'Jack el caza gigantes', morralla multimillonaria

Una de las grandes modas que ha surgido en Hollywood en los últimos es la de poner al día cuentos tradicionales para niños. Hace apenas un par de semanas llegaba a España ‘Hansel y Gretel: Cazadores de brujas’ (‘Hansel & Gretel: Witch Hunters’, Tommy Wirkola, 2013) y si nos remontamos un poco en el tiempo encontraremos otros títulos como ‘Blancanieves y la leyenda del cazador’ (‘Snow White and the Huntsman’, Rupert Sanders, 2012), ‘Blancanieves —Mirror, Mirror—’ (Tarsem Singh, 2012) o ‘Caperucita roja —¿A quién tienes miedo?—‘ (‘Red Riding Hood’, Catherine Hardwicke, 2011). Estoy convencido de que, aunque sus raíces se encuentran en una novela de Lewis Carroll –y su adaptación posterior por parte de Walt Disney-, la gran culpable de ello fue ‘Alicia en el país de las maravillas’ (‘Alice in Wonderland’, Tim Burton, 2010) y el billón americano de dólares que logró recaudar.

Personalmente, me hubiera gustado que el camino a seguir fuera el iniciado por la notable ‘Freeway’ (id., Matthew Bright, 1996), donde la acción pasaba a la actualidad con todas sus consecuencias, pero sin por ello alterar las líneas maestras de la historia de Caperucita roja. Por desgracia, no dejó de ser un simple oasis que ni siquiera logró mantener el nivel en una segunda entrega también dirigida y escrita por Matthew Bright apenas tres años después. Se mantenía la idea – aquí el cuento actualizado era ‘Hansel y Gretel’-, pero el resultado rozaba lo catastrófico, poniendo así fin a cualquier posible continuidad. El problema con la moda actual es que la línea imaginaria entre el sano entretenimiento más o menos descerebrado y la posibilidad de ser un simple sacacuartos es bastante fina, siendo bastante más habitual lo segundo, que es precisamente lo que sucede en el caso de ‘Jack el caza gigantes’ (‘Jack The Giant Slayer’, Bryan Singer, 2013).

No hay que remontarse mucho para encontrar la última producción destacada que tomaba prestada la premisa de ‘Las habichuelas mágicas’, ya que era la base no reconocida de la divertida ‘El gato con botas’ (‘Puss in Boots’, Chris Miller, 2011), aunque hay varias adaptaciones más a lo largo de la historia del cine. Bryan Singer lo tenía relativamente sencillo para superarlas a todas —ninguna de ellas es especialmente memorable— pero ha preferido apostar por rodar una aventura impersonal en la que no hay rastro alguno del talento del director que nos maravilló con ‘Sospechosos habituales’ (‘The Usual Suspects’, 1995) y no tuvo problemas en confirmar su capacidad para la puesta en escena con ‘X-Men’ (id., 2000) y su primera secuela.

El primer gran fallo de Singer fue rodar un insustancial reboot de las aventuras de Superman, pero las cosas fueron a peor con su desacertado trabajo en ‘Valkiria’ (‘Valkyrie’, 2008), donde mostraba una alarmante incapacidad para insuflar vida alguna al relato que nos estaba contando. Sin embargo, Singer ha tocado fondo en ‘Jack el caza gigantes’, ya que opta por una puesta en escena completamente impersonal, dejando la sensación de que su único objetivo es rodar en piloto automático un éxito fácil que relanzase su deteriorada carrera. El único momento que merece ser destacado es en el que vemos cómo los dos protagonistas reciben una reprimenda, pero se debe exclusivamente a una acertada utilización del montaje paralelo para incidir en las similitudes entre dos personajes condenados a iniciar el típico —y ya cansino— romance entre princesa y plebeyo.

La insípida historia de amor rara vez consigue provocar empatía alguna con el espectador, pero esto no es más que una de las múltiples deficiencias del guión de Christopher McQuarrie, Darren Lemke y Dan Studney. Cada vez estamos más habituados a los libretos de grandes blockbusters en los que las cosas pasan entre sí, sin explicación satisfactoria alguna que cohesione el conjunto, pero es que aquí no hay pudor alguno en estirar tanto los límites de la ingenuidad que todo se viene abajo con rapidez. Hay varios apuntes —el gigante que no está de acuerdo con los métodos de su líder o el conspirador que quiere hacerse con el control del mundo— que llevan a pensar que su subtexto político va a ofrecer algún tipo de redención a la calamidad que estamos viendo, pero éstos acaban revelándose como meras ocurrencias que no llevan a ninguna parte.

Los hechos se suceden sin ton ni son mientras vemos cómo Singer malgasta —era difícil dejar de verlo en mi mente quemando billetes por la mera diversión de hacerlo— los casi 200 millones de dólares que ha costado ‘Jack el caza gigantes’. El diseño de las criaturas del título aún tienen un pase –hay una diferenciación entre ellos bastante aceptable y no se notan los trucajes visuales- por ridícula que sea la segunda cabeza mongoloide del gigante más duro de todos. El problema es que el resto es una sucesión de desaciertos —el visualmente anticuado prólogo— en la que el derroche en efectos visuales ni siquiera se traduce en belleza paisajística alguna o en una utilización reseñable del 3D, ya que esta cansina tecnología ni siquiera es perceptible durante como mínimo el 99% del metraje.

Mi última esperanza estaba en un reparto que contaba con la presencia de varios intérpretes a los que respeto o incluso admiro —ya he reconocido varias veces mi debilidad por Stanley Tucci—, pero la descripción de sus personajes en el guión es un cáncer tan avanzado que nada pueden hacer para reconducir la situación. De hecho, Ian McShane da bastante pena como rey honrado y comprometido, Ewan McGregor roza lo caricaturesco cuando se supone que está dando vida a un lozano y valiente caballero y Tucci apenas tiene un par de breves momentos en los que lucir su talento, siendo totalmente intrascendente como regla general. La cosa va a peor con los auténticos protagonistas, pues Nicholas Hoult jamás consigue trascender el corte de pelo propio de un paleto pueblerino que luce –tampoco ayuda el nulo carisma que demuestra-, mientras que la poco conocida Eleanor Tomlinson no va más allá de ser una cara bonita que tiene el capricho de vivir una aventura que se les va a todos de las manos.

Nunca me ha gustado calificar como morralla a una película, pero ‘Jack el caza gigantes’ hace demasiados honores —lamentable guión, inexistente trabajo de dirección, olvidables interpretaciones, discretos efectos visuales, etc.— como para no ceder a la tentación de otorgarle ese dudoso honor a esta superproducción con la que ojalá Warner pierda mucho dinero. No es resquemor —en otro tiempo simplemente habría procedido a olvidar su mera existencia—, pero es que muchos ejecutivos eso es lo único que entienden y sólo así llegará el día en el que tengan que replantearse el dejar de hacer blockbusters tan aburridos y sin alma como éste.

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