsis nos indica que años después, Modesto va al banco como cualquier día de diario, y una llamada de teléfono le avisa de que el banco va a ser atracado y que el secuestro de su mujer, enferma del corazón, garantiza su colaboración. Cuando los atracadores se llevan todo el botín procedente de las cajas de seguridad del sótano, Modesto es encerrado en el mismo sótano, y casualmente, entre una de las cajas abiertas (la 507 del título), encuentra una documentación que implica que el incendio que provocó la muerte de su hija fue intencionado.
Esta simple premisa, que tiene mucho de cotidiano y poco de extraordinario, es el eje en el que se apoya una sucesión de tramas de mayor o menor importancia. El atraco salpica a una espiral de corrupción que resulta ser totalmente profética si tenemos en cuenta que la película salió antes de la oleada de detenciones de la llamada 'operación Malaya'. Modesto Pardo, tras conseguir salir del banco, mueve todos los hilos que tiene a su alcance para que nadie salga impune de la situación. Por su parte, el ex-policía Rafael Mazas (José Coronado), propietario del contenido de la caja 507, teme que los papeles que le acusan directamente salgan a la luz, ya que la finca incendiada es ahora un ambicioso proyecto inmobiliario en el que todos los responsables sacaron tajada, incluyendo al alcalde y a algunos cargos del gobierno.
Así, tenemos dos series paralelas de escenas en las que Modesto avanza en su investigación, de forma pacífica pero firme, y Rafael Mazas busca con desesperación a los atracadores del banco, para que le devuelvan los papeles de la caja 507. Unos papeles que, por supuesto, ha guardado Modesto para utilizarlos en contra de quien haga falta. Todo adornado con una diversidad de ambientaciones geográficas, que incluyen la Costa del Sol, La Línea y Marruecos.
Resulta muy creíble el comportamiento de Modesto, como un hombre corriente que tras enterrar el trauma de la muerte de su hija, revive su ímpetu al hacer el descubrimiento (muy a su pesar) y vengar el estado crítico de su esposa, gravemente herida tras el secuestro por parte de los atracadores. No así su excesiva sangre fría, impropia de un director de banco que de repente permanece impasible ante tamañas situaciones de corrupción y violencia. Por su parte, José Coronado construye de maravilla al villano, un implacable ex-policía en horas bajas, al que sólo le importa él mismo, y con el que el espectador es capaz de conectar a pesar de sus drásticos métodos, su permanente mala leche y sus perversas intenciones. Por tanto, 'La Caja 507' no es ni más ni menos que un duelo actoral entre Resines y Coronado, en el que personalmente creo que gana el segundo por muy poco. Entre los secundarios destaca Goya Toledo en el papel más sufrido de esta historia, representando el contrapunto
La película impacta además por su minuciosa factura visual, colorista e inmaculada, que se compone de muchos primeros planos que dan rienda suelta al talento de los protagonistas, junto a una lograda música de Mario de Benito, y un desarrollo argumental que, sobretodo en su segunda mitad, sí hace pensar en los thrillers americanos, con una mezcla entre 'Fargo' de los Coen y 'Un plan sencillo' de Sam Raimi. Es una Andalucía asfixiante, en la que no se puede uno fiar de nadie, y en la que el dinero viene dado por la corrupción. Choca, por ejemplo, que nadie hable andaluz (resulta creíble en Modesto, que revela que no es malagueño, pero no los demás), y que los mafiosos italianos parezcan más un complemento que una trama en sí mismo. Pero todo ello no eclipsa en absoluto las principales virtudes del film, que con los dos protagonistas, su intensa fotografía y su conseguido pulso narrativo fundamenta un título muy disfrutable, una pequeña alegría del cine español y una joya para todos los amantes del cine policiaco y el thriller psicológico. Totalmente recomendable.