Cada vez es más difícil pensar en algún tema que no haya sido abordado en alguno de los muchos documentales que se hacen cada año. ¿Quién iba a esperar hace no tanto que un documental fuese una celebración del éxito de una película por ser horriblemente mala? Pues ya vistéis hace unas semanas cuando os hablé de ‘Best Worst Movie’ que esa laguna ya está perfectamente cubierta. Sin embargo, eso no quiere decir que se dejen de elaborar presuntos documentales que no son más que una forma cutre de promocionar una película (¿Quién no ha visto varios documentales incluídos en lass ediciones en dvd/blu-ray de alguno de sus títulos favoritos que no eran más que una chufla donde se dedicaban a piropearse todos entre sí?), artista, evento, ciudad, etc. Sin duda, esto es algo que quita mucha credibilidad al género, y aunque siempre me ha resultado fácil distinguir unos de otros, eso no ha impedido que me haya tragado tomaduras de pelo como ‘OT, la película’.
No obstante, hay ocasiones en las que un documental (o película) tiene todo en su contra para que pueda interesarte lo más mínimo. Puede ser que odies sobremanera un género cinematográfico (por ejemplo, mi hermana no soporta los westerns), tengas unas convicciones morales muy fuertes (me han llegado a hablar de alguien que sólo disfruta de una película con animales si estos no sufren ningún tipo de maltrato) o simplemente te cigue tanto el desprecio hacia uno de sus principales implicados que seas incapaz de tomarte en serio el proyecto. Eso es lo que me sucedía con ‘Justin Bieber: Never Say Never’, porque mi odio hacia el cantante de esa espanto pegadizo llamado Baby llegaba a unos límites similares a poder decir que me daba alergía su mera existencia, pero eso es algo que este documental ha ayudado a a cambiar.
Es obvio que ‘Justin Bieber: Never Say Never’ nos cuenta la ascensión desde el anonimato de este cantante canadiense, pero lo hace de una forma que no parece una tomadura de pelo como cuando salen biografías de personas que ni siquiera han llegado a la treintena. No, este documental lo que hace es tomar como referencia un concierto, a la postre mítico (recordad que mítico no equivale a bueno) en la carrera de Bieber, para ir explicando su ascensión al estrellato. Desde sus inicios cantarines desde muy joven hasta la gran estrella que es en la actualidad. Obviamente, la importancia de youtube en su carrera es tratada con el peso que requiere, ya que fue haciendo versiones de temas de otros artistas como consiguió llamar la atención de la industria discográfica. Creo que sólo con decir que el vídeo de Baby ha superado ya las 675 millones de visitas en youtube ya es indiscutible que Bieber puede que sea un cantante de talento ausente, pero también una de las personas más importantes sobre la faz de la tierra en la actualidad.
Una de las dificultades a las que se enfrentaba este documental era encontrar un director que no se limitase a hacer una obra propagandística y la elección de John Chu tampoco incitaba a tener grandes expectativas. Y es los principales trabajos de Chu hasta la fecha eran las dos primeras secuelas (el próximo año se estrena la cuarta entrega) de ‘Step up. Bailando’, y eso podía servirle como carta de presentación para hacer un documental con un tema musical, pero también para seguir espantándome. Se ve que no he sido el único sorprendido con el trabajo de Chu, ya que su próxima película es la prometedora ‘G.I. Joe: Retaliation’ (a mí la idea de una película de acción con Dwayne ‘The Rock’ Johnson y Bruce Willis siempre me resultará interesante a priori). Sin embargo, en lo concerniente a ‘Justin Bieber: Never Say Never’ hay que decir que realiza un gran trabajao, ya que esquiva el servilismo a las actuaciones musicales de Bieber (no os voy a mentir, hay unas cuantas, pero eso es inevitable) y realiza un meticuloso análisis de la figura del protagonista. De hecho, no tiene problema en incluso dejar en la película una situación que el propio Bieber comenta si puede quitarla después ya que lo deja en mal lugar. Me arrepiento de no haber visto el montaje extendido del documental, ya que seguramente incluya otros interesantes momentos de reflexión que no le dejaron meter en su versión para cine.
Sobre lo que nos cuenta ‘Justin Bieber: Never Say Never’, es lo que es. Si odias a Bieber, como me pasa a mí, no vas a pasar a adorarlo y convertirte en un fanboy de su música, pero sí un brillante retrato de su carrera. No faltan las declaraciones de amigos y familiares (conmovedora la presencia de su abuelo) y de otros famosos que han sido esenciales en la carrera de Bieber como Usher (esencial en el paso del cantante de estrella de youtube a figura mundial de la música) o Miley Cyrus, que, contra pronóstico, revelan cosas que uno no podría esperar en un producto como éste. Tanto es así que el documental ha conseguido que deje de odiar a Bieber. Es posible que su música sea espantosa, pero ‘Justin Bieber: Never Say Never’ humaniza su figura e incluso consigue emocionar a los que no son fans declaraciones del cantante, ya que se logra crear empatía hacia él por asombroso que pueda parecer.
En definitiva, ‘Justin Bieber: Never Say Never’ es un documental que lo tenía todo para que acabase odiándolo y ya me pareció un milagro que hiciese caso a varias de las críticas positivas (hasta consigue un aprobado en rottentomatoes) y me animase a ver y descubrir esta pequeña joya que está siendo odiada de forma injusta. Sí, el repelente de Justin Bieber es el principal protagonista del documental, pero éste no es un publireportaje como ha sucedido en muchos otros trabajos de este estilo, sino un minucioso análisis de las causas de que tenga una popularidad casi equiparable a la de Jesucristo, pero también de su lado más humano. La gran sorpresa de este 2011 que está a punto de acabar, y no se lleva las cinco estrellas porque sigo sin aguantar su música y ésta, obviamente, tiene mucha importancia en ‘Justin Bieber: Never Say Never’. Ahora vivo con miedo de que hagan un documental sobre Pitbull (para mi gusto está haciendo más por destrozar el panorama musical que Bieber) y pueda gustarme también.
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