En el espacio que dedicábamos la semana pasada a la correspondiente entrega de este especial de Jerry Goldsmith, apuntábamos varios títulos de la filmografía de Otto Preminger para dar una idea de lo que se podía esperar del cineasta antes de encarar la decepcionante 'Primera victoria' ('In Harm's Way', 1965). Y si de Preminger citábamos hasta cinco cintas diferentes, del director que hoy nos ocupa bastaría con nombrar dos.
'Los siete magníficos' ('The Magnificent Seven', 1960) y 'La gran evasión' ('The Great Escape', 1963). Míticos donde los haya, que 'Estación 3 ultrasecreto' ('The Satan Bug', 1965) —no haremos sangre con el título en español, ¿no?— fuera la siguiente producción de John Sturges tras la fantástica historia ambientada en la Segunda Guerra Mundial encabezada por Steve McQueen y un largo y excelso elenco, se antojaba suficiente garante de que, por desconocida que fuera, valiera la pena.
'Estación 3 ultrasecreto', a duras penas
Cuánto me equivocaba al pensarlo.
Thriller de la parte baja del montón rodado con desgana y sin brío ninguno, lo primero que se pregunta uno cuando termina de soportar las casi dos horas de metraje de 'Estación 3 ultrasecreto' es quién diantres es el director de tamaño tedio y qué ha hecho con el Sturges que nos hacía vibrar con cualquiera de las dos producciones citadas anteriormente o con la espléndida 'Duelo de titanes' ('Gunfight at the O.K. Corral', 1957), por citar otro de sus mejores filmes.
Quiero pensar que este escueto thriller, que gira en torno al robo de un virus capaz de acabar con la población mundial —el "Satan Bug" del título original— no fue más que un trabajo alimenticio en la trayectoria del cineasta por mucho que, atendiendo a lo que filmaría en la década siguiente, encontrar rastros del puntual talento que demostró en varios de sus filmes hasta 1963 sea más o menos complicado.
En 'Estación 3 ultrasecreto' no hay talento alguno y sí lugar para una flagrante mediocridad que empaña todo el metraje. Y ya no hablo sólo de una dirección digna de un principiante —hay soluciones aquí que parecen tomadas aprisa y corriendo sin consideración alguna por lo que vaya a resultar en pantalla— sino de un guión que se fundamenta en echar mano de las situaciones de lo más arquetípicas y que carece de cualquier resquicio para la sorpresa o de unas interpretaciones sobre las que, mejor, me guardo los epítetos.
Ni la inclusión de sólidos y probados actores como Dana Andrews o Ed Asner consigue levantar el lamentable nivel al que se establece el resto de lo que a los actores concierne, y si la cinta logra alzar el vuelo en algún instante de su innecesariamente extenso metraje es más por pura casualidad que por la conjunción de tan maltrechos valores. Unos a los que viene a sumarse la convencional partitura de Jerry Goldsmith.
'Estación 3 ultrasectreto', la música
Porque, que afirme que el maestro es el mejor compositor de la historia del cine no quita para que, igual que haría con John Williams, sepa reconocer las flaquezas cuando las había, la mediocridad en las contadas veces que hizo aparición en la trayectoria del músico o, en este caso, el "modo automático" en el que incurrió en no pocas ocasiones cuando lo que tenía delante no exigía mucho más de su probado talento.
Combinando, como hizo tantas veces a lo largo de su carrera, sonoridades extrañas sacadas de la orquesta tradicional con texturas electrónicas, son las orquestaciones de 'Estación 3 ultrasecreto' lo único que cabría destacar de una partitura que suena a todo lo que Goldsmith llevaba ya explorado del género en los pocos años que habían transcurrido aquí —seis para ser precisos— desde que lo escucháramos por primera vez un thriller suyo en 'City of fear' (id, Irving Lerner, 1959).
Dejando las orquestaciones de lado, y asumiendo —como siempre se ha de hacer con los trabajos del maestro— que el ajuste a las necesidades del filme es de gran precisión, el score de 'Estación 3 ultrasecreto' es de esos cuya adquisición en el compacto que le dedicó la extinta Film Score Monthly en 2003 sólo se entiende por un completismo compulsivo...y sí, estáis en lo cierto si pensáis que servidor fue víctima del mismo...eran otros tiempos