A menudo, los carteles de las películas engañan. Como si fueran entes con vida propia y una misión: atraer al público con imágenes sugerentes y mensajes irresistibles, independientemente de cómo sea la cosa que anuncian. Otras veces, simplemente venden lo que hay (más o menos acertadamente). El cartel de 'Julie y Julia' es del segundo tipo, porque si lo que intuyes, al verlo, es que la película será una empalagosa comedia sobre dos mujeres que pasan mucho tiempo en la cocina... ¡bingo! Eso es exactamente lo que es.
Efectivamente, como se preocupa en señala el póster, 'Julie y Julia' se basa en dos historias reales, las que se cuentan en los libros 'My Life in France', de Julia Child y Alex Prud´Homme, y 'Julie & Julia', de Julie Powell. Dejando a un lado que en Hollywood parecen estar convencidos de que es una buena idea hacer un biopic de CUALQUIER persona, aún sigo sin entender del todo por qué al público, en general, le atrae tanto esta fórmula de "basada en hechos reales", cuando la gran mayoría de las películas que lo hacen son tremendamente aburridas, resultando que los guiones están repletos de sucesos y personajes inverosímiles (¡pero así ocurrió!, bueno, ¡más o menos!). El relato de dos mujeres cuyas vidas están conectadas por su pasión por la cocina, no debería dar como resultado necesariamente un producto exento de interés, pero claro, ¿a quién le encargan el trabajo?
La responsable de convertir las historias de los dos libros en un guión, y de llevarlo a la gran pantalla, o sea, la autora de la película, es ni más ni menos que la norteamericana Nora Ephron, con lo cual el cuadro está completo. Ephron, en el extraño caso de que no sepáis quién es, dirigió títulos tan famosos como 'Algo para recordar', 'Tienes un e-mail' o 'Embrujada'. Todos cortados por el mismo patrón, ninguno destacable, recetas mortales para los diabéticos. La mujer, que se ve que no tiene muchas luces, realiza no obstante un encomiable trabajo de resumen, y nos cuenta las travesuricas personales de Julie y Julia en "sólo" dos horas (podría ser peor, los libros tienen unas 650 páginas entre los dos).
Claro que en realidad le sobra media película, por lo menos, ya que la historia de Julie es un auténtico ladrillo. Porque lo que hace Julie Powell (a quien da vida una correcta Amy Adams) es dedicar un año de su vida a preparar las recetas que Julia Child, en colaboración con otras dos mujeres, escribió en un popular libro unas décadas atrás. Para dar fe de ello, su marido le anima a crear un blog, donde podrá contar sus requetemolonas experiencias como cocinera. Eso es todo.
Bueno, no todo, hacia la mitad, su media naranja (Chris Messina, en el fácil papel de "típico tío") se desespera porque Julie sólo tiene tiempo para el blog y llevan meses sin sexo, así que monta una escenita que dura más o menos unas veinticuatro horas; le funciona, todo vuelve a la normalidad y son superfelices otra vez. Y ya está. Tampoco quiero chafaros el final, aunque sea sumamente obvio y os dé igual.
La historia de Julia Child tiene más interés, pero es que comparado con lo de Julie, contar los pelos de un mapache puede resultar fascinante. Es 1948 y Julia (una divertida Meryl Streep, que imita a la perfección la forma en la que hablaba y se movía esta mujer) se ha trasladado a París para estar con su marido (un impecable Stanley Tucci), enviado allí por cuestiones de trabajo. La ciudad le encanta (¡y a quién no!) y como no tiene nada que hacer, tras un par de pasos en falso, decide aprender a cocinar, pero de verdad, en plan profesional. No lo tendrá fácil, especialmente por su nacionalidad, pero pronto será la alumna más brillante de su curso.
Problemas con la directora de la escuela, con el libro de recetas que le propondrán escribir dos amigas (el que tiene Julie en el futuro) y con el trabajo de su marido (el senador McCarthy haciendo de las suyas) animan un poco la narración de este bloque, que aunque no va a ninguna parte, ni está narrado con talento, se ve con agrado gracias al cuidado diseño de la época y, sobre todo, al estupendo trabajo de Streep y Tucci, lo mejor de la película.
En definitiva, y por no alargar más este texto cuando ya está vendida toda la pesca, sólo me queda recomendar 'Julie y Julia' a los que seáis fans de alguna de las dos actrices principales, o a los que tengáis una tediosa tarde por delante. Si pensáis que porque os gusta cocinar os gustará la película, olvidaos. Un servidor, cuando hay tiempo para florituras, no duda un instante en ponerse el delantal (uno con un dibujo de un gato gordo, comprado precisamente en París) y jugar un rato a ser como Remy ('Ratatouille'). Quiero decir, el problema de que esto no interese no es que vaya de dos personajes alrededor de la cocina, es fundamentalmente la manera de narrar de Ephron, que es soporífera, porque no sabe dónde poner la cámara, ni tiene idea de lo que hace falta para que te emocione una historia. Pero bueno, da igual, porque tiene a Meryl Streep.