Hay un extraño running gag que reaparece por sorpresa una y otra vez en esta breve y modesta primera temporada de 'Jean-Claude Van Johnson', una especie de prolongación espiritual producida por Amazon de aquella maravilla metareflexiva que fue 'JCVD'. Aparece al principio del piloto, con nuestro héroe proclamando que "Mi nombre es Jean-Claude Van Damme y soy superfamoso", una frase que no nos cuesta imaginar pronunciada por el auténtico Van Damme completamente en serio. Se trata de una difuminación de realidad y fantasia que viviremos sin cesar en los seis episodios de esta primera temporada.
A continuación Van Damme escoge una película de su amplia filmografía, no precisamente carente de éxitos: "Quizás has visto 'Timecop', es como 'Looper', la de Bruce Willis, pero un millón de veces mejor". La ironía está clara: 'Looper' es una de las películas de viajes en el tiempo más elogiadas de los últimos tiempos, compleja, llena de paradojas, muy rigurosa en su propuesta. 'Timecop' es una aventura con viajes en el tiempo efectiva y contundente, ambiciosa a su manera e irreprochable también a su manera, pero su tratamiento de los viajes en el tiempo convierte 'El armario del tiempo' de Mortadelo y Filemón en física cuántica.
A primera vista puede parecer un simple tic irónico, el mismo que lleva Van Damme explotando desde 'JCVD', aunque el observador atento y paciente puede encontrar rasgos de humor autoparódico en películas de los noventa del actor como 'En el ojo del huracán' o 'Double Team'. Rasgos de humor que le dotaron de una simpatía de la que carecían compañeros generacionales igual de contundentes pero mucho menos simpáticos como Steven Seagal o, un poco antes, Chuck Norris. Gente a los que cuesta imaginar en un proyecto como 'Jean Claude Van Johnson'.
El caso es que el chiste continúa, y cada vez en entornos más disparatados. En muy pocos minutos descubrimos que Van Damme, el actor que todos conocemos y que tuvo días de mayor gloria, es también un agente secreto que opera bajo el nombre de Jean-Claude Van Johnson. Cuando se reencuentra con otra agente con la que tuvo un romance en el pasado, Vanessa (Kat Foster), decide volver a la acción para desmontar una operación de tráfico internacional de drogas.
En esas se topa con un inexplicable doble perfecto suyo, al que confunde afirmando que es su yo del futuro, lo que conduce a una discusión imposible acerca de 'Looper' y 'Timecop', y cuál de las dos es superior. El tema reaparecerá en los momentos más inesperados de la película, incluido un último episodio especialmente demencial. 'Timecop' como piedra de toque de la filmografía de Van Damme, como suma máxima que genera diálogos como "Soy un 'time policeman': los timecops no existen" (mejor no os cuento cómo se llega a ese punto).
Entre la megalomanía y la autocrítica
Podría decirse que este humor referencial es la clave para entender 'Jean Claude Van Johnson' cuyo tono oscila siempre entre la autoparodia cruel, la reflexión más o menos honesta y el egotrip desvergonzado. Siempre con 'JCVD' como referente e imitando aquella fina mezcla de falso biopic, ruptura de la cuarta pared y laberinto de referencias para fans, 'Jean Claude Van Johnson' es un producto desconcertante y que no me atrevo a vaticinar que sea mínimamente atractivo para quien no sea fan de Van Damme.
Los guiños constantes y la discutible decisión (dramáticamente hablando, porque como fan-service no tiene precio) de proponer tics de Van Damme y guiños a su cine como puntos de giro, deus ex machina absurdos o material para conversaciones autorreferenciales alejará de la serie al espectador convencional. Éste difícilmente entenderá que, por ejemplo, algún intenso flash sobre consumo de drogas en el pasado tiene un peso específico muy trágico para el Van Damme de la serie, pero también para el Van Damme real, cuyas diferencias nunca están del todo claras.
Porque eso es lo que hace valiosa a 'Jean Claude Van Johnson', por encima de premios para el fan: a diferencia de, por ejemplo, la deconstrucción que llevaba a cabo Arnold Schwarzenegger en 'El último gran héroe', sabemos que hay un poso de verdad en la caricatura grotesca, de ex-actor marcado por los excesos, de este Van Damme de la pantalla. La tristeza que devuelven sus ojos cuando reflexiona acerca de las múltiples mentiras que ha contado en su vida tienen algo de verdad, y esa verdad es escalofriante.
Pero por otra parte, sabemos que el Van Damme de 'Jean-Claude Van Johnson' no es real. No hay referencia a mujeres concretas de su vida amorosa (aunque sí se alude a lo ajetreada que ha sido) ni a sus dos hijos -cosa que sí se hacía, en términos estrictamente ficticios, en 'JCVD'-. Por supuesto (que se sepa), Van Damme no es un agente secreto, y cuando la trama tipo Bond de la serie se disparata, claramente no hay intención de que el espectador crea que tiene el más mínimo contacto con la realidad.
Y en esos términos, 'Jean Claude Van Johnson' funciona muy bien. Quizás demasiado centrada en rendir pleitesía a su estrella, y quizás algo desequilibrada en su mezcla de drama y parodia. Pero a menudo encuentra un equilibrio extraño en esa zona crepuscular que es el ego de Van Damme, ese universo en el que los dobles idénticos porque sí (de 'Doble impacto' a 'Replicant') tienen sentido, y donde absolutamente todo (todas las películas, todos los géneros, toda la industria del cine) orbita en torno a sus días de gloria.
Pero cuando 'Jean-Claude Van Johnson' tiene gracia, gracias al brío de Peter Atencio (director de 'Keanu' y todos los episodios de 'Key and Peele'), la tiene desbocada: a la segunda mitad del capítulo cuatro, viajes en el tiempo solo-por-las-risas incluidos, nos remitimos. Y solo por eso, quizás valga la pena acercarse a esta extravagancia. Incluso aunque no seas fan de Van Damme... pero hazlo bajo tu propia responsabilidad.
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