'Jeffrey Epstein: Asquerosamente Rico' (Jeffrey Epstein: Filthy Rich, 2020) es el nuevo documental de cuatro partes de Netflix, sobre el magnate condenado por tráfico de menores y recientemente fallecido en la cárcel Jeffrey Epstein. Sin embargo, más que un completo estudio sobre el personaje, o una investigación sobre sus crímenes, se centra en las víctimas y las vidas que dejó marcadas por trauma y el dolor de la impotencia.
Entre sentimientos de culpa y complicidad, el relato de las víctimas se abre entre los engranajes del sistema de justicia que siempre juega contra ellas. El núcleo de la serie es desencriptar la trampa legal del acuerdo negociado por el Fiscal Federal y el futuro Secretario de Trabajo de Trump, Alexander Acosta para conseguir la inmunidad de Epstein y la secuencia de testigos que no siempre hicieron lo que debían hacer, periodistas cuyos informes fueron comprados y no publicados, en la trampa más diabólica del asunto.
Hasta las más altas esferas
Esos detalles son pequeñas de muescas de cómo los protagonistas del escándalo son personas con tal poder que pueden engañar a periodistas comprándole sus historias con la cláusula de no poderlo hacer en otros medios y después no publicarlo. Hasta ese punto llevan el control de los medios. No extraña nada cuando vemos el juego de poder que ronda al personaje. 'Asquerosamente rico' no está interesado en soltar bombas y acusar a personalidades apuntándoles con el dedo, pero es inevitable que algunos nombres salgan aquí y allá.
El ex contratista Steve Scully, dice que una vez vio a Bill Clinton en la isla de Epstein, sin ningún invitado más aparente en ese momento, también hay fotos del mismo en el avión privado y otras fiestas. Sin embargo, Clinton sigue negando que haya estado allí. Además, sabía algo sobre los crímenes de Epstein ya que a través de su portavoz Angel Ureña, se comentó en el New York Post "Esto es una mentira la primera vez que se dijo, y no es cierto hoy, no importa cuántas veces se repita. Otra chica confirma la conexión.
No faltan vídeos con Trump y Epstein, fotos con Kevin Spacey y otros sospechosos que no son explorados salvo el Príncipe Andrés, cuya entrevista en la televisión británica se muestra quedando en evidencia por sus propios méritos. Los cuatro capítulos no tratan, sin embargo de rascar en esos aspectos sino desenredar las redes de menores que reclutaron a otras menores mientras eran víctimas. La vergüenza y la culpa y la conciencia moral rota, en contraposición al dinero que ganaron siendo adolescentes, en muchos casos parecen confesiones de culpabilidad.
La misteriosa muerte y la ausencia de justicia
Al centrarse en los efectos de los crímenes de Epstein quedan muchas dudas sobre quién era realmente, puede que porque no era una gran personalidad en primer lugar, tan solo tenía dinero. Lo que sí que apunta es que no trabajaba solo y da datos sobre su exnovia Ghislaine Maxwell, una miembro de la alta sociedad británica que es frecuentemente nombrada como cómplice para ayudar a reclutar y preparar a las niñas, su paradero actual fuera de la vida pública deja abierta una vía de investigación sobre un personaje dibujado como algo casi más diabólico que el propio Epstein.
Otro misterio que trata de plantear la serie son las circunstancias de su muerte, que cobra más sentido tras los detalles que se han ido revelando. Las cuatro horas del documental se quedan cortas para explicar muchas cosas, pero es un buen punto de partida para ir más allá en la percepción de Jeffrey Epstein como un simple playboy rodeado de chicas que facilitaba a amigos el contacto con estas menores de edad. Su gran baza es dejar hablar a las supervivientes directamente y así ver el impacto del trato con el que llegó su equipo con Acosta, que otorgó a Epstein y sus conspiradores inmunidad ante el enjuiciamiento federal.
Un detalle legal que deja ramificaciones que pueden explicar huecos de una historia completa que aún necesita ser revelada. 'Jeffrey Epstein: asquerosamente rico' no explora la influencia del depredador más allá de las víctimas que muestra, no sabemos el número y el calado de adolescentes vulnerables y poderosos políticos, personalidades y financieros sobre los que ejercía un control tanto por personalidad como por vídeos y grabaciones. Solo vemos la punta de la montaña de basura, pero es revelador e informativo sin caer en el sensacionalismo.
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