Tras ocho episodios, este lunes HBO España ha despedido la tercera temporada de 'Killing Eve', el drama de espionaje original de BBC America protagonizado por Sandra Oh y Jodie Comer. Una temporada bastante distinta en varios sentido y que, por mi parte, ha supuesto un punto de inflexión en mi relación con una serie que me tenía enamorado hasta ahora.
El hecho de cambiar de guionista jefa cada temporada hace que cada año podamos ver una visión distinta en la cambiante e intensa relación entre Eve y Villanelle y el mundo de espías y asesinatos que les rodean. Sin embargo, la sensación general en esta temporada es la misma que cuando te pasan una fotografía por Whatsapp: pierde respecto a lo original.
Suzanne Heathcore asume la escritura de estos episodios desde una óptica distinta a la de Phoebe Waller-Bridge y Emerald Fennel en sus respectivas segundas y tercera temporada. También es verdad que estamos ante un acto completamente distinto de la serie.
La familia se expande
Siguiendo la historia de la relación amorosa, estos nuevos episodios nos muestran el duelo por la pérdida. Ese momento de "divorcio" y cómo afecta no solo a las protagonistas sino también a sus allegadas. La familia está en el centro de todo esto. De lo inevitable que es, en el fondo, el tenerla. Ya sea la biológica o la que eliges. Y las contradicciones que se producen al forjar los lazos.
Se abre el foco, también a la complicada y compleja relación de Konstantin (Kim Bodnia) y Carolyn (Fiona Shaw) y cómo encajan dentro de la "guerra" entre los Doce y el MI6. Ahí se incluyen una mayor presencia de Yuli Lagodinsky y Gemma Whelan como sus sendas hijas.
Ya se atisbaba en el primer episodio: la temporada 3 estaba llamada a ser distinta en lo argumental. Ya no tenemos esa caza entre Eve y Villanelle ni la colaboración forzosa. No es tanto una búsqueda de la una hacia la otra sino la exploración de cómo el destino y su codependencia las va entrelazando de nuevo en un final en el que se pone las cartas sobre la mesa. A medias.
A medias porque la pluma de Heathcore evita ser contundente. Sí, hay muertes y asesinatos... pero en todo momento se huye un poco de explorar unas consecuencias que puedan alterar demasiado el statu quo del núcleo de personajes (lo de Niko es un claro ejemplo). Una sensación de que todo es circular, de que en el fondo nada va a cambiar que se hace todavía más patente en los últimos momentos de la temporada 3.
Una temporada en la que pasan muchas cosas pero que no avanza
Hasta cierto punto entiendo las pocas ganas de quemar trama que tiene Heathcore. Sabiendo lo caduco de su puesto y que la serie continúa sin ella, ha querido jugar lo que ha podido antes de guardar todo en la caja en un estado semiusado. Su interés está más en la crisis de identidad de Villanelle (¿quién es si deja de ser una asesina?) y ver cómo acepta Eve que su rival es parte de su vida para bien y para mal.
En definitiva, creo que a esta temporada 3 de 'Killing Eve' le ha faltado la fuerza suficiente como para que no se note el encanto perdido. Sigue siendo digna de ver, continúa entregando sólidos cuarenta minutos semanales pero ha caído víctima de una historia que daba la continua sensación de no ir a ningún lado a pesar de que pasan muchas cosas en cada episodio. Una paradoja peligrosa cuando ya superamos la veintena de episodios.
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