Con el paso de los años, y gracias a la labor de sellos discográficos que han ido arriesgándose a editar ciertas bandas sonoras a sabiendas de que la operación no le saldría muy rentable, los coleccionistas de música de cine hemos podido ir completando los huecos, grandes o pequeños, que quedaban en las filmografías de nuestros compositores favoritos. Como podréis imaginar, en el caso de Jerry Goldsmith, hubo momentos en que la tarea se tornó en casi una odisea cuando de lo que se trató fue de dar caza y conseguir a un precio que no fuera un asalto a mano armada esos CD's que eran piezas de coleccionismo...inexplicable en no pocas ocasiones.
Inexplicable por cuanto, como ya veremos conforme vayamos avanzando en el especial, considerables fueron los experimentos musicales del maestro que se tradujeron en scores cuya audición aislada podía llegar a suponer un auténtico calvario. Pero por mucho que casas como Varese Sarabande, la extinta FSM, Intrada, La-La-Land Records o Screen Archives hayan hecho su trabajo a las mil maravillas, sigue habiendo trabajos de Goldsmith —pocos, muy pocos— que nunca han conocido una edición en formato físico. 'Regalo para soltero' ('Take Her, She's Mine', Henry Koster, 1963) es uno de ellos.
'Regalo para soltero', pesadilla de un padre
Estrella fulgurante que durante algo menos de una década fue una de las actrices más queridas por el público estadounidense gracias a esos papeles de ingenua que tan bien supo encarnar, Sandra Dee se convirtió con el tiempo en un icono atemporal de la cultura popular yanqui como bien muestra, por ejemplo, la canción que Warren Casey y Jim Jacobs escribieron a principios de los setenta para el musical 'Grease' y que todos recordamos por la hilarante versión que Stockard Channing y otros miembros femeninos del reparto hacían de ella en 1978 en la mítica adaptación a la gran pantalla que protagonizaron John Travolta y Olivia Newton-John.
Dee, que a finales de los cincuenta ya había trabajado a las órdenes de Douglas Sirk en 'Imitación a la vida' ('Imitation of Life', 1959) y de Delmer Daves en 'En una isla tranquila al sur' ('A Summer Place', 1959), recogía aquí el testigo del personaje teatral creado dos años antes por Henry y Phoebe Ephron, los padres de la directora Nora Ephron, una joven que por aquél entonces contaba con 22 años y que fue el modelo que sirvió para construir a Molly, una adolescente que trae de cabeza a cuantos hombres se cruzan en su camino y que pondrá a prueba a su sufrido padre gracias a una serie de malentendidos que comenzarán en la universidad y se trasladarán después a París.
Las limitaciones de Dee, que aquí interpreta el tipo de papel por el que se hizo famosa, son no obstante el punto de apoyo perfecto para lo que sin duda alguna es lo mejor de la cinta, el inconmensurable James Stewart, ese grande del Hollywood clásico que daba igual lo que hiciera, lo hacía bien. Aquí, en la piel del padre de la protagonista, Stewart libera su vis cómica más efectiva, esa que consigue arrancar la risa del espectador por la explosiva mezcla que se producía entre su expresión bobalicona y el natural cinismo con el que era capaz de reproducir los diálogos.
De limitado interés en los momentos en que él no está presente en pantalla —que, afortunadamente, son los menos— 'Regalo para soltero' tiene algunos momentos especialmente hilarantes de entre los que me quedaría con la secuencia del aerouerto, aquella en la que dos chavales intentan conseguir un autógrafo del personaje interpretado por Stewart creyendo que se trata, ¡del propio Stewart!, algo que él mismo aclara, le lleva pasando desde el estreno de 'Caballero sin espada' ('Mr. Smith Goes to Washington', Frank Capra, 1939).
'Regalo para soltero', la música
Como decía antes, el score de 'Regalo para soltero' no ha conocido nunca una edición en disco compacto. Por no aparecer, ni siquiera su tema principal, juguetón y típico del género al que se adscribe el filme, ha sido recogido en las típicas antologías dedicadas a Goldsmith o en la caja de seis discos que en 2004 Varese dedicó al trabajo del músico para la 20th Century Fox, una caja que en su momento se convirtió en una codiciada pieza de coleccionista y que puede encontrarse hoy por casi el doble de su precio original.
Sin la sólida base que aporta la escucha aislada para valorar en su totalidad el trabajo del compositor aquí, lo que trasciende del visionado es que la música de Goldsmith funciona a secas, no resalta en casi ningún momento y deja claro que, como pasará a lo largo y ancho de su trayectoria, el maestro tuvo que alternar trabajos de mayor calado con otros como éste, meramente "alimenticios" que nada aportaban al grueso de lo mejor que nos legó pero que, no obstante, se establecen como necesarios escalones en su extensa práctica compositiva.
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