La primera sensación que me dejó la película tras finalizar es que es un producto muy inteligente. ¿Por qué? Porque ha sabido introducir con suma habilidad elementos, guiños y referencias suficientemente bien dosificadas como para que su público potencial sea mucho más amplio del que podía esperarse en un principio. ‘Kick-Ass’ no es sólo para fans del cómic que ideara Mark Millar y dibujase John Romita Jr. Ni siquiera sólo para los amantes del cine de superhéroes (aunque aquí sean de pacotilla).
Es una película cómica, trepidante, violenta y divertida. Una película perfectamente adecuada a la generación actual, en la que ver a una niña de once años matar con virulencia (en la ficción) no supone ningún reparo, sino un disfrute. Sobre todo, si está tan bien ingeniada y ágilmente narrada como es el caso.
‘Kick-Ass’ es ‘Wanted’, ‘Kill Bill’, ‘The Matrix’, ‘Supersalidos’ y ‘Doom’. Una mezcla explosiva de humor negro, acción imposible y violencia en grandes dosis (con autocontrol por aquello de la calificación por edades), con guiños suficientes al público adolescente y al más nostálgico de los grandes superhéroes. Batman está presente. Y Bid Daddy es su alter ego en esta comedia paródica que representa a la perfección el universo friki de un adolescente que sueña con la fantasía de los superpoderes y se topa con la realidad en forma de patada en el culo.
Un arranque sublime nos presenta a un protagonista apasionado de los cómics, ignorado por las chicas, un punto inocente pero gran soñador bastante creíble, humano y cercano. El actor, era una difícil tarea, pero ha sido un acierto bastante correcto. Aaron Johnson no brilla en exceso, pero se convierte en un más que correcto Kick-Ass, preparado para recibir palizas y ofrecer su personal y ensoñadora misión de ayudar al mundo enfundado en un ridículo traje verde con máscara.
Matthew Vaughn ha logrado imponer con inspiración los diálogos, el ritmo, la música y los gags, junto con la suficiente dosis gamberra, convirtiendo a ‘Kick-Ass’ en una cinta divertida de principio a fin. Peca en aquello en lo que cede necesariamente para contentar (precisamente también en el punto menos fiel al original). Un romance algo forzado, con resolución blanda, pero perdonable en un conjunto notable, que hace pasar por alto esta concesión por no ser esencial para el verdadero objetivo del film ni difuminar el espíritu de la historia.
Chloë Grace Moretz: el descubrimiento
Por contra, donde más consigue elevadas dosis de genialidad es el cuerpo y en el trabajo de una actriz menuda que consigue erigirse en el mayor descubrimiento del film. Chloë Grace Moretz es Hit Girl. Una jovencita bien adiestrada, mortífera, con gancho y sorprendente en cada plano. Esta joven actriz está llamada a tener un futuro que invita al mayor optimismo. No sólo hipnotiza cuando se coloca su máscara (que además es la que más madera de superhéroe posee de todo el elenco), sino que se come a sus compañeros de reparto cuando comparte escena. Su mirada, su cara de inocente o su gesto vengativo son absolutamente sublimes.
Y eso que comparte génetica y escenas con Big Daddy. Un ex policía con sed de venganza y obsesionado con las armas. Un papel que no parecía ser el más idóneo para un decadente Nicolas Cage, pero que por contra ha servido para otorgar a ‘Kick-Ass’ un tono autoparódico que encaja con complicidad y acierto en el resultado del film.
No podemos olvidar a un villano esencial como Mark Strong, correcto, con presencia y despiadado como bien sabe interpretar este actor, últimamente especializado en malvados. Ni tampoco a McLovin. Perdón. A Christopher Mintz-Plasse, como Red Mist que pone la nota apropiada en esta galería de superhéroes de pacotilla que logrará arrancar sonoras carcajadas, entretener y conseguir una empatía con el espectador a base de guiños y humildad en una historia dura, violenta pero entrañable y emocionante.
P.D: vayan reservando la ecléctica B.S.O.: The Prodigy, Mika, Primal Scream, New York Dolls, Elvis Presley o Ennio Morricone. Brutal.