La parodia es uno de los subgéneros de la comedia que más maltrato ha sufrido en los últimos años, ya que desde el tremendo éxito de ‘Scary movie’ se han realizado una notable cantidad de títulos con el ‘...movie’ como principal punto en común. El problema era que el otro gran punto de encuentro ha sido la alarmante falta de gracia debido a un humor tan básico y proclive al caca-culo-pedo-pis que daba vergüenza ajena la mera idea de sentarse a ver una de esas producciones. Es obvio que antes la parte del título que solían compartir esas producciones era el ‘como puedas’ aplicable a cualquier cosa contando en muchas ocasiones con la presencia de Leslie Nielsen, el gran representante del cine de parodias moderno americano, pero ese filón se agotó a finales de los noventa. Sin embargo, si nos remontamos un poco más en el tiempo es cuando encontramos las auténticas joyas del humor paródico como ‘El jovencito Frankenstein’, ‘La vida de Brian’ o ‘Un cadáver a los postres’ (la mejor de todas, pese a que algún lector no esté muy de acuerdo).
Es evidente que Rowan Atkinson es uno de los cómicos ingleses más importantes de las últimas décadas, siendo Mr. Bean su principal aportación al mundo de la comedia, aunque no la mejor, ya que para ello tenemos que remontarnos a la estupenda teleserie ‘La víbora negra’, que comenzó a protagonizar a principios de los 80. Sin embargo, si hay un personaje inglés de ficción de los últimos años que estuviese pidiendo a gritos una parodia como dios manda en su país de origen ése es James Bond (Leslie Nielsen ya lo hizo en la simpática ‘Espía como puedas’), y eso es algo que Atkinson aprovechó para la aparición de ‘Johnny English’, producción con la que quería aunar el éxito crítico y comercial, pero los primeros recibieron tan mal la película que el actor llegó a deprimirse por ello. ¿Cuál era entonces el motivo de hacer una segunda entrega, aprovechar que el personaje sí funcionó en el aspecto económico o intentar también una reconciliación con los críticos?
‘Johnny English Returns’ (en USA Reborn en lugar de Returns) comienza planteandonos un nuevo escenario, en el cual el protagonista tuvo que dejar el servicio como agente gubernamental tras una enorme metedura de pata varios años atrás en Mozambique, la cual se tradujo en el asesinato de su mandatario. Los flashbacks se convierte así en algo reiterado en el relato, los cuales comienzan estando bien dosificados, pero llega un punto en el que resulta vitales para la evolución de la historia y ahí es donde el delicado equilibrio que había conseguido el guión de Hamish McColl y Neal Purvis muestra síntomas de debilidad. No os creáis que estamos ante un ejemplo de cómo hacer una buena parodia, pero sí que el libreto había sabido desarrollar la historia con cierta convicción, quizá abusando de alguna broma recurrente (la anciana asiática que quiere asesinar a English), pero evitando que la estupidez se apodere de la historia, ya que eso es algo que confían al protagonista. No faltan las bromas de corte grosero/zafio, pero afortunadamente no son la tónica que sigue la función.
¿Hay giros de guión que cuesta creer que sucedan? Por lo general, eso es consecuencia de lo que decía, y es que hay veces que cuesta creer que alguien haga ciertas cosas, pero cuando está definido como alguien que coquetea peligrosamente con la idiocia no nos queda otra que aceptarlo. Además, la prácticamente invisible labor tras las cámaras de Oliver Parker, al que prácticamente nadie imaginaría haciendo algo así hace apenas unos años, ayuda a recalcar que el eje de la película es ver las reacciones que provoca el protagonista en todo lo que sucede a su alrededor. Atkinson es el amo todopoderoso de la función y el resto tienen que intentar potenciar su trabajo sin mancharlo con errores infantiles.
Atkinson demuestra que sigue teniendo una gran vis cómica, pero le pasa lo que a otros muchos humoristas, y es que tiene que encontrar a guionistas con talento que sepan canalizar lo que puede ofrecer, y en esta ocasión la cosa se queda en un punto intermedio. Es evidente que Atkinson tiene un rostro con mucha expresividad sin el imperativo de recurrir a un festival inagotable de muecas (sólo con sus ojos ya le bastaría), y eso es algo que está bien dosificado, con la salvedad de un momento en el que los excesos están justificados a través de lo que sucede en la película. Por lo demás, la línea maestra de su actuación es explotar la estupidez eficiente de su personaje, el cual es capaz de atrapar a un villano escurridizo para luego cometer una pifia tremenda cuando no podía ser más sencillo el prevenirlo. No es una actuación que vaya a ser recordada en los anales de la comedia, pero sí que merece cierto reconocimiento.
En el resto de personajes encontramos uno de los grandes aciertos de ‘Johnny English Returns’, y es que se ha sabido elegir un reparto que no sólo cause extraños desequilibrios (aún no entiendo a qué vino la elección de Natalie Imbruglia en la primera entrega), sino que, por lo general, aporte algo. El caso más destacado es el de Daniel Kaluuya, que interpreta al compañero de English, el cual refuerza la idea de que el protagonista es una especie de cruce entre James Bond y el Inspector Gadget, ya que intentando parodiar al segundo lo que encontramos es a alguien a quien nos cuesta creer que puedan acabar saliéndole bien las cosas, y es aquí donde aparece Kaluuya (al que algunos conoceréis por ser el protagonista del segundo episodio de la miniserie ‘Black Mirror’) para servir de paracaídas intelectual del protagonista. Además, se da la gozosa coincidencia de que ambos tienen bastante química, algo que siempre es de agradecer.
En general, ‘Johnny English Returns’ prefiere optar por la eficacia de un reparto con orígenes eminentemente televisivos, en el que no haya ningún gran nombre que pueda oscurecer al resto como sucedía con John Malkovich en la primera parte. La mayor salvedad a esta regla es la contratación de Rosamund Pike como el improbable interés romántico del protagonista, la cual no deja de transmitir la idea de haber sido contratada para reforzar los lazos con la saga del agente 007, ya que fue chica Bond en ‘Muere otro día’. También aparecen por allí Gillian Anderson (‘Expediente X’), Dominic West (‘The Wire (Bajo escucha)’) y Richard Schiff (‘El ala oeste de la Casablanca’) en una breve aparición, todos aportando su pequeño granito de arena. Eso sí, es una pena que los mejores apuntes relacionados con la aparición de Anderson (la modernización del servicio secreto inglés) estén en elementos exógenos a su personaje.
En definitiva, ‘Johnny English Returns’ es una muestra bastante digna del cine de parodias, pero sin caer en la celebración de la estupidez por la estupidez, sino que aprovecha la limitada inteligencia del protagonista para así justificar la progresión de la historia. No faltan las bromas que no terminan de funcionar, pero también las hay que justifican sobradamente el visionado de la película. Eso sí, no esperéis fino humor inglés, sino un tipo de comedia más física y elemental, la cual bien utilizada aún tiene reservado un lugar entre nuestras risas, en especial si está protagonizada por alguien con un gran timing cómico como el que tiene Rowan Atkinson. Una buena opción para pasar el rato sin complicarse mucho, es decir, un producto similar a la primera entrega, pero mejor.