He leído en algún sitio que 'John Rambo' es la obra maestra de Sylvester Stallone (por cierto, un día tal vez hable del enorme y demostrable tongo que la distribuidora en nuestro país de la película hizo en un reciente concurso sobre Stallone y la ciudad española en la que presentaría la película). Lo cierto es que haciendo balance de sus películas como director, dentro de la desgracia, podemos llegar a la conclusión de que su última película es efectivamente la mejor. Con esto no quiero decir que me parezca una buena película, pero sí es aquella en la que el director es totalmente consciente de sus limitaciones, y las aprovecha al máximo, riéndose en la cara de todos los que realizan cine de acción en la actualidad, por su uso explícito de la violencia, lo cual nos devuelve directamente en el tiempo dos décadas atrás.
Otra cosa es el resto de elementos que componen una película, y ahí 'John Rambo' es casi un completo desastre. Y digo "casi" porque hay ciertas que le agradezco al señor Stallone. Sí, habéis leído bien. Pero antes el argumento: Rambo vive retirado en Tailandia cazando serpientes venenosas, hasta que recibe una petición de ayuda por parte de unos misioneros para adentrarse en Birmania y llevar medicamentos, alimentos y biblias a la población diezmada por militares birmanos, los cuales son muy, pero que muy malos, hasta que se topan con el bruto de Rambo.
Porque si hay una definición perfecta para 'John Rambo' ésa es brutalidad pura y dura. Las escenas de violencia no son duras, son una burrada de proporciones cósmicas. Además la película es toda una llamada a nuestros instintos más bajos. En la película la violencia desmesurada es justificación para hacer uso de una violencia todavía más desmesurada. Para ello, los malos de la función, que no tienen ni nombre ni pronuncian palabra entendible (ni falta que hace), cometen las barbaries más bestias, para que el espectador desee en lo más profundo de su ser que Rambo dé rienda suelta a toda su sabiduría. Un reflejo a lo bruto de nuestra sociedad actual y del ser humano en general.
Como actor, le agradezco a Stallone su laconismo. El hablar poco beneficia a la película, en la que sólo una vez suelta una frase/sentencia: "Vivir por nada, o morir por algo", algo que ha perfilado la esquemática personalidad del personaje a lo largo de toda la saga. Físicamente, Stallone está en plena forma, y sorprende ver, como a sus 61 años, pelea, acuchilla, metrallea, pega saltos y demás, como si se tratase de un jovenzuelo. Como director, tiende hacia cierta sobriedad y clasicismo, pero muy brevemente. Aunque el film no adolece de montaje acelerado con planos que duran medio segundo (algo que también le agradezco), éste es verdaderamente malo, sobre todo en su parte final, en la que no te enteras de dónde están los buenos, dónde están los malos, y dónde estamos nosotros. Habrá quien se lo pase pipa en la media hora final del film, llena de escenas salvajes a más no poder. Yo incluso bostecé, pero también me reí, por los excesos cometidos por el señor Stallone. Y sobre todo, en su escena final, que es casi de vergüenza ajena, aunque con ella se cierra el cuadrado (y no, no voy a explicar el chiste, como hace mi compañera Beatriz). No más Rambo.
Destacar la presencia, y fíjense que sólo digo la presencia, de Julie Benz, la que todos conocemos por la excelente serie de televisión 'Dexter'. Su trabajo en el film no es demasiado destacado, y su personaje sirve para recordarle al soldado favorito de Reagan, que la piedad es algo que no deberíamos perder nunca, y tal vez la razón (y no vayáis más allá por favor) de que él tenga que volver a las andadas. Curiosamente la escena de incursión en el campamento es lo mejor de la película, pero a partir de ahí, todo se acaba cinematográficamente hablando. Es el caos.
Una mala película que le ha servido a Stallone para reverdecer viejos laureles, tal y como hiciera con su otro personaje más querido. A partir de ahora queda comprobar si el éxito conseguido con estas dos películas le servirá para hacer otro tipo de proyectos, porque ahora sí que ya no le quedan más balas en la recámara. En fin, a otra cosa... por cierto, qué bueno es Jerry Goldsmith.