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'La Antena', frío homenaje al cine mudo

El Cine Mudo me parece una de las mejores épocas que ha tenido el séptimo arte. Adentrarse en sus recovecos para descubrir el nacimiento y desarrollo de un medio que hoy día es lo que todos sabemos que es, me parece una de las experiencias más enriquecedoras que existen. Pero hoy no voy a ir de paladín defensor de un tipo de cine que sé que a muchos de vosotros no os interesa, aunque de vez en cuando (menos de lo que me gustaría, pero ya sabéis, la línea editorial manda) os ofrezca alguna reseña de un cine que me tiene completamente hechizado, única y exclusivamente para daros a conocer títulos que ofrecen una alternativa a lo que ya conocéis de sobra.

Que en pleno 2007 alguien haya tenido la osadía, sin que esto suene peyorativo, de realizar una película prácticamente muda, rindiendo homenaje a aquella época en la que el silente dominaba las pantallas, es ir a contracorriente de una forma casi suicida. Un riesgo enorme visto desde cualquier punto de vista, primero porque la comparación con aquellas viejas películas va a ser inevitable (y ya se sabe con las comparaciones), y segundo, porque esperar recaudar algo de dinero con la película es simple y llanamente soñar despierto. Aunque, la taquilla seguro que no era el principal objetivo de Esteban Sapir cuando realizaba 'La Antena', sino más bien triunfar a nivel crítico como un autor a tener en cuenta, uno de esos autores arriesgados con ínfulas de superioridad, capaces de todo y no ofrecer nada.

'La Antena' está ambientada en una época desconocida, atemporal, en una ciudad sumergida en un crudo invierno. Todos los habitantes carecen de habla, y un poderoso hombre, llamado sr. TV, ejerce el absoluto y total poder sobre ellos, al emitir por su canal de televisión unas imágenes hipnóticas que llevan a todos a consumir los productos de su marca. Para ello lo hace mediante la voz de la única persona que aún conserva el don del habla, una cantante que hechiza con sus canciones, y a la que secuestra para poder llevar a cabo su maquiavélico plan. Pero un hombre, se supone que el héroe de la historia, descubrirá el plan, y tendrá oportunidad de luchar contra ello al dar con el hijo de la cantante, un niño sin ojos que ha heredado de su madre la capacidad de hablar.

La película produce una primera impresión de sorpresa al reconocer en sus imágenes una gran cantidad de referencias, sobre todo visuales, a un determinado grupo de películas mudas al estilo de obras firmadas por Fritz Lang como 'Metropolis', y referenciar sobre todo el expresionismo alemán, del que han salido películas inolvidables. Pero esa impresión desaparecen transcurridos unos minutos, pocos la verdad, ya que el film, deslumbrante dentro de lo posible en su factura visual, se pierde en su argumento, bastante cogido por los pelos, la dudosa eficacia de su mensaje y en unas interpretaciones bastante mecánicas, por no hablar de la falta de pasión puesta en el proyecto. Esteban Sapir no consigue transmitir lo que sí lograban las películas a las que intenta homenajear.

Lo peor del asunto son sus múltiples lecturas, llenas de filosofía barata de andar por casa, cuando no demasiado obvias, y que parecen realizadas para críos de tres años, lo que las hace profundamente irritables. Anótense todas las referencias al nazismo y la persecución que los judíos sufrieron. Todo esto no hacía falta incluirlo en una película, cuya historia sobre una población muda y el poder de la voz llegaba de sobra para hacerla más que interesante. Lamentablemente opta por querer transmitir dicho mensaje, que no hay nada de malo en ello, ojo, pero al preocuparse más de eso que de narrar una buena historia, el film se pierde en su propia factura, a ratos deslumbrante, a ratos soporífera.

'La Antena' ni siquiera funciona como film-homenaje a toda una época gloriosa del cine. De hecho, si las nuevas generaciones descubren las maravillas del cine mudo gracias a la película de Esteban Sapir será por puro milagro, y no porque la película transmita la magia de aquellos films. Una floja película, que merece un aplauso por haber corrido el riesgo antes citado, y merece un montón de collejas (como la película no puede recibirlas físicamente, se las deseamos al director) por resultar pedante y hasta pretenciosa. Una pena, aunque mucho me temo que en un futuro oiremos hablar de 'La Antena' como un film de culto, si no lo es ya.

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