A estas alturas ya lo sabréis todos, pero este pasado fin de semana se celebró la XI Muestra de Cine Fantástico de Madrid, donde pude ver grandes películas como 'Snowpiercer' (Bong Joon-ho, 2013) y 'Coherence' (James Ward Byrkit, 2013), pero también varios títulos que ni siquiera llegaban a los mínimos necesarios para merecer un simple aprobado. La esperada 'La Bella y la Bestia' (‘La Belle et la Bête’, Christophe Gans, 2014 ), cinta que llega este próximo viernes 14 de marzo a los cines españoles, es uno de ellos.
Tengo que reconocer que soy uno de los muchos cinéfilos “contaminados” por la visión del cuento de Gabrielle-Suzanne de Villeneuve que nos ofreció Disney en 1991 con la que posiblemente sea su mejor producción animada de todos los tiempos --aunque no mi favorita personal--. Sin embargo, tenía mucha curiosidad por ver esta adaptación francesa que prometía ser más fiel al original literario, pero lo que no esperaba es que fuese a contar con tal despropósito de guión que destruyese todas sus posibilidades de ser una buena película.
El escaso interés de 'La Bella y la Bestia'
La carrera de Christophe Gans hasta la fecha se había caracterizado por su predisposición a primar el apartado visual por encima del contenido de sus largometrajes, algo que hasta celebré en el caso de 'Silent Hill' (2006), donde conseguía crear una atmósfera que recordaba sobremanera a la del videojuego original y que casi salvaba un título con muy poco interés más allá de eso. Por desgracia, en 'La bella y la bestia' no es suficiente con dejarnos multitud de bonitas imágenes --aunque en su mayor parte no se deba realmente por su trabajo de puesta en escena-- para evitar que el conjunto sea un completo desastre.
Habrá quien se escude en la idea de que 'La bella y la bestia' no deja de ser un cuento y que por ello hay que perdonar ciertas licencias que pueda tomarse, pero todo ha de tener un límite y el problema es que el guión sencillamente no funciona en nada. Lo más llamativo y que nadie en su sano juicio debería discutir es la inexistente progresión dramática en la relación entre los dos protagonistas, la cual destruye cualquier conexión emocional que uno pueda tener con su imposible, improbable y hasta ridículo amor.
Una película muy desafortunada
Sin embargo, son muchos más los defectos que encontramos en el libreto de la debutante Sandra Vo-Anh y el propio Gans, entre ellos su nulidad a la hora de crear un villano con un mínimo de entidad --y eso que la presencia de Eduardo Noriega se ve realzada por el hecho de haber sido doblado para la ocasión con un voz que da una mayor presencia a su Perducas--, a lo que ayuda el hecho de que apenas aparece brevemente al principio para ser recuperado de forma demasiado conveniente con el objetivo de añadir tensión artificial durante el tramo final.
Los flashbacks empleados por Gans para que vayamos conociendo cómo Bestia pasó de ser humano a lo que es en la actualidad carecen de fuerza y son muy mal utilizados, ya que lo ideal hubiese sido darnos toda la información en uno o dos momentos para centrarse luego en la deficiente relación entre Bella y Bestia. Todos estos problemas pueden quedar más o menos enmascarados durante los dos primeros actos --aunque he de reconocer que yo difícilmente pude aburrirme más--, pero quedan totalmente al descubierto en su ridículo y poco afortunado desenlace, donde parece importar más lucir el dinero gastado que cualquier otra cosa.
Poco pueden hacer Vincent Cassel y Léa Seydoux para arreglar la situación, pero tampoco es que se esfuercen mucho para lograrlo. Él por lo limitado que está bajo esa sobredosis de retoques digitales para la creación de Bestia y lo fallido que resultan todos los flashbacks donde muestra su apariencia humana, mientras que Seydoux se limita a ser mona y estar por ahí luciendo un generoso escote --algo bastante irrelevante a poco que recordemos que era una de las dos protagonistas de 'La vida de Adèle' ('La vie d'Adèle - Chapitres 1 et 2', Abdellatif Kechiche, 2013)--.
En definitiva, 'La bella y la bestia' es simplemente una mala película que además tiene la inusual capacidad de aburrir hasta a las piedras, dos pecados imperdonables --sobre todo el segundo--. Y es que su logrado acabado visual --aunque incluso eso acaba resultando un tanto redundante-- es insuficiente para compensar sus errores en el resto de apartados. Por mi parte, os recomendaría revisionar la cinta de Disney o la que rodó Jean Cocteau en 1946 y hacer como que la que ahora nos ocupa ni tan siquiera existiera.
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